Sobrinho y Doña Maria André
de Freitas, era el mayor de una prole de diez hermanos.Corpulento y temperamental,
con su rostro adornado con un gran mostacho negro, este rudo trabajador
rural recibía en el Centro Espírita Jesus de Nazareno entre
200 y 300 pacientes por día. Católico devoto y adepto al kardecismo
(sincretismo común en la idiosincracia brasileña), Arigó
realizaba diagnósticos, prescribía medicamentos y realizaba
cirugías a manos limpias o sirviéndose de un cuchillo
de cocina o una tijera común (sin esterilizar y sin anestesia) para,
según aseguraba, extraer tumores benignos y malignos en todo
el cuerpo y operar cataratas en los ojos.. Cuando atendía,
entraba en trance e incorporaba al doctor
Fritz, un supuesto médico alemán que utilizaba a su
cuerpo como medio para efectuar sus operaciones. Sus operaciones
psíquicas nunca duraban más de un minuto. Realizaba
una rápida inspección ocular, que consistía en insertar
una hoja de cuatro pulgadas en la cavidad del ojo del paciente y hacer palanca
sobre el globo ocular hasta lograr que sobresaliera de su cuenca. Luego,
trabajaba con el cuchillo sobre el cuerpo. No siempre causaba heridas o
hemorragias.
Arigó aseguraba que en su cuerpo encarnaba
el espíritu del doctor Adolpho Fritz, un supuesto médico
alemán fallecido en 1918. De su infancia recuerda haber
sido perseguido por una luz muy brillante, que casi lo ciega. Más
tarde, dice, comenzó a oir una voz que hablaba en una lengua
extranjera. Arigó no hablaba alemán. Sin embargo,
el espíritu del médico comenzó a instruirlo y a guiarlo
en el arte de curar.
POSEÍDO POR EL DR FRITZ
A los 25 años se casó con Arlete Andre, y dejó la
casa paterna, yendo a trabajar a una mina de hierro. A medida que comenzaron
a llegar los hijos (en total tuvo cinco), Arigó comenzó
a tener fortísimos dolores de cabeza. En sueños,
decía, siempre oía la misma voz gutural en un idioma que
no comprendía. Una noche, tuvo un sueño nítido: estaba
en una sala de cirugía alrededor de un paciente. El que dirigía
la operación tenía una voz muy familiar para Arigó...
Fritz, el médico alemán, lo había escogido para completar
su obra en la Tierra. Según la leyenda, cuando Arigó
recibió esta revelación salió corriendo a la calle
a los gritos. Parientes y vecinos lo llevaron de regreso a la casa y él
no paraba de llorar. Los médicos clínicos que lo atendieron
lo encontraban bien, pese a que los dolores de cabeza continuaban. Su
padre creyó que estaba endemoniado y convocó al párroco
de la ciudad para que lo exorcizara, aparentemente sin resultados.
Así, Arigó decidió oir el ruego del médico
alemán (¿habría comenzado a hablarle en portugués?
¿Arigó habría tomado un curso de alemán?)
y comenzó a atender gente. El primero de ellos, siempre según
la leyenda, fue un amigo que usaba muletas. Ya es hora de que dejeses
esas muletas!, le dijo Arigó. Se las arrancó, le ordenó
que caminase, y éste lo hizo... Saltó a la fama cuando
fue visitado por el senador brasileño Lúcio Bittencourt,
quien estaba haciendo campaña en aquel distrito. Bittencourt sufría
de cáncer pulmonar y los médicos le habían aconsejado
operarse imediatamente. Pero el político invitó a Arigó
a su hotel en Belo Horizonte, donde lo operó y el senador
sanó por completo. Esta anécdota, como otras semejantes,
eran relatadas entre los creyentes en Arigó de muy diversas maneras.
Se comprobó que muchas de ellas eran falsas. Por ejemplo,
la versión de que había operado de un glaucoma congénito
a Segundinho, hijo del famoso cantante Roberto Carlos. Según As
memorias de Roberto Carlos, el mismo cantante aclaró que
ello no era cierto. (Citado por Oscar
González Quevedo, revista Amiga, 27/10/70).
Entrevistado a través de un Arigó en trance,
el doctor Fritz decía haber nacido en Munich. Su padre
sufría asma y el médico le había recomendado que
se mudara a un lugar con mejor clima, motivo por el cual los Fritz viajaron
a Polonia cuando él tenía cuatro años. Obligado a
trabajar desde joven a causa de la prematura muerte de sus padres, Fritz
estudió medicina por su cuenta. Un mes antes de recibirse, entró
un general con su hija en brazos y, pese a sus esfuerzos, no la pudo salvar.
El militar acusó a Fritz de su muerte y lo mandó a encarcelar,
donde sufrió toda clase de tormentos. Se escapó de la cárcel
y huyó a Estonia, donde vivió entre 1914 y 1918, año
en que murió. Antes de desencarnar, recibiendo el chamado
del padre, Jesús, me prometí a mí mismo que iba a
volver a la Tierra para curar, siempre que pudiese. Y aquí estoy.
Después de Arigó, centenares de médiums y curanderos
brasileños aseguraron incorporar al fantasmático "doctor
Fritz".
LOS PADRINOS DE LA CONTROVERSIA
Al revés de lo que se publica en libros y revistas del ramo esotétrico,
Zé Arigó nunca contó con el respaldo de la comunidad
médica. Hasta donde se sabe, Arigó apenas fue observado
por el doctor Ary Lex, un profesor de la Universidad de San Paulo y miembro
de la Academia Médica del Estado, el doctor Oswaldo Lidger Conrado,
cardiólogo y director del Hospital Estatal de Sao Paulo y el médico
norteamericano Andrija Puharich. Todos
ellos tenían fuertes creencias previas en el espiritismo y desconocían
todo acerca de los trucos de los ilusionistas y sobre tretas de curanderos.
Puharich, famoso por su biografía sobre Uri
Geller y otras obras hipercrédulas respecto de la existencia
de lo paranormal, lo visitó desde 1963 en varias ocasiones. Arigó
ya era concido como médium, pero su obra -escrita en colaboración
con el periodista John G. Fuller- Arigó:
surgeon of therusty Knife (Arigó: el cirujano del cuchillo
oxidado)- popularizó al curandero en los Estados Unidos.
Puahrich entrevistó a Arigó declarando poseer un tumor sin
carácter maligno, un lipoma, indoloro pero que le incomodaba.
Para removerlo, dijo Puharich, una cirugía normal llevaría
cerca de 20 minutos. Después de una angustiosa indecisión,
Puahrich resolvió pedirle a Arigó que le extirpara el lipoma.
Se lo quitó en pocos segundos sin causarle ningún
dolor. La apología al curandero brasileño fue publicada
después de muerto, en mayo de 1974. Poco antes de la salida del
libro, Puharich declaró a la prensa brasileña: Infelizmente
no pudimos comprobar ningún caso de operación, a causa de
impedimientos tales como las prohibiciones judiciales" (Citado
por González Quevedo, Diario de Sao Paulo, 2 de junio
de 1968).
LOS PROBLEMAS JUDICIALES
Puharich no había logrado ver trabajar a Arigó porque
ya había sido encarcelado en dos ocasiones acusado de charlatanismo
y ejercicio ilegal de la medicina por la Asociación Médica
y por el Consejo Regional de Medicina de Minas Gerais. La primera vez
que estuvo entre rejas, en octubre de 1957, declaró que no iba
a operar más y tan sólo iba a predicar. Cuando
el 11 de octubre de 1963 volvió a caer preso, argumentó
haber dejado de operar en 1957. Según quienes analizaron filmaciones
del curandero en acción, era cierto: en casi todas las ocasiones
(anteriores e incluso posteriores a aquellas fechas), Arigó no
operaba sino que simulaba hacerlo. Y cuando sus cuchillos
entraban en el cuerpo, conocía el terreno: se comprobó que
durante años fue funcionario del Instituto Nacional de Previsión
Social (IAPTC), donde estuvo en contínuo contacto con enfermeros
y médicos espiritistas. También poseía una biblioteca
con varios volúmenes de Medicina científica y popular. El
ilusionista experto en desenmascarar fraudes paranormales James
Randi tuvo ocasión de ver una película donde Arigó
extraía un quiste subcutáneo del cuerpo cabelludo de un
paciente. En realidad -escribe Randi- yo también realicé
esa operación sobre mí mismo cuando sufrí el desarrollo
de un quiste en la frente que corría el riesgo de convertirse en
un tercer ojo. Dicha aflicción es simplemente un poco de sustancia
grasa inocua debajo de la piel que forma una protuberancia. A menudo,
los quistes desaparecen sin tratamiento, ya que son absorbidos en el sistema
sin provocar daño alguno. Por lo demás, una investigación
de la revista Veja (20-01-71) comprobó que Arigó,
en los casos de desnutrición, siempre entregaba el mismo recetario,
pese a que los pacientes presentaban síntomas diferentes.
El 11 de enero de 1971, cuando regresaba a Congonhas conduciendo
bajo una intensa lluvia, Arigó perdió el control del auto
que se cruzó de mano embistiendo frontalmente a un camión
y fallecía a causa de un traumatismo cerebral.
¿MAGIA O MAFIA?
Una de las afirmaciones promocionales que rodeaban a Arigó, y sobre
las que asentó buena parte de su fama, indicaba que en su clínica
espiritista no le cobraba a nadie. Al morir, dejó
2.325.000 cruzeiros en bancos y acciones (una gran fortuna, tanto en la
época comoa hora), según el inventario entregado al Juez
de Derecho de la Cámara de Congonhas y publicado por el diario
Folha da Tarde el 25 de marzo de 1971. El mayor hotel de la
ciudad estaba a nombre de su hermano Walter, la farmacia San José,
frente al centro espírita, era de su cuñado Betinho y la
segunda farmacia en importancia de la ciudad pertenecía a otro
familiar. Eran esos los sitios a dónde enviaban Arigó
y sus ayudantes a adquirir las medicaciones que él mismo recetaba.
Otro de sus hermanos era dueño de una tienda de souvenirs y muchas
propiedades del pueblo estaban a nombre de los Freitas. El 95 por ciento
de los visitantes llegaban a Congonhas en busca de Arigó, según
una estadística realizada por la Alcaldía de la ciudad.
Oscar González Quevedo, en su libro Los curanderos
(1977), recopila testimonios que revelan la existencia de una verdadera
Mafia Arigó: una claque entusiasta o rentada para endiosarlo,
policías arreglados y un gran engranaje económico donde
Ze Arigó y su esposa estaban en la cúspide.
[Por Alejandro Agostinelli. Este texto es parte del Proyecto
Enciclopedia
Multimedia de Cultos, Mitos y Misterios. Exclusivo para Dios! ©
2002 Todos los derechos reservados.]
Bibliografía:
Renault, Frank Médiums, Espíritas e
Videntes (Ed. Ediouro, s/f)
González Quevedo, Oscar; Los curanderos (Ed. Sal Terrae,
Santander, 1977).
Gardner, Martin; La ciencia. Lo bueno, lo malo y lo falso
Alianza Editorial, 1981. Cap 25: Uri y Arigó. Pp. 425-447.
Randi, James; Flim-Flam! Prometheus Books, Buffalo, New York, 1982, cap.
9. (Trad. al español como Fraudes Paranormales, Tikal
Ediciones, Girona, España, 1994.)
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