Es productor, animador y guionista de televisión. Pero Dominguez
es, ante todo, un lenguaraz de verba pomposa -aunque sin contenido- y
un pícaro con carné. Y con pocas, muy pocas pulgas. Durante
años se lo recordó por su participación en "Odol
Pregunta", el envío televisivo de preguntas y respuestas conducido
por Cacho Fontana a comienzos de los 70, donde respondía
a cambio sobre mitología griega haciendo alarde de una memoria
prodigiosa o -según lenguas luciferinas- gracias a una pequeña
ayuda de amigos en la producción. Y, como hablaba rápido,
muchos lo creyeron un niño prodigio.
En los 80, Dominguez regresó con Fontana en "La Máquina
de Mirar" y, a mediados de los 90, reapareció como converso
espiritual y autor de la fallida miniserie "La Marca del Deseo".
El novelón -protagonizado por Gerardo
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Romano y Sandra Ballesteros- se levantó en medio
de una curiosa controversia: el perjudicado acusó al canal de censura,
mientras que algunos periodistas hablaron de bodrio impresentable.
Estos críticos confiaron que las autoridades del canal, atendiendo
tanto a razones de bajo ráting como de buen gusto, se habían
arrepentido de haber puesto en el aire el esperpento.
A principios de 1995, Dominguez regresó de las islas Filipinas
con un camarógrafo de Canal 9 entregándole al por entonces
director, Alejandro Romay, una nota exclusiva con Alex
Orbito, el más conocido de los cirujanos psíquicos
de aquel país. En realidad, la nota había sido pactada con
la Fundación Argentino-Brasileña (la misma que luego trajo
a Emilio Laporga), hoy rebautizada Fundación
Salud, cuya directora, Stella Maris Marusso,
le allanó el camino a un sanador ante la posibilidad
-completamente infundada- de que Domínguez pudiera o pretendiera
realizar una investigación escéptica.
¿CONVICCIÓN O NEGOCIOS?
A poco de regresar de Filipinas, el ardid propagandístico de Dominguez
quedó al descubierto cuando el noticiero del canal presentó
su informe. Presentado y editado a la manera de esas tandas
que venden productos para adelgazar al instante o curar cualquier dolencia
milagrosamente, el mismo Dominguez promovía, con un fervor digno
de mejores causas, los extraordinarios poderes de curación
de Orbito.
Tanto caradurismo incitó la curiosidad de algunos periodistas.
El autor de estas líneas, a principios de mayo de 1995, fue directamente
a preguntarle cómo reaccionaría si estuviera ante pruebas
claras de que el sanador es un fraude. Durante el reportaje,
luego publicado en el diario La Prensa, Dominguez se enfrentó
con una escena de su propio video donde se ve al filipino manipulando
entre sus dedos una ampolla (presumiblemente con sangre falsa y menudos
de pollo) instantes antes de extraer el supuesto mal
del paciente. En esa ocasión, el ex niño prodigio
se negó a examinar las evidencias de la impostura, alejó
a las imágenes de su vista con displicencia e insistió:
Frente al hecho terminal, todo recurso que maneje la magia de la
autocuración es bienvenido. -¿Aunque sea un fraude? -insistió
el cronista, estupefacto. Si los resultados son memorables, bienvenido
el fraude, respondió Dominguez (1).
¿Cómo Claudio Dominguez pudo prestarse a un fraude
ya comprobado? ¿Obra por convicción o es simplemente una
cuestión comercial? ¿Por qué no se informó
antes con los especialistas, si es un hombre de tan larga actividad en
los sets televisivos?, se preguntó, con fingida ingenuidad,
la periodista Viviana
Gorbato ante su colega, el legendario Pipo Mancera.
Mancera no parece tenerle mucho respeto -escribe Gorbato refiriéndose
a la reacción de Pipo al oir el nombre de Dominguez-: comenta con
ironía acerca de la larga experiencia en mitologías del
ahora promotor de sanaciones espirituales (2).
Para decirlo llanamente, había razones para pensar que Dominguez
había puesto un negocio en marcha y debía evitar por todos
los medios que se le escurriera entre los dedos el filón que
acababa de descubrir. Ahora bien, ¿existen pruebas que respalden
esa presunción?
COINCIDENCIAS EXTRAÑAS
Poco después de que Dominguez presentara su informe
en el noticiero, Alex Orbito desembarcó en la Argentina para dictar
seminarios en la Fundación Argentino-Brasileña
donde practicaría entre pacientes argentinos -a razón de
350 dólares per cápita- su fraudulenta cirugía
psíquica. Antes de que yo hablara, Orbito reunía
300 personas en cada seminario; ahora, después de mis presentaciones
en medios masivos, llega a haber más de mil personas, se
pavoneó Domínguez ante Uri Lecziky, el periodista que colaboró
con Gorbato para el libro La Argentina Embrujada. Mil personas
por 350 dólares arroja una inquietante recaudación de 350.000
dólares, a repartirse entre la Fundación, Alex Orbito y
¿Domínguez? No hace falta ser mal pensado: el ex niño
prodigio ya había montado su propio negocio. A saber: un contrato
con una editorial y el lanzamiento de una productora de TV dedicada a
la venta de segundos de espiritualidad práctica. Simultáneamente
con la llegada de Orbito y el resurgimiento del tema en los medios (debate
que no se perdió Chiche
Gelblung), el chico Odol presentaba su librito apologético
El milagro de los sanadores filipinos (Ed. Sudamericana, 1995).
Luego escribiría otros opúsculos por el estilo sobre sendas
figuras del escenario religioso de la India, Sai
Baba y la Madre Teresa de Calcuta.
En su programa Por un Mundo Mejor -por una módica suma-
presentan sus servicios o productos acupunturistas, parapsicólogos,
curanderos y afines. En los últimos años, a su cantera de
recursos añadió seminarios donde él mismo imparte
consejos espirituales. ¿Obra por convicción o es simplemente
una cuestión comercial?, se preguntaba Gorbato. A buen entendedor,
pocas palabras.
[Por Alejandro Agostinelli. Este texto es parte del Proyecto
Enciclopedia
Multimedia de Cultos, Mitos y Misterios. Exclusivo para Dios! ©
2002 Todos los derechos reservados.]
REFERENCIAS:
Agostinelli, Alejandro; Bienvenido el fraude, en diario La
Prensa, Buenos Aires, 8 de mayo de 1995. Un año después,
en el programa "El Periscopio", conducido por Jorge Rial, Dominguez
dijo que había sido sacado de contexto. Pero la producción
emitió el audio de la entrevista y los televidentes pudieron oir
la frase con absoluta nitidez. Es más: el periodista, para asegurarse
de que la frase representara el pensamiento de Dominguez, le repitió
varias veces la pregunta, ante la cual siempre respondió que no
le importaba que Orbito fuera un fraude. En 2002, la cinta se volvió
a presentar en una investigación producida por el programa "Zona
de Investigación" (Azul TV) dedicada a mostrar "la otra
cara" del personaje y que se tituló "Por amor al dinero".
2) Viviana Gorbato; La Argentina Embrujada - El Supermercado
Espiritual de los Ricos y Famosos. (Ed. Atlántida, Buenos Aires,
1996). Pp. 146.
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