Fort, Charles Hoy (1874-1932)

Periodista y Escritor. EE. UU.

Precursor del realismo fantástico y coleccionista de hechos fabulosos, su interés por aquello que el sistema científico despreciaba le bastó para encarnar el modelo del intelectual que rompe con lo establecido.Charles Hoy Fort nació en el Bronx, en 1874. Recopiló y publicó un catálogo con 25 mil entradas de fenómenos inexplicables hasta entonces marginados por la ortodoxia académica, que iba clasificando en cajas de zapatos. Allí donde Fort veía un tesoro relegado por la ciencia, los acusados ni siquiera veían basura: no veían nada: lluvias de ranas, caídas de pedazos

de hielo gigante, barro, carne y azufe; nieve negra; bolas de fuego; cometas caprichosos; desapariciones misteriosas, meteoritos con inscripciones extrañas; ruedas luminosas en el mar; lunas azules; soles verdes; aguaceros de sangre. Fort, como los científicos que criticaba, reivindicaba la supremacía de “los hechos”.

Para él, esos “hechos” misteriosos estaban siendo excluidos por la ciencia. Y esa actitud era otro “hecho”. La suspicacia forteana, claro, también era un “hecho”. A aquellos cofres de cosas extrañas les llamaba “el sanatorio de las coincidencias exageradas”. Pero un buen día, creyó que aquellas historias no lo llevaban a ninguna parte y, frustrado, quemó todo, dedicándose desde entonces a “estudiar todas las artes y todas las ciencias”. Se carteó con bibliotecas de todo el mundo, husmeó en libros hasta quedarse de ciego y luego volvió sobre sus archivos malditos, esta vez para tratar de comprobarlos. En esta nueva etapa, mejoró la calidad de sus fuentes: sus recopilaciones ya no eran recortes periodísticos sino revistas como Nature, Scientific American, Annals of Scientific Discovery y American Journal of Science.
Louis Pawels
y Jacques Bergier, los polémicos fundadores de Planeta, la revista-libro que inició el “esoterismo intelectualizado” de los 60, dijeron que Fort fue a la ciencia lo que Tzara, Bretón y sus discípulos iban a introducir en las artes y en la literatura: “la llameante negativa a jugar un juego en el que todo el mundo hace trampa, la furiosa afirmación de que ‘hay otra cosa’. Un enorme esfuerzo no quizá para pensar lo real en su totalidad, sino para impedir que lo real sea pensado de manera falsamente coherente. Una ruptura esencial”.
El “surrealista de la ciencia” -como le llamó el dúo francés- fue quien pensó por primera vez que aquellos objetos aéreos insólitos que algunos veían en el cielo podían ser “naves mundo” venidas del espacio extraterrestre.

EPISTEMÓLOGO DE LA HEREJÍA
"Charles H. Fort es el apóstol de la excepción y el sacerdote engañador de lo improbable”, escribió Ben Hecht. “Desde su quimérico delirio, Fort fue un hombre que señaló como pocos hombres de ciencia -sin serlo- la elefantiasis del sistema científico en un momento en que este adquiere dimensiones leviatánicas”, arriesgó el matemático Alexander Ruiz Euler a propósito de su clásico “The Book of the Damned” (1919) (El Libro de los Condenados [Rumeu Editor, Barcelona; 1969; CS Ediciones, Buenos Aires, 1992]).
Su labor luego fue continuada por la Fortean Society (1931) a través de la revista Doubt (Duda). Desde entonces, los ingleses denominan a estas anomalías “fenómenos forteanos”. Hoy, en Inglaterra, la revista más popular dedicada a lo extraño se llama -precisamente- Fortean Times.
Legendario recopilador de “hechos malditos”, sólo “The Book of the Damned” fue traducido al español. Para algunos autores, Fort hizo una contribución clave en la construcción literaria de la mitología OVNI. Sin embargo, tanto en ese como en otros libros, Fort no menciona casos que se pudieran atribuir a los ahora llamados OVNIs. Más que en “naves extraterrestres”, Fort creía en “superconstrucciones” o “planetas errantes” de dónde podían estar cayendo seres y objetos que aquellos journals tan serios citaban al pasar, o despreciaban sin más.
Fort fue un escéptico de la llamada "ciencia ortodoxa", si fuera posible considerar "ortodoxo" un modo de pensar forzosamente "heterodoxo" si a lo que aspira es a la contínua revisión de sus premisas. Sin embargo, para analizar el escepticismo forteano, hay que situarse en su época. Su inconformismo sigue intacto entre sus herederos. No así, en cambio, su filosofía contra el establishment científico, más cerca del activismo que de la Academia: el escepticismo constructivo que ejercen sus continuadores -especialmente entre aquellos nucleados en las páginas de la magnífica Fortean Times- prueba que sus alumnos no rompieron lanzas con el razonamiento científico deductivo. Hoy, las cosas en las que creía Fort, así como su epistemología conspiranoica, dejaron de ser minoritarias: ahora la herejía parece ser tomar en serio y con espíritu crítico las “anomalías” para las cuales había más claves para su comprensión que lo que se creía hace 80 años. Se internó en el “Mar de los Sargazos cósmico” en 1932. De Fort, sólo queda el recuerdo de su malhumorado cinismo, su fama de iconoclasta incombustible y el bizarro catálogo de fenómenos extravagantes que pocos escépticos modernos tienen la paciencia de tratar de explicar.
“Charles Fort ve a la ciencia como a un coche muy civilizado lanzado por una autopista. Pero a cada lado de esta maravillosa pista de asfalto y neón se extiende un país salvaje, lleno de prodigios y de misterios. ¡Alto!, haced también una prospección del país en anchura, ¡Desviaos! ¡Zigzaguead!”, escriben Pauwels y Bergier. “Concibo todas las cosas como ocupando gradaciones, etapas seriales entre la realidad y la irrealidad... No soy un realista, no soy un idealista. Soy un intermediarista” -se definió Fort-. “Todo lo que nos rodea es parte de alguna cosa, la cual es parte a su vez de otra: en este mundo, nada hay bello, solo las apariencias son intermediarias entre la belleza y la fealdad. Solo es completa la Universalidad, solo es bello lo completo”.

 


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[Por Alejandro Agostinelli. Este texto es parte del Proyecto Enciclopedia Multimedia de Cultos, Mitos y Misterios. Exclusivo para Dios! © 2002 Todos los derechos reservados.]

 

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