Desde entonces, es productor y conductor
de sus espacios radiales y televisivos. Campeón en fusionar periodismo
con show, una de las características distintivas de Chiche
Gelblung como periodista es que imprime la misma pretensión
de solemnidad -y el mismo semblante lúgubre- tanto al presentar
un informe relativamente serio como a otro bizarro o sensacionalista.
EL GELBLUNG DESMITIFICADOR...
Durante los 90, su magazine televisivo Memoria (ex Canal
9, ahora Azul TV) abordó en repetidas emisiones temas relacionados
con los fenómenos extraños, lo paranormal y el misterio,
llegando a denunciar (o dar cabida a quienes denuncian) actividades fraudulentas
respecto de estos temas. Cuando un canal de la competencia presentó
la autopsia del extraterrestre de Roswell (1995), encargó
reconstruir el muñeco y el film para demostrar la facilidad con
que se podía falsificar el pretendido documental; en el caso de
los cirujanos filipinos, como Alex
Orbito (1995) y el cordobés Ricardo
Gil Lecha (1991), invitó al ilusionista experto en engaños
psíquicos Ladislao
Enrique Márquez para que desmontara
el affaire...
Pero que a veces ofrezca la oportunidad a las voces disidentes a dar su
versión de estas controversias sería injusto no recordar
que él mismo ha tendido -y protagonizado- sus propios engaños.
... Y EL GELBLUNG MITIFICADOR
Jamás se sabrá si a algunas de las mejores anécdotas
que circulan sobre el personaje pertenecen a la realidad o a la ficción,
aunque Chiche las deja correr, acaso confiado de que nadie puede
hacerse cargo de leyendas construidas en el anonimato. Algunas de
ellas pueden parecer triviales si es cierto que -para muchos- Gelblung
representa el non plus ultra del periodismo-espectáculo.
Pero vale la pena refrescar algún hit de aquella leyenda
negra admitida por el propio Gelblung. En una ocasión, una revista
lo envió al Atolón de Mururoa donde -a causa de una prueba
nuclear en el Pacífico- habían aparecido miles de pescados
muertos en las orillas. Llegué tarde y me perdí la
matanza de los pescados porque se los había llevado la marea. ¿Cómo
reproducís eso? Vas al mercado, comprás pescados y los tirás
para hacer la foto... (1) Otros ejemplos, más recientes,
mostraron con cuánta facilidad salta del otro lado del cerco.
UN DETECTOR... DE MENTIRITA
A sabiendas de que el Polígrafo (también llamado "detector
de mentiras") carece de todo valor científico, en 1994 Gelblung
-que había importado la idea de un talk show español- comenzó
a utilizar una de estas máquinas de la verdad con la
declamada pretensión de verificar la credibilidad de
algunos entrevistados polémicos. Por el artefacto desfilaron
la supuesta hija de Perón, el charlatán Ricardo
Schiariti y el manager de Diego Maradona, Guillermo Coppola, entre
otros. El experto a cargo de la máquina era un tal
Enrique Prueger (perito en casos juidiciales de relevancia nacional, como
el asesinato del conscripto que determinó el fin del servicio militar
obligatorio), quien, en los veredictos que representaba en Memoria, pontificaba
: Indudablemente, dice la verdad; Indudablemente, miente.
Por aquella fecha, en una entrevista realizada por el autor de estas líneas,
Prueger reconoció: Yo preferiría decir: Hay
una elevada probabilidad. Pero, en televisión, eso duele.
Siguiendo el mismo razonamiento, afirmar que la técnica es infalible
sería saludable. ¿Lo doloroso en estos shows
periodísticos no será acaso la verdad? (2).
A mediados de 2000, Gelblung invitó a Memoria a Leevon
Kennedy, una fantochesca vidente a quien sin embargo
permitió presentarse como la hija no reconocida de John
F. Kennedy y Marilyn Monroe (¿?). La historia tiene
su miga: el periodista vendió a Leevon pomposamente,
adelantando en el videograf que el telespectador pronto conocería
a la vidente más hermosa del mundo. Lo cierto es que,
apenas se la vio descender de la limousine, la surrealista leyenda desapareció
abruptamente de la pantalla: la humanidad de la Kennedy parecía
-para honrar la fulminante definición de un productor del programa-
un recauchutaje de colágeno y siliconas ensambladas por un
cirujano ebrio.
A fin de verificar las promocionadas capacidades parapsicológicas
de la extravagante Leevon, el psicólogo Heriberto
Janosch, presente en el programa, entregó un sobre cerrado
con información que la vidente debía advinar
por medio de sus poderes. Janosch confió en Gelblung
y le entregó el sobre cerrado. Nadie sabe qué sucedió
durante las 24 horas en que el sobre estuvo bajo la custodia de Gelblung.
Al día siguiente, cuando Janosch le preguntó por el contenido
del sobre, la bruja estaba perfectamente enterada. ¿Acaso era
cierto, y Leevon, sino la vidente más hermosa, la más poderosa
del mundo?
TODO POR UN PUNTO MAS DE RATING
¿Leevon pagó por la información? Difícil:
pensar que hubo dinero de por medio significaría ignorar el estilo
Gelblung. El periodista, ante todo, se debe a su público: el
show debe continuar. Es posible que a Chiche se le antojó divertido
que el público se quedara pasmado ante el sorprendente
acierto de una vidente con un aspecto que no le ayudaba en absoluto. Para
lograr su objetivo no le habría importado ridiculizar a Janosch
(por entonces parte del staff de especialistas del programa), a quien,
en tal caso, habría burlado en su buena fe. Pero la saga no acabó
ahí: días después, el conductor de Memoria
desacreditó a la bizarra vidente demostrando que -lejos
de ser hija bastarda del ex presidente de EE.UU. y de la diva de Hollywood-
era misionera y había hecho bolos en películas argentinas
clase Z. Es decir: el mismo Gelblung procedió a desmitificar
a la vidente. Pero si era así, ¿cómo adivinó
"Leevon" el contenido del sobre?
Gelblung, a fin de cuentas, se hizo el distraído cuando el ilusionista
Márquez, en un programa posterior, mostró un tape con
claras evidencias de que el sobre había sido violado. El periodista
nunca volvió a referirse al tema. Ni lo hará jamás:
la TV es un monstruo vertiginoso, donde lo que se dice hoy mañana
es devorado por un nuevo tema, y así hasta el infinito. Además,
¿quién se va a acordar? ¿Ética? ¿Honradez?
Estupideces. ¿A quién le importa la verdad?. Y...
quizá, a la mayoría. Pero entrar en tal discusión
no viene a cuento: la búsqueda de la verdad, en
ciertos círculos, es poco más que una frivolidad. No
en vano, a Chiche se le atribuye la frase Que la verdad
nunca te arruine una buena nota, que repitieron como si acabaran
de descubrir la pólvora varias generaciones de colegas, alguno
de los cuales rozó el bronce en vida al ser nombrado ombudsman
en un diario -ya desaparecido- donde la opinión del lector
era tenida en altísima consideración.
NADA ES LO QUE PARECE
Recientemente, un portal de Internet propuso un cuestionario para saber
donde flotaba Gelblung en la constelación de estrellas mediáticas.
De la encuesta participaron 300 personas. Y se supo que en el ciberespacio
sus cualidades periodísticas son poco valoradas. Según la
encuesta (realizada mientras Memoria mantenía diariamente en pantalla
al seudo médico español Txumari Alfaro),
más del 60 por ciento de los votantes no tuvo piedad con el conductor.
Casi el 30 por ciento opinó que Gelblung es maquiavélico
e inescrupuloso; el 35 por ciento consideró que no
debería tener espacio en la pantalla y que hace un
mal uso del poder de la TV. En minoría, un 23 por ciento
aplaudió sus aciertos periodísticos y un 12
por ciento defendió su figura: "el sensacionalismo de Gelblung
-coincidieron- es inofensivo (3). El público de Internet,
obviamente, no es el mismo que mantiene el televisor encendido en su horario
y en su canal. De manera que esta muestra no representa al televidente
de Memoria, que raramente mide menos de 8 puntos de rating. Y esa
cifra no es menor, más si se considera que se trata de un magazine
que -siempre al filo de la cornisa- debe sacar un conejo de la galera
dos o tres veces por semana.
Lo cierto es que el estilo Gelblung, tan admirado como rechazado
(4), triunfa gracias a su habilidad para mantener al espectador al
filo del sillón. Otros golpes a la credibilidad del personaje
-elogiado e incluso envidiado por algunos colegas- permanecen en las sombras
a causa de esa costumbre argentina según la cual está prohibido
escupir el plato de quien (en algún momento) te puede dar
de comer. Algunos periodistas evitan hablar de sus colegas invocando
una sospechosa deontología profesional. Lejos de comulgar con esa
profesión de corrección política, el autor de estas
líneas cree que -si bien Chiche le resulta mucho menos antipático
que el impresentable Mauro Viale- esa ventaja comparativa no lo exime
de la responsabilidad que supone inmolar los más elementales principios
éticos para hacer un show más televisivo.
La escuela Gelblung pretende que la credibilidad es una pieza
más de un espectáculo donde son las apariencias, y no la
realidad, lo que realmente cuentan, ya que el objetivo no es construir
un relato útil para los televidentes (a quienes se les debe
respeto, pues son los que le pagan su sueldo consumiendo los productos
promocionados a través de las tandas que financian sus programas)
sino tener un punto más de ráting.
[Por Alejandro Agostinelli. Este texto es parte del Proyecto
Enciclopedia
Multimedia de Cultos, Mitos y Misterios. Exclusivo para Dios! ©
2002 Todos los derechos reservados.]
Notas:
(1) Larraquy, Marcelo; Mis críticos terminaron siendo peores
que yo. Entrevista a Chiche Gelblung en revista Noticias,
Buenos Aires, 2 de marzo 2002.
(2) Agostinelli, Alejandro; El vidente en la máquina;
en La Prensa, Buenos Aires, 14 de enero de 1995.
(3) Terra, Chiche Gelblung salió mal parado en una encuesta,
en sección Estrellas y Estrellados, Buenos Aires, 19 de
septiembre de 2001.
(4) Si usted es uno de esos internautas a los que Chiche no les cae muy
simpático que digamos, puede descargar sus sentimientos en http://www.sannicolasweb.com.ar/juego1.htm
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