“El día en que Dreamland se incendió, Coney se convirtió
en un
verdadero manicomio pirotécnico. En
la madrugada del 27 de mayo de 1911 un incendio estalló en la Puerta
del Infierno, un paseo en lancha a una fosa sin fondo. El fuego destrozó
las construcciones de yeso de Dreamland (n. del e.: parque de diversiones
cerca de N. York) mientras “las llamas incontrolables
subían más alto que cualquiera de las torres de Coney, los
animales aullaban desde el interior de las jaulas en donde quedaron atrapados
y los leones, enloquecidos, corrían con las melenas en llamas por
las calles” (...). Ahora, mientras encaramos el fin de milenio,
Dreamland arde otra vez.” Este texto de Dery, extraído
de “The Pyrotechnic Insanitarium: American Culture on the Brink”
(1999) (algunos capítulos del libro se publican aquí
mismo ), es tal vez una de las más
perfectas profecías seculares que anticiparon la hoguera geopolítica,
cultural y social que se inició tras
los
atentados de las Torres Gemelas y el Pentágono en
setiembre de 2001. Los pronósticos de Dery, escéptico
de lo paranormal, fueron más acertados que los de
Michelle
de Nostradamus o los de cualquier otro arúspice psíquico
o astral.
Para Dery,el ciberespacio es otro espejo donde descubrir las
claves del mundo: se inscribe en esa corriente de pensadores
que apuesta revisar los aspectos más reveladores de la condición
humana situándose para observar -y participar- desde los márgenes,
en los extremos patológicos de la cultura. En
su obra denuncia que cada cierre de época trae parte de
la siguiente. “La disolución cultural al agonizar
la Edad Media -escribió- colocó los cimientos del Renacimiento
y de la primera era moderna; la decadencia, a fines del siglo XIX, de
la agricultura despejó el camino para que transitara sin obstáculos
el capitalismo industrial moderno. ¿Qué viene después,
si hemos de basarnos en la ubicuidad de la cirugía plástica
o en la fetichización de los asesinos seriales como signos de una
inminente transformación radical de nuestra vida social?”
RETRATISTA DE UNA ALDEA DESQUICIADA
En ese estrambótico catálogo de horrores posmodernos que
es la materia prima de El Manicomio Pirotécnico,
Dery en 1999 afirmaba que el “fin de milenio en Norteamérica
es un carnaval infernal”, una creciente comedia negra que amenaza
salirse de todo control (1). Dery escribe sobre la desconfianza
en los gobiernos, sobre la brecha que agiganta las diferencias entre pobres
y ricos, sobre la ansiedad finmilenarista, que abarca desde las profecías
apocalípticas bíblicas hasta los conflictos interétnicos
y generacionales. Pinta la aldea norteamericana, sí. Pero sus observaciones
trascienden las fronteras nacionales: “¿Estamos en los albores
de una nueva era de inquietud y sinrazón? ¿O son
las visiones de excesos y premoniciones de cataclismos mera numerología
en Norteamérica, las mismas manías masivas que sitian la
conciencia de Occidente cada mil años?”, se pregunta.
Más que una enumeración indiferente de conductas desquiciadas
(porque en su último libro abundan payasos pervertidos, asesinos
seriales, carne molida, cuerpos desviscerados, tumores en formol, bebés
recién nacidos muertos, partes corporales), Dery describe con precisión
la cultura freak que compartía el zoológico humano
que desfiló por las orillas del pasado milenio, preanunciando a
algunas de las figuras que iban a descollar en los umbrales del actual.
Lo hizo sin nombrar a George Bush
ni a Osama bin Laden, pero ni falta hacía.
En su obra ellos están presentes de la manera más atroz:
reptando en las sombras de esa cultura política mezclada con fundamentalismo
religioso que estaba por estallar.
Desde hace varios años, Dery estudia la sociedad y sus comportamientos
y miedos extremos. Aún no había finalizado el siglo
XX cuando advirtió que la Humanidad era testigo de “una erupción
de extremismos”: deportes extremos, ciencia extrema (cerdos
que producen hemoglobina humana), televisión extrema (los casos
policiacos más espeluznantes), enfermedades extremas (la bacteria
carnívora), sexo extremo (sadomasoquismo), arte extremo (tatuaje
y modificación corporal), juguetes extremos (videogames despojados
de todo concepto de misericordia), creencias extremas (Heaven’s
Gate), asesinos extremos (Jeffrey Dahmer
encabezando el Hit Parade de los depredadores seriales), conductas extremas
(Mike Tyson mordiendo la oreja de Evander
Holyfield) y, más profundamente, extremos económicos: el
profundo abismo que separa a las élites financieras de la pobreza
extrema.”
DEMIURGO DEL APOCALIPSIS
Los hispanos le conocemos a Dery su notable “Velocidad de escape”
(2), donde analiza el alba de un futuro donde la realidad comienza a ser
usurpada por un creciente universo de bits: economía, arte, producción
de bienes y trabajo que se plasman manejando representaciones virtuales
de objetos por medio de herramientas cibernéticas. Dery colaboró
con infinidad de cibermagazines (entre ellos, en el mensuario australiano,
hoy de culto 21C), pero también escribió en The
New York Times, Rolling Stone y Wired, desde donde
lanzó las más duras criticas que recibieron las propuestas
de futuro del gurú del Media Lab the MIT, Nicholas
Negroponte, a quien acusó de postular como un asunto deseable
un futuro consumista y elitista, o de empresarios hiperconcentradas trasnacionales
como las que administran Bill Gates, el fundador
de Microsoft, o el magnate Robert Murdoch.
“Negroponte -escribió
Dery- es un futurista de salón, un vendedor inmaculadamente
vestido y bronceado de la sublimación de la tecnología y
un ejemplo de cómo alguien que no es esencialmente más que
un famoso portavoz-modelo de los cambiantes humores del salón de
muestras de nuestra cultura ha sido elevado al estatus de rey de los filósofos.
Creo que es un triste comentario sobre el mundo intelectual que
alguien como Negroponte, cuyo trabajo básico consiste en que los
japoneses inviertan en el Media Lab de MIT, sea considerado un profundo
pensador sobre los significados de nuestra cultura y tecnología
al final del siglo. Su libro 'Being digital', miope y vacuo,
ofrece una visión profundamente fosilizada que no ha evolucionado
desde la Feria Mundial de Nueva York de 1939” (3).
“Velocidad de escape”, fuente de inspiración de ensayistas
como Erik
Davis, acaso fue el primero que se atrevió a explorar
cómo los intelectuales de la cibercultura comenzaron a deificar
a las nuevas tecnologías. “¿Buscamos un dios en ese
mundo virtual?”, preguntó a Dery el periodista Javier
Martínez de Pisón. “Sobre todo me refiero -contestó-
a la mitologización del Internet como una especie de universo paralelo.
Creo que se trata de dos conceptos: uno es lo que el crítico cultural
Leo Marx denomina ‘la sublimación
de la tecnología’, una vieja tradición del siglo XX
que critica y destruye todo aquello que sea entusiasmo crítico
y disidencia. La sublimación de la tecnología de
la era industrial temprana de los años 20 era un suerte de rapsodia
poética de las grandes obras del hombre, representada
perfectamente por esta declaración de Henry
Adams en el Salón de las Máquinas de la Exposición
Universal de París a comienzos de siglo: ‘La dinamo
es la Virgen María de la cultura de la máquina’.
Es decir, que se oyen ecos de esta retórica en los artículos
de gente como el director de Wired, Kevin
Kelly, que dice cosas como que la primera vez que entró
on-line fue ‘una experiencia religiosa’. O Perry
Barlow, el famoso ciberpontífice, que quisiera que el ‘ciberespacio
se desprendiera de la realidad como una parte de la nave Enterprise’.
Es una clase de retórica que suena a éxtasis religioso.”
LAS TRIBUS ELÉCTRICAS VIENEN MARCHANDO
Dery también se ha interesado por la cultura electrónica
subterránea y las nuevas tribus cibernéticas, especialmente
aquellas que descubrieron en la vida online un océano infinito
de posibilidades, planteando, en algún caso, alcanzar
la inmortalidad haciendo un download de la mente a una computadora.
Escritor de una cultura enciclopédica y editor de el libro de ensayos
sobre cibercultura “Flame wars”, en “El manicomio pirotécnico”
Dery se ocupó del frenesí milenarista y de sus manías,
profecías y delirios. Para Dery, el antídoto para
la tecnofilia o la “alucinación de lo técnico”
es la resacralización del mundo. “Creo que existe
un hambre por lo sagrado en un mundo cuyo foro cultural ha sido borrado
todo vestigio de profundidad espiritual genuina. (...) La escoba con la
que se ha barrido eso ha sido el libre mercado, el capitalismo de consumo
que ha afectado los significados y ha promulgado a las comodidades como
si fueran la forma más real de intercambio entre dos personas,
como el punto más importante de conexión. El mercado
lo ha logrado utilizando la publicidad, que ha extendido sus tentáculos
a las facetas más íntimas de nuestra imaginación,
de nuestra vida mental, constantemente seducida por anuncios, canciones,
productos y películas.”
Dery no escapa al pesimismo que irradia el absorbente agujero negro de
la globalización, según el cual la Era de la Información,
en la medida de que monopolice el control de las actividad económica,
educativa e informativa, seguirá asfixiando el bienestar de los
que carecen de canales de acceso.
En el desolador mapa que Dery dibuja de la "nueva sociedad global",
el vacío del saber aparece como otro de los más
graves estigmas de nuestro tiempo. “Vivimos un momento de ignorancia
extrema, donde el conocimiento vital humano que siempre tuvimos sobre
quiénes somos y dónde vivimos parece estar más allá
de nuestra comprensión. Una ausencia de iluminación, una
Edad de la Desinformación.” A ese panorama le opone acciones
de provocación; por ejemplo: "generando tácticas
simbólicas creativas para cambiar por dentro el sistema"
(4).
NOTAS:
1) “Catálogo de lo grotesco - Un manicomio pirotécnico
que amenaza salirse de control” en Opera
Mundi, Revista Digital, No. 16, México, D. F., 10 de
junio de 2001.
2) Dery, Mark: “Velocidad de Escape” (Grove Press Books, 1996).
Ediciones en español: Siruela, 1998.
3) Martínez de Pisón, Javier; Entrevista con Mark Dery.
En El
médico iberoamericano.
4) Dery, Mark. Intrusión Cultural. Penetrando, ‘Tasajeando’
y Allanando el Imperio de los Signos. Manifiesto publicado en “Open
Magazine” (sin fecha conocida). Una traducción al español
fue difundida por la desaparecida revista cultural “Planeta X”
(México. Director: Óscar
García: 2001).
ENLACES EXTERNOS
Mark Dery
Editorial Siruela
Essential
Media
Opera
Mundi
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