La misma semana en que tuvo lugar mi encuentro en Londres con
Erik Davis, a comienzos de julio de 1999, la iglesia gnóstica
Stella Maris abandonó su base en Cartagena, Colombia, y
desapareció entre las montañas, aparentemente en
busca de la salvación por parte de una nave extraterrestre.
La entrevista se desvió de inmediato al tema OVNI.
Erik Davis: Puerta del Cielo, a
pesar de no usar la palabra gnóstico, también era
un grupo totalmente gnóstico. Me asombra la facilidad con
la que pueden convivir lo gnóstico y la mitología
metafísica con la tecnología. Los OVNIs son el objeto
central del inconsciente tecnológico en el mundo moderno.
Junto a la idea de que existe a nuestra disposición una
tecnología trascendental procedente del cosmos que nos
salvará y nos llevará a algún otro lugar,
aparece también la comunicación, todo el fenómeno
del channelling (“canalización”). Tomemos un texto "canalizado"
bastante habitual, The Starseed Transmissions (Las transmisiones
de las semillas estelares). Hay mucho cristianismo ahí,
pero el mensaje central es extremadamente gnóstico -“hay
que despertarse”, “la realidad es sólo un juego”, y debes
despertar y encontrarte a tí mismo para descubrir qué
es exactamente lo que está pasando antes de que tenga lugar
esa gran transformación apocalíptica. Resulta increíble
lo persistente del tema.
FORTEAN TIMES: Un fuerte tema gnóstico
tiñe el mundillo OVNI, especialmente desde los ’80. Bob
Lazar y John Lear
se refirieron a documentos alienígenas
que describen a los seres humanos como “contenedores” de almas.
Muchos abducidos de John
Mack también se
descubrieron a sí mismos, luego de regresiones hipnóticas,
como almas extraterrestres atrapadas en cuerpos humanos.
ED: Sí, también toda esa idea del
“walk-in” (N. del E: personas que creen a su cuerpo ocupado por
una entidad extraterrestre). Una de las razones por la que pienso
que el gnosticismo es tan apropiado es porque provee una
estructura religiosa y mitológica para una cierta sensación
de alienación. En parte, tiene que ver con ser
individuos fragmentados al comienzo del siglo XXI, con toda esta
tecnología. Pero esta alienación también
es muy antigua -no se trata de la estructura social, se trata
de saber cual es el significado de ser una conciencia dentro de
un cuerpo material. Alguna vez fuimos meros monos haciendo monerías,
hasta que de pronto apareció la mente, analizando las cosas
y diciendo: “Guau, no soy esto, no soy aquello”. Una vez que ese
proceso comienza, convirtiéndose en una parte muy importante
del desarrollo espiritual, uno toma cierta distancia con el mundo.
Me interesan ambas posibilidades de desarrollo en este proceso
-se puede tornar increíblemente dualista, alienante y violento,
o el mundo que nos rodea se puede abrir a una forma mucho más
enriquecedora.
FT: Los temas dualistas parecen teñir
todo el amplio rango de fenómenos paranormales y tradiciones
místicas -otra interesante vuelta de tuerca tecnológica
nos la ofrece la fraternidad de los videntes remotos (RV), con
su forma tecnológicamente sofisticada de viajes astrales.
ED: Sí, una cosa interesante sobre los viajes
astrales es que, cuando los teósofos desarrollaron por
vez primera este lenguaje particular -aunque, por supuesto, estaban
reutilizando ideas y prácticas muy antiguas- vivían
en una época donde se estaban sucediendo un gran número
de revoluciones tecnológicas. Se abrían,
por ejemplo, los nuevos horizontes de la electricidad y el electromagnetismo,
y ese nuevo mundo les dio el lenguaje de la vibración,
al que tan acostumbrados estamos ahora a escuchar como propio
de la Nueva Era. En varios sentidos, es una respuesta
o un cumplido hacia el nuevo modelo de Universo que precedió
a los experimentos de James Clerk Maxwell
y Michael Faraday. Antes, en el siglo
XIX, las ideas eran muy materialistas, éramos sólo
átomos combinándose para crear cuerpos. Pero, con
el nuevo mundo eléctrico, sabemos que una gran parte del
cosmos es invisible, que las ondas de vibración no son
realmente materia... De pronto, en medio de la más alta
cosmología materialista, aparece un vacío de saber
acerca de ese mundo invisible. En la actualidad ya nos hemos acostumbrado,
nuestros cuerpos son atravesados constantemente por señales
de radio, y no nos preocupamos.
La noción de doble astral -otra idea
muy antigua - también se reformula continuamente. Pienso
que hay una relación entre esta noción y la introducción
de la fotografía, y en un grado más lejano, del
fonógrafo. Hemos llegado a un punto en que la
tecnología puede exteriorizar esos aspectos de nosotros
mismos que concebimos en nuestro interior, así que nos
preguntamos ¿dónde están las fronteras de
nuestro ser? Este tipo de reflejos fantasmales en fotos
y grabaciones ejerció una influencia muy importante sobre
muchos espiritistas. Mucha gente pensó que así
es como Dios mantiene al mundo, proyectando una imagen sobre una
placa fotográfica -pienso que el cuerpo astral es una manera
ocultista de sacar ventaja de esta nueva ambigüedad, moviéndose
dentro de este nuevo mundo de fronteras amorfas del ser y tomando
el control. Entonces, parece que este tipo de imágenes/metáforas
son ineludibles, y la visión remota es sólo otro
ejemplo más, reflejo de las discusiones contemporáneas
sobre telepresencia. ¿Estoy presente en ese robot
que manipulo en el fondo del océano? No, estoy en mi sala
de control y también allí. Una parte de mí
está proyectada y moviéndose a través del
robot. La visión remota es una respuesta perfecta a estas
situaciones tecnológicas novedosas.
Con todas estas ideas, lo que siempre estoy buscando,
si te mueves tácitamente en este mundo, es en qué
te ayuda a ver eso que no viste antes. Si te ayuda a ver algo
interesante acerca del funcionamiento de los mundos o de las mentes,
entonces vale la pena andar curioseando por ahí, aún
cuando pienses que probablemente al final todo sea una pérdida
de tiempo. Los OVNIs tienen mucho de esto -yo busco regularmente
información sobre los OVNIs porque me permite conocer cosas
interesantes acerca del funcionamiento de la ciencia, del mundo
y de la manera en que la gente construye sus propias realidades
a este nivel.
Aquello en lo que la gente se concentra, para la
mayoría no importa, así que pasan horas dentro del
mundo Quake o el de la tevé- mientras no salgan a la calle
y maten a alguien, no importa. Pero estudios como el de la Universidad
de Princeton, midiendo los campos de la conciencia humana -por
ejemplo, cuando mucha gente se concentra en determinados eventos
deportivos- sugieren que puede ser importante aquello sobre lo
que pensamos.
Creo que los mundos de las imágenes arquetípicas,
los sueños, el plano astral, el espacio chamánico
o como quieran llamarlos, esos lugares son en parte sustentados
por la conciencia humana. Estamos construyendo constantemente
estos mundos sobre la marcha, así que no pueden considerarse
reales; están cambiando todo el tiempo y reflejando nuestra
imaginación mientras nos movemos por nuestra vida ordinaria.
Hay que ver la manera en que la gente imagina las cosas
en este mundo nuevo, cómo la tecnología le ofrece
un extraordinario poder a ciertas formas de la imaginación.
Pienso que hemos perdido las herramientas para navegar por estos
mundos imaginarios a la manera antigua, estamos casi renunciando
a nuestro cuerpo físico, pasando más y más
tiempo en este espacio etéreo, sin idea de lo que estamos
haciendo. El hecho de que todo esto va a traer consecuencias reales
para el mundo resulta bastante obvio.
FT: Entonces, ¿piensas que estamos
luchando por mantenernos a la par de nuestros propios desarrollos
tecnológicos? ¿La tecnología está
superando a la conciencia humana?
ED: La conciencia es una fuerza multidimensional,
y el mundo de la imaginación popular, el mundo soñado
de los dioses y espíritus está siendo dominado por
la cultura industrial de las imágenes y la información.
La tecnología que hace posible eso está
vampirizando la atención y la energía que necesita
para sostenerse a sí misma en una manera que se puede considerar
demoníaca. Pero pienso que hay algunas finas reservas
de conocimiento y conciencia que se están expandiendo actualmente,
al menos en algunos grupos, mediante tecnologías que nos
muestran cómo nuestros cerebros, y por lo tanto la realidad,
trabajan y se mantienen.
FT: ¿Piensa que Internet puede estar
desarrollando su propia conciencia?
ED: Por supuesto, uno se tropieza con esa idea todo
el tiempo entre la gente más partidaria de esta cultura
de la información. Es interesante porque este es
uno de esos momentos en el que cuanto más racional y tecnológico
seas, más terminas pensando en este tipo de ideas extrañas,
como: ¿qué es la mente después de todo? Meramente
el producto de esta máquina de carne. Y mientras Internet
no es todavía tan sofisticada como el cerebro humano, la
idea de que la conciencia puede emerger en un sistema de procesamiento
de información de la suficiente complejidad es perfectamente
razonable. En verdad, es una de esas ideas inevitables en este
mundo nuevo -y una muy interesante, por cierto.
Yo espero el día, y no tengo casi
dudas de que llegará, en que suceda algo en el mundo, algún
comportamiento, fenómeno o evento de este tipo dentro de
la Internet, que nadie sea capaz de explicar. Los sentimientos
y las reacciones que la gente tenga al respecto, mostrará
hasta que punto estamos dispuestos a aceptar, y temer, de que
exista alguna especie de mente aflorando allí dentro. Tal
vez no sea nada más que el producto de nuestras mentes
trabajando en común -se puede especular indefinidamente
con este tema.
FT: ¿Piensa que nos dirigimos hacia
cierta clase de crisis ontológica?
ED: Sí, pienso que el mundo desarrollado
está condenado a la aparición de ciertas extrañas
formas reaccionarias. Entusiastas schizo síntomas -una
creciente forma ruin y egoísta del darwinismo, defendiendo
que sólo somos genes egoístas tratando de competir
en un ambiente hostil. Estas viejas ideas serán recicladas
en una forma más perniciosa. Pienso que nos vamos
a encontrar relacionándonos interpersonalmente con máquinas,
estén o no vivas o concientes de una manera en que los
científicos puedan debatir, estaremos interactuando con
cosas que tendrán esas cualidades. Eso cambiará
la forma en la que experimentamos la vida, y al resto de la gente.
Esto está ya sucediendo con los juguetes
de los niños -Furbies, Tamagotchis, etc. Aportan un cierto
temor y excitación, y una ambigüedad acerca de la
idea de la vida artificial. Conforme estas cosas se vuelvan más
interactivas y adquieran mayor vida, estaremos abriendo paso a
ese nuevo mundo. Soy de la opinión de que nunca superamos
algunas de nuestras más profundas percepciones de la infancia,
por lo que no me sorprendería que si la gente crece en
ese mundo se adapte con facilidad al uso de interfaces más
sofisticadas, que pueden tener un propósito banal, pero
con una semblanza de personalidad. Creo que vamos a encontrarnos
con futuras inteligencias artificiales personificados en personajes
animados, a nivel de la cultura popular. Y con ellos vendrá
también el miedo -recordemos que los aun relativamente
poco sofisticados Furbies causaron una ola de pánico acerca
de si estaban grabando conversaciones.
Hay un elemento de animismo en la tecnología
actual que seguirá incrementándose -en los científicos
que exploran la vida artificial, los niños que interactúan
con juguetes inteligentes, en la relación entre ecología,
tecnología y el medio ambiente- devolviéndonos a
la forma que vivía el hombre paleolítico, a un mundo
donde la propia naturaleza tiene vida.
FT: ¿Dónde dejará esta
espiritualidad, basada en la nueva tecnología, a todos
aquellos que no se suban al tren?
ED: Es interesante preguntarse en qué medida
estamos siendo envueltos en una cierta obsesión
hipertecnológica milenarista que, en realidad, se encuentra
totalmente al margen de las experiencias vitales de la mayoría
de la población en la Tierra. Que esto llegue
a tener una dimensión religiosa no me sorprendería;
que aquellos que tienen acceso a ese nivel se sientan poseedores
de una cierta comprensión gnóstica, un acceso secreto
que otra gente no posee. Que eso pueda llegar a convertirse en
otra dimensión de la tensión social resulta extraordinario.
Y también muy peligroso.
(*) N del E: “Ghost in the machine” es una metáfora
del alma, por contraposición a la idea decimonónica
del hombre como una máquina sin libre albedrío.
Título original: “Exercising the ghosts in the machine”.
Por Mark Pilkington. Fuente: Fortean Times N° 129.
Diciembre de 1999. Traducción: Alejandro
Ravazzola y Luis
R. González
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