Internet -remedando a Stephen
D. O’Leary- debe ser el único lugar en la Tierra
donde el fuego de Waco continúa ardiendo (1). En
miles de páginas de la web proliferan versiones de teorías
conspirativas, rumores difíciles de probar y aún
más de refutar. El cúmulo de ‘verdades’ contradictorias
(y los intereses cruzados que éstas representan) demuestra
que el desgraciado final del rancho de Monte Carmelo se
parece cada vez más a un relato mitológico,
donde ciertas certezas se desvanecieron con las cenizas y las
dudas crecieron con la confusión de los sobrevivientes,
el dolor de los familiares y el temor de los funcionarios del
gobierno a descubrirse en el banquillo de los acusados. Y todas
esas pasiones mezcladas no hacen más que estimular el escepticismo.
A diez años de Waco, es inevitable comparar
el impacto de aquella tragedia televisada con la que luego causaron,
-varias veces multiplicada- los ataques
del 11 de setiembre de 2001 en Washington y Nueva York
o la revancha imperial, al cabo de los no menos bestiales bombardeos
sobre las poblaciones de Afganistán e Irak de 2002 y 2003.
Pero, en 1993, EE.UU. era otro país.
En el poder no estaban los Bush y sus halcones sino Clinton y
sus palomas (o al menos así nos lo contaron...) David
Koresh no custodiaba pozos de petróleo. El líder
de los davidianos ni siquiera era el demonio que el gobierno quiso
pintar cuando creyó que bastaba para evadir sus propias
responsabilidades. Koresh sólo era un predicador neocristiano
-verborrágico, tosco y rebelde-, que creía fervientemente
en el Apocalipsis, creía oir instrucciones de Dios dentro
de su cabeza y, cuando el mundo se le vino abajo, hizo un último
intento por reconstruir su visión del mundo pidiendo tiempo
para terminar de escribir su nueva cosmogonía, que era
su interpretación personal del Séptimo Sello. A
los davidianos no se los acusaba de algo así como ‘poseer
armas de destrucción masiva’ para justificar el ataque
que siguió al hostigamiento de 51 días sino de almacenar
un puñado rifles automáticos. Pero, como en Irak,
a Washington no le hacían falta pruebas para quitárselos
de encima. En realidad, el poder nunca necesita tener razón
para demostrar al mundo quién es el más fuerte.
David Koresh y los otros 75 ‘ángeles del
Apocalipis’ que perdieron la vida en Monte Carmelo se convirtieron
en mártires de una causa extraña. Las milicias
ultraderechistas tuvieron con Waco la oportunidad de exhibir un
ejemplo de cómo el gobierno aplasta a quienes pretenden
autodefenderse (siendo el caso extremo el del ajusticiado Timothy
McVeight, principal responsable de la voladura del edificio
federal de Oklahoma en 1995); medios e intelectuales progresistas,
por su parte, tampoco tardaron en hallar buenas razones para repudiar
la salvaje agresión que constituyó cruzar el cerco
de una comunidad religiosa disidente como si fuera un búnker
donde se refugiaban criminales.
Gran parte del público también se
alineó contra Washington a propósito del escándalo
de Waco. En una encuesta de agosto de 1999, el 61 por ciento de
los estadounidenses acusaba a los funcionarios del gobierno de
haber aplicado la ley a sangre y fuego. Aún así,
el historiador H. W. Brands, un escritor
e investigador de Texas, aseguró que el episodio sólo
aumentó las sospechas entre gente que ya desconfiaba
del gobierno. Según Brands, en los ‘90 los norteamericanos
miraban con preocupación el crecimiento del mercado de
la tecnología armamentista de la cual Koresh era una de
las encarnaciones prácticas del estereotipo. Y que, a pesar
del desastre, el gurú no caía bien debido a las
historias de abuso sexual de menores que circulaban sobre
él.
Lo cierto es que el final en llamas en Monte Carmelo
fue lo suficientemente confuso para que la cuestión de
‘lo
que realmente sucedió en Waco’ alcanzara la
categoría de mito. Más cuando los intereses en pugna
-familares de las víctimas, minorías religiosas,
funcionarios del Estado- son claramente antagónicos.
GRACIAS POR EL FUEGO Aún se discute
quién o quiénes prendieron la mecha en Waco.
Y algunos creen que la historia del caso dará un vuelco
cuando se determine, si esto todavía fuera posible, quiénes
dispararon primero y cómo se originó el incendio.
Sin duda, aquellos son los datos clave para fijar responsabilidades,
esto es: si desde el principio el gobierno de Clinton estuvo directamente
comprometido en la masacre, si los davidianos pegaron el primer
tiro cuando el 28 de febrero de 1993 irrumpieron los agentes y
luego, cuando el FBI atacó el 19 de abril, se suicidaron
en masa, o si convergieron una o más causas accidentales,
desatadas, eso sí, con el agresivo asalto de los tanques
abriendo boquetes e inoculando gases tóxicos en un complejo
donde había mujeres y niños. Cuando los pronunciamientos
justiciales -favorables a la tesis oficial- siguen siendo cuestionados,
existen dos conclusiones que comparten los principales analistas
de la tragedia policial-religiosa más escandalosa del siglo
XX:
- El mayor pecado de los davidianos fueron sus
creencias milenaristas. Ellos, Koresh en primer lugar, fueron
responsables de haberse obstinado, dramáticamente, a
ajustarse al papel que les había designado Koresh en
el libreto bíblico. Son ante todo culpables de...
creer. De haber creído en la proximidad del fin del mundo
y haber actuado sus creencias hasta el final, exponiendo
sus vidas al peligro que constituía seguir los designios
de un mesías cuyas profecías –al fin y al cabo-
parecían cumplirse.
Ante la ‘construcción policial’ de esta realidad
demencial, sirve de poco clamar que hubiera sido sido más
saludable para todos que las profecías de Koresh quedaran
en manos del destino o dejar que se cumplieran por causas naturales.
Porque...
- El primer pecado de las autoridades federales
fue lanzar un asalto armado sin causas justificadas. Luego
-como señala J.
Gordon Melton en el ensayo Final
en llamas, publicado en este dossier- es responsable
de haber actuado con impaciencia negligente e ignorancia
criminal sobre cómo enfrentar una situación
donde no hacían falta tanques ni gases lacrimógenos
sino expertos en la Biblia que le hicieran ver a Koresh que
estaba equivocado. "Es casi seguro que las acciones del
gobierno aumentaron la resolución de los residentes en
el complejo, acallaron a quienes tenían dudas e hicieron
crecer a Koresh al validar efectivamente sus predicciones.
Los intentos realizados durante el asedio en ‘aumentar la presión’
mediante técnicas tales como la iluminación con
reflectores y bombardeo de sonido parecen ahora tan patéticas
como contraproducentes. Reflejan la premisa errónea de
que la Rama Davidiana se interesaba más por calcular
los costos y beneficios que por llevar unas creencias profundamente
arraigadas a sus conclusiones lógicas. Puesto que
las acciones del gobierno parecían apoyar las enseñanzas
de Koresh, sus seguidores tenían pocos incentivos para
ponerlas en tela de juicio", escribió, en una columna
indignada -escrita a escasas horas de la tragedia-, el profesor
Michael Barkun, un destacado experto
en creencias milenaristas (2).
RECAPITULACIÓN:
LO QUE ESTUVO EN JUEGO EN WACO La Rama Davidiana era
una comunidad religiosa multirracial, asombrosamente liberal
y -según la mayoría de los sobrevivientes- feliz
hasta el 28 de febrero de 1993, cuando un grupo de la Oficina
de Tabaco, Alcohol y Armas de Fuego (ATF) quiso tomar por asalto
las instalaciones del rancho de la Rama Davidiana, presentándose
un tiroteo que dejó a 10 muertos (4 policías y 6
davidianos) y heridos de ambos lados. Tras 51 días de ‘soportar’
cómo el líder de esa pequeña religión
pretendía imponer desde los medios su visión del
mundo, la administración Clinton decidió poner
fin a su primera crisis enviando tanques de asalto a introducir
gases tóxicos en el edificio donde se apiñaban los
fieles, entre los cuales había 25 niños. Las
imprevisiones del FBI fueron tan evidentes que aún se ignora
si los davidianos estuvieron intentando evitar morir asfixiados,
si Koresh decidió que debían quitarse la vida para
no caer en manos de los ‘babilonicos’ (como llamaban, no son razón,
a los agentes federales) o si el incendio fue iniciado accidentalmente
por el FBI: los recipientes de gas que lanzaron al interior
del edificio -se confirmó luego- contenían cloruro
de metileno, un producto que produce mezclas de vapor inflamables
al contacto con el aire en grandes cantidades, que pueden estallar
en un recinto cerrado.
Se acusó a Koresh de abusar de menores y
las pruebas reunidas antes del asalto eran insuficientes,
porque no había orden de allanamiento sino de detener
a Koresh, y una autorización para buscar en el complejo
armas ilegales, y no a un pederasta a quien se podrían
haber llevado por los pelos en uno de sus paseos. Los testimonios
que corroboraron la acusación de abuso sexual de menores
sólo se consiguieron a posteriori, casi a pedido de grupos
de presión sedientos de justicia, cuando Kiri Jewell, según
una declaración que leyó en el Congreso en 1995,
declaró que, a los 14 años de edad, fue llevada
por su madre davidiana a un motel donde Koresh la obligó
a mantener sexo para procrear otro hijo del mesías. Su
madre, Sherri, murió en el asalto del FBI del 19 de abril.
Kiri, que hoy tiene 24 años, termina su carrera de ciencias
políticas y económicas, y trabaja como actriz en
Michigan. Kiri ‘perdonó a su madre’ porque entendió
que aquel acto era parte de la intensidad de su fe (3).
Los hijos de las víctimas de Waco, según
se pudo ver en un especial de Prime Time que proyectó
la cadena ABC a propósito del décimo aniversario
de la masacre, aún se preguntan por qué sus padres
eligieron a Koresh y no a ellos, si es cierto, como parece,
que tomaron la decisión de morir por sus creencias en Monte
Carmelo (4). Los niños de Waco, como se tituló
el programa que para iberoamérica transmitió la
cadena Mundo Olé, aceptaron encontrarse con Byron
Sage, el agente que desde su altavoz le seguía pidiendo
a Koresh la rendición mientras el edificio se hundía
en un torbellino de llamas. Aquellos niños, hoy jóvenes,
esperaban que alguien con responsabilidad les pidiera perdón.
Byron Sage no les dio el gusto. "¿Por qué no enviaron
un camión bomberos a apagar el incendio?", le preguntó
uno de los jóvenes. Sage, más preocupado porque
"quizá entre los padres de aquellos niños estuvo
quienes dispararon contra mis agentes", respondió
inmutable: "Es díficil mandar bomberos cuando te están
apuntando". El agente se permitió una sola concesión:
"Creímos que los padres iban a tener el instinto
natural de proteger y sacar a sus hijos de allí, y nos
equivocamos", les dijo Sage a los diez jovenes que perdieron
a sus padres en la hoguera de Waco.
En resumen:
- Todavía hay opiniones divididas sobre
quién disparó primero durante el asalto
del 28 de febrero de 1993, cuando los agentes de la ATF llegaron
al rancho de la Rama Davidiana con una orden de detención
de Koresh y una autorización para buscar armas ilegales.
- Los davidianos que sobrevivieron a la tragedia
insisten en que ellos comenzaron a disparar para defenderse
del ataque. Los agentes de la ATF, al contrario, acusaron
a los davidianos de haberles tendido una emboscada porque ellos
ya estaban sobreaviso.
- Una década después, nadie responde
por qué la ATF actuó así en vez
de arrestar a Koresh cuando salía a hacer jogging, iba
al pub o viajaba a la ciudad.
- El gobierno no presentó evidencia que
desmintiera que los tanques hubieran introducido deliberadamente
dosis mortales de gas venenoso en un edificio sin ventilación
donde había mujeres, jóvenes y a niños.
- Seis seguidores de Koresh, tres de los cuales
estuvieron con él los 51 días que duró
el asedio, actualmente cumplen sentencia en las prisiones federales
de Louisiana, Kentucky, Illinois y California. Los davidianos
-condenados por portación de armas y homicidio involuntario-
quedarán libres en 2006 y 2007.
LA CAUSA CONTRA EL GOBIERNO Mientras se sustanciaba
el juicio por homicidio contra el gobierno en el juzgado federal
del doctor Walter Smith, la señora Bonnie Haldeman -madre
de David Koresh- afirmó: "Siento que las cosas están
yendo bien". Bonnie perdió a sus trece nietos en
el fuego de Waco. El caso es impulsado por la defensa de catorce
chicos que murieron en el fuego, una niña de 15 años
que sufrió quemaduras graves y tres padres cuyos hijos
murieron en Monte Carmelo.
Hace dos años, Sandy Connizzo planteó
por última vez su demanda pidiendo más detalles
de la muerte de su hijo Michael Schroeder, un joven de 29 años
que recibió 7 disparos de los agentes federales el 28 de
febrero mientras trataba de regresar al complejo davidiano. Allí
estaba su esposa Kathy, su hijo de 3 años Bryan y los otros
hijos de Kathy: Scoth de 12 años, Jake de 10 y Chrissy
de 8. Su viuda Kathy ahora está "demasiado ocupada
criando a sus hijos" para buscar la verdad. "De todos
modos -dice- no me prestarían atención". La
pareja conoció a Koresh en 1989 y pronto decidió
seguirlo hasta Waco. Allí -asegura Kathy- la vida fue buena
hasta el 28 de febrero de 1993. Kathy dejó el sitio el
12 de marzo de 1993 y aceptó declarar. Al salir estuvo
presa tres años por resistir a la autoridad con un arma
de fuego. A veces, dice Kathy, "hubiera deseado irme con
mi esposo". Extraña su vida familiar con Mike en Monte
Carmelo. "Allí la vida era mucho más simple.
Cuidábamos los unos de los otros. Nada tiene sentido fuera
de allí. Es un caos constante", reflexiona. Pero,
finalmente, las cosas no salieron como hubiesen deseado las familias
de las víctimas del 19 de abril en Waco.
- Janet Reno, la Procuradora General del Estado
y quien aconsejó a Clinton que no se podía
esperar más a Koresh (quien pedía tiempo para
terminar un libro sobre los Siete Sellos, cuya
existencia fue demostrada) encargó una ‘investigación
independiente’ al Consejero Especial, John Danforth. Danforth,
un ex senador republicano, concluyó que la persistencia
de las acusaciones contra el gobierno son ‘irrazonables’ a la
luz de la ‘evidencia abrumadora’ que libera a la administración
demócrata de toda responsabilidad. No sólo
Danforth desligó al gobierno del asunto sino que acabó
exonerando a los agentes que asediaron el sitio.
- Sin embargo, diferentes libros de investigación,
especialistas y denunciantes responsables continuaron planteando
preguntas sobre Waco que el informe Danforth dejó sin
contestar. Un creciente movimiento de protesta alternativo
intensificó las críticas, cuestionando desde
las raíces, con el apoyo de académicos de la religión,
el injusto curso de los acontecimientos.
- En este contexto surgió el documental
‘Waco: Las Reglas del Engaño’ (Waco: Rules
of Engagement, nominado a un Oscar, ganador de un premio
Emmy y emitido por la HBO). El impacto del programa fue tan
alto que forzó al gobierno a reabrir el caso. Mike
McNulty, productor de este y otros dos films donde se cuestiona
la política del gobierno sobre el caso, explicó
hace poco: "La gente se da cuenta de que algo estuvo mal.
Lo supieron cuando vieron entrar a oficiales del FBI en vehículos
llenos de armas y tanques en un lugar donde estaba lleno de
mujeres y niños".
- El documental de McNulty presentó imágenes
aéreas que, vistas en infrarrojo, parecen mostrar que
el FBI disparó en el interior del complejo durante
el asalto del 19 de abril. También mostró
cartuchos de granadas pirotécnicas que habrían
sido lanzadas el último día, pudiendo éstas
ser las causantes del incendio.
- El informe Danforth concluyó que el video
no registra disparos de armas de fuego sino que los destellos
son producto de la luz del sol, que reflejaba los escombros
en el área que rodeaba el complejo davidiano.
- Los abogados de la defensa desestimaron las conclusiones
de Danforth sobre las evidencias fílmicas de los disparos
porque la pericia técnica ‘fue realizada por empresas
contratistas del gobierno’.
- En otra causa abierta en Waco y cerrada en septiembre
de 2000, el juez Walter Smith volvió a negar la responsabilidad
estatal y desechó el alegato de los fiscales, apoyándose
en que los agentes federales "no usaron la fuerza bruta"
el 19 de abril, donde ‘sólo se utilizaron gases lacrimógenos’.
Smith consideró que los propios Davidianos iniciaron
el fuego, que mató a 76 hombres, mujeres y niños.
- Ante la denuncia de que se utilizó cloruro
de metileno, un producto inflamable, como propulsor para inyectar
el gas lacrimógeno en el edificio, Danforth descartó
que el material hubiera podido contribuir a la extensión
del fuego ya que "no es posible evaluar la inflamabilidad
que se le presume al gas" bajo las condiciones que
reinaban en el complejo de Waco.
- Michael Caddell -abogado de los davidianos- acusó
al juez Smith de tener prejuicios contra la Rama Davidiana y
su líder, David Koresh. Caddell alegó imparcialidad
ante la cámara de apelaciones asegurando que Smith tenía
preconceptos, probando que antes de expedirse formuló
una ‘caracterización negativa’ del grupo al calificar
a Koresh de ‘loco’ y ‘asesino’.
- No sólo eso: la parte demandante a la
vez presentó un documento de 125 páginas al Circuito
de la Corte de Apelación de Nueva Orleans Número
5. Allí reúnen pruebas de que Smith participó
de la planificación del asedio y manipuló evidencia.
De hecho, Smith ya había dado por cerrado el caso con
anterioridad.
- La Rama Davidiana y las familias de las víctimas
apelaron el rechazo a su reclamo de $ 675 millones de dólares
por los muertos. Piden un nuevo juicio y con otro juez. "La
hostilidad del juez contra esta gente, que la pueden ver, pone
de manifiesto que un juicio justo es imposible", afirmó
Ramsey Clark, abogado a cargo de la defensa.
- Hay un punto donde las críticas son unánimes:
el ATF, del FBI, y del departamento de la Justicia actuaron
con negligencia extrema. Los cuestionamientos que encabezan
la lista son: trabajos de inteligencia pobres, errores en
los juicios, declaraciones poco claras, mentiras y encubrimientos.
- Pero las sospechas llegaron más allá:
rozaron desde la ATF hasta funcionarios locales, desde oficiales
del FBI hasta la Procuradora General del Estado Janet Reno y
el presidente Bill Clinton.
- ¿Cuáles son los motivos de tanta suspicacia?
El gobierno negó por años que se utilizaran balas
pirotécnicas en el asalto final. Pero cuando apareció
esta evidencia, Janet Reno, en una carta que es de dominio público,
suprimió deliberadamente esta referencia. También
despertó sospechas que piezas cruciales de evidencia
forense hubieran simplemente desaparecido o habrían sido
destruidas por el gobierno "cuando las cenizas aún
estaban calientes".
- El cuerpo de bomberos de Waco no fue llamado
hasta ocho minutos después de que el fuego comenzó.
Además, no fueron permitido el acceso de los autobombas
hasta que el edificio se había consumido casi totalmente.
A 10 años del desastre, los habitantes de
Waco aún esperan romper la relación que todos hacen
entre la ciudad y los davidianos. "En los primeros cinco
años, a cualquier persona que le decía que yo soy
de Waco, me relacionaba inmediatamente con la Rama Davidiana",
se queja el empresario Curtis Cleveland. "Pero hace poco
estuve en Pasadena, California, salió el tema y le tuve
que recordar a la gente quién era David Koresh... Ver que
eso está desapareciendo de la memoria de la gente -concluyó
Cleveland- es reconfortante".
Notas y referencias: 1) O’ Leary, Stephen
D. ‘El fuego de Waco continúa ardiendo en el Web’, en Online
Journalism Review 13 octubre de 2000, en http://ojr.usc.edu/content/story.cfm?request=468
/
2) Thompson, Damian; El fin del tiempo. Fe y
temor a la sombra del milenio. Grupo Santillana Editores,
Col. Taurus, 1998. Pp. 343.
3) Kiri Jewell, en Prime Time, insistió
en que ‘perdonaba a su madre’ incluso cuando el conductor, Charles
Gibson, le planteó que -cuando ella también fuera
madre- ‘seguramente iba a revisar su idea’, ya que ‘para un padre
no hay nada por encima a un hijo’. Gibson juzgaba la calidad
del amor de la madre de Kiri ante su propia hija y ante millones
de espectadores. Sólo la impunidad que otorga a ciertos
personajes la TV puede permitir que un conductor cuestione la
escala de valores de una madre ante su propia huérfana
mientras ésta se esfuerza por comprender los actos de su
difunta.
Noticias consultadas:
"Davidians Appeal Wrongful-Death Case" (AP, April 18, 2002) "Rama
DavidianaPush for New Trial" by Adam Nossiter, (AP, Feb. 10, 2003)
y "Davidians Pursue Claims Against U.S." by Adam Nossiter (AP,
February 9, 2003), "Controversy still surrounds tragedy" A look
at the events, politics and those who were involved by Jason Embry
(The Waco Tribune-Herald, February 23, 2003) / "Survivors
Mark 10-Year Anniversary of Raid on Branch Davidians" (AP, February
28, 2003) / "10 Years Later, Uneasy Acceptance" by Lorie Jewell
(Tampa Tribune, February 28, 2003)/ "Survivors Mark Anniversary
of Waco Raid" by Angela K. Brown (AP, February 28, 2003). (Nuestro
agradecimiento a Alejandro
Frigerio, por varios de los artículos utilizados).
ENLACES RELACIONADOS
Waco Tribune Herald http://www.wacotrib.com
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