Toda cultura consiste en una mezcla de continuidad
y variación, convencionalismo y creatividad, señal
y ruido. Es siempre nueva y por siempre antigua, conforme la humanidad
revive viejos sueños y pesadillas, o los olvida y forja
otros distintos. Parte de las delicias que ofrece la Historia
es el reconocimiento de que no importa lo original que parezca
un hecho dado: en él siempre se pueden hallar rastros del
pasado.
Si el fenómeno OVNI es un "artefacto"
de la cultura, es razonable esperar que podrían identificarse
antecedentes culturales para sus rasgos más destacados.
Los extraterrestres, en cambio, deberían ser independientes
de la cultura terrestre y, como recién llegados, sus
características deberían presentar algún
tipo de discontinuidad con nuestro pasado. En los últimos
años, diversos estudiosos del fenómeno abduccionista
han lanzado una provocación: esas discontinuidades, aseguran,
existen. Implícitamente, tal afirmación redundaría
en un debilitamiento de los paradigmas socio-psicológicos
(HSP) y una potenciación de la hipótesis extraterrestre
(HET).
El profesor David
Jacobs, un ufólogo que estudió la historia
de los OVNIs, argumenta que la iconografía del fenómeno
OVNI aparece de forma súbita, "ex- nihilo", en
1947. Budd
Hopkins,
principal promotor de las abducciones en los Estados Unidos, señala
que los intrigantes seres, manipuladores pero físicamente
débiles, descritos en las abducciones, no guardan ninguna
similitud con "los buenos y malos típicos de la ciencia-ficción".
Thomas
E. Bullard,
etnólogo interesado desde hace años en el fenómeno,
hace la afirmación, bastante más modesta, de que
la piedra angular del misterio abduccionista, el viaje interrumpido
de Betty y Barney Hill, no posee
fuentes culturales de las que pudieran derivarse una experiencia
como la que describen. Ellos estaban, en cita textual, "libres
de toda predisposición": fueron los primeros.
Estos son retos poderosos para cualquier partidario del origen
cultural del fenómeno OVNI. Tienen escrito "Rebáteme
si puedes" en todas sus caras. ¿Puede demostrarse que el
entorno cultural predispuso a dichas personas para sufrir tales
experiencias?
La afirmación más audaz es la que
realizó David Jacobs. Jacobs afirma: "no existe ningún
precedente sobre la apariencia o la configuración de los
objetos vistos en 1947" ni en las habituales películas
de ciencia-ficción (en adelante, SF) de la época
ni en la cultura popular en general. Los OVNIs no se parecen en
nada a las imaginativas naves-cohete ni a cualquier otro tipo
de aeronave espacial descrita en la literatura de SF
En su sentido más trivial y estricto dicha
afirmación es simplemente errónea. Las naves
espaciales en forma de disco tienen muchos precedentes en la cultura
popular. Aparecen en Buck Rogers
desde 1930. Vuelan en una tira de Flash
Gordon de 1934. El ilustrador de SF Frank
R. Paul dibujaba platillos voladores en fechas tan tempranas
como 1931 y lo hacía con asiduidad. Otros ilustradores
del género utilizaron también la forma discoidal
mucho antes de 1947. Pero se trata de coincidencias inevitables
dentro de la exuberancia de la creatividad artística. El
"platillo volante" nunca fue la forma predominante entre
las naves espaciales dibujadas en la cultura de la época:
lo era el cohete. En este sentido laxo, Jacobs tiene razón,
y si las imágenes de la SF fueran determinantes sobre lo
que la gente llega a imaginar, cualquiera esperaría una
oleada de cohetes fantasma sobre América (NdT: similar
a la ocurrida en Escandinavia el verano del año anterior,
1946). Pero no sucedió así.
La fuente cultural de los OVNIs en forma de disco
se originó en un error periodístico. El relato
de Kenneth Arnold sobre unos misteriosos
objetos volando a velocidad supersónica cerca del monte
Rainier causó sensación, alcanzando los titulares
de los periódicos de todo el país. La velocidad
que desarrollaban era muy superior a la de los aviones de la época,
y nadie había anunciado un vuelo de pruebas (NdT: Pocos
meses después, Yeager rompería la "barrera
del sonido"). Era un rompecabezas excitante.
La forma de los objetos vistos por Arnold es difícil
de describir en una o dos palabras. No era como un avión
o un cohete, ni siquiera como un disco. Cuando el periodista
Bill Bequette escribió su primicia para entregarla
a las agencias de prensa, recordó que Arnold había
descrito el movimiento de los objetos como los de un plato rebotando
en el agua. Confundido por el intento de descripción
metafórica, Bequette denominó a los objetos "platillos
voladores". Arnold declararía después que dicho
nombre suponía "un enorme malentendido". El público,
sin embargo, no lo sabía. Ningún dibujo acompañó
a la historia. La gente empezó a mirar los cielos buscando
platillos volantes y fue exactamente eso lo que encontró.
Informaron sobre objetos circulares y planos que parecían
como los "platillos volantes" sonaban que debían
parecer. Igualmente importante: nadie informó sobre
objetos como los dibujados por Arnold en su informe a la Fuerza
Aérea. Las implicaciones de este error periodístico
son altamente demoledoras. No solamente apuntan sin ambigüedad
hacia un origen cultural de todo el fenómeno de los platillos
volantes, sino que levantan una paradoja de primer orden ante
cualquier intento de interpretar el fenómeno en términos
extraterrestres: ¿Por qué los extraterrestres iban a rediseñar
sus naves para adaptarse al error de Bequette?
Esta paradoja es una mala noticia para los informes
de abducción. Según una estadística de
Bullard, en el 82 por ciento de los casos de este tipo donde se
describen las naves, éstas encajan plenamente dentro del
estereotipo del platillo volante. Ello supera en exceso la proporción
aproximada de un tercio que los platillos y discos alcanzan en
una muestra más general de informes OVNI. Si la imaginación
y las expectativas culturales juegan un papel más importante
en las abducciones que en las interpretaciones erróneas
de los estímulos mundanos, más constreñidas
por la realidad, entonces estos porcentajes tendrían sentido.
El mito de los platillos volantes nos predispone perfectamente
para que incluyamos platillos volantes en nuestras fantasías
y pesadillas sobre extraterrestres.
Lo anterior soluciona el problema de las naves.
Pero, ¿y los seres? Budd Hopkins destaca que son seres complejos,
manipuladores pero físicamente débiles, que forzados
por necesidades de supervivencia buscan y secuestran seres humanos.
Esto no se parece en nada a los extraterrestres divinizados de
Encuentros en la Tercera Fase; al amable y espiritual alienígena
de Ultimatum a la Tierra; o a los marcianos de La Guerra
de los Mundos, que "estúpidamente nos devoran
y conquistan", según como lo ve Hopkins. Nada de lo
que dicen sus abducidos "de ninguna forma nos recuerda a
los típicos buenos y malos de la ‘sci-fi’", insiste
en decirnos.
Las descripciones de Hopkins dejan bastante que
desear. Los extraterrestres casi divinos de Encuentros
destrozan la casa de Barry y aterrorizan a su madre, secuestrándolo.
Además hacen añicos la vida y la salud mental de
Neary. El amable y espiritual Klaatu va acompañado de un
robot muy metódico. Su oferta de una fuerza de policía
es eminentemente pragmática. En ambos casos, la comparación
es frívola porque aquellos ufonautas que encajan con
estas descripciones van directamente al archivo de los "contactados".
Hopkins mantiene que es instructivo comprobar que sus abducidos
no son devorados como en La Guerra de los Mundos, pero
¿cómo podría un mito devorar a una persona?
Para cualquier aficionado, es evidente que Hopkins
es un ignorante de la SF por el simple hecho de utilizar esa repelente
abreviatura ‘sci-fi’, un signo inequívoco que delata a
un desconocedor del género. La Guerra de los Mundos
es una de las más reconocidas obras maestras, pero resulta
evidente que Hopkins no la ha leído, o habría considerado
a Herbert G. Wells como un abducido
latente. Lejos de devorarnos "estúpidamente",
Wells dotó a sus marcianos de "unos amplios intelectos,
fríos y sin compasión". No devoraban a la gente
sino que extraían la sangre de otras criaturas y se la
inyectaban en sus propios cuerpos. Sus marcianos "no poseían
importantes mecanismos musculares". Los invasores traían
como provisiones bípedos con frágiles esqueletos
silíceos y débiles musculaturas.
Existen muchas otras similitudes con los relatos
de abducción: un enorme par de ojos oscuros de una extraordinaria
intensidad, una boca sin labios, piel de color grisáceo
y resplandeciente como cuero mojado y telepatía. Incluso
"carecían de sexo". Añadamos a todo esto
que sus naves eran circulares, emitían un peculiar zumbido,
y, cuando se desplazaban por la atmósfera, brillaban luminosas.
De hecho, los marcianos de Wells se parecen mucho más a
los extraterrestres de Hopkins que los que aparecen en la mayoría
de los informes de abducción.
Hopkins también se equivoca al pensar que
los marcianos de Wells eran "meros monstruos satánicos".
Su motivación era la supervivencia. Su mundo estaba muriendo
y la Tierra era su única escapatoria. Irónicamente,
justo un par de páginas antes de destrozar La Guerra
de los Mundos, Hopkins cita las impresiones de un abducido
quien cree que los extraterrestres provienen de una sociedad con
millones de años de antigüedad que se encuentra al
borde de la extinción. Necesitan desesperadamente sobrevivir.
Esta idea coloca a los tripulantes de los OVNIs justo en el
medio de los más tradicionales extraterrestres de la cinematografía
de SF.
Los planetas moribundos son habituales en las películas
sobre invasiones extraterrestres. Es lo que empuja a los alienígenas
en This Island, Earth para secuestrar a los expertos terrestres
en energía atómica. Impulsa a los extraterrestres
de The 27th Day a facilitar a la raza humana
los medios para su autodestrucción. Motiva a los Killers
from Space para operar a un hombre, extraerle información
de la mente y obligarlo a convertirse en un espía saboteador.
Es lo que lleva a la Devil Girl from Mars a secuestrar
hombres rebosantes de salud. De igual forma, induce a los alienígenas
de I Married a Monster from Outer Space, The Mysterians,
y Mars needs women a conseguir mujeres como hembras reproductoras.
Un astrónomo en Invasores de Marte teoriza que las
secretas operaciones extraterrestres se deben a que Marte es un
planeta moribundo. Los extraterrestres de la popular serie televisiva
Los Invasores también huyen de un mundo en extinción.
El hecho es que la mayoría de los extraterrestres
de las películas tienen alguna motivación implícita
para sus actividades. Una de las pocas excepciones que he podido
encontrar son los "delgadísimos y frágiles"
seres de Target Earth!, e incluso ellos no parecen especialmente
satánicos o monstruosos. Parece mucho más adecuado
darle la vuelta al argumento usado por Hopkins. Él no dice
nada sobre que los seres que realizan las abducciones parezcan
sacados de la "sci-fi". Yo contesto: Pero, ¿existe algo
sobre los tripulantes de los OVNIs que no parezca SF?
El secuestrado en la película de 1954 Killers
from Space mostraba una extraña cicatriz y había
olvidado el encuentro con los extraterrestres que se la produjeron.
El extraño embarazo de varias mujeres (incluyendo vírgenes)
y el posterior nacimiento de inteligentes niños híbridos
es el tema de la película, estrenada en 1960, El pueblo
de los malditos. Los implantes cerebrales aparecen ya en la
película de 1953, Invasores de Marte.
Echemos un vistazo a las criaturas de la película
de 1957 Invasion of the Saucer Men. Esos invasores calvos,
con cerebros abombados, ojos protuberantes y sin nariz, encajan
con el estereotipo de los tripulantes de los OVNIs dibujado
por Bullard hasta un extremo espeluznante. Incluso sugiere que
los abducidos no sólo son unos plagiarios sino que, además,
carecen de buen gusto.
La Tierra contra los platillos volantes (1956)
es también un precedente del folklore OVNI al describir
una abducción en la que se extraen pensamientos a la víctima.
Los extraterrestres secuestran a un general, hacen su cabeza transparente
y se apoderan de todos sus conocimientos para guardarlos en un
Banco de Memoria Infinitamente Indexado. Aunque la frecuencia
con que aparece este motivo en las abducciones puede atribuirse
a factores psicológicos de la propia personalidad de los
testigos, nadie puede negar la posibilidad de que estas películas
ofrezcan un marco cultural a esta asociación. Dentro
de varios años, seguramente tendremos una epidemia de hipocondríacos
temerosos de parásitos implantados que devoran sus entrañas
y acaban explotando en su pecho, derivados de la influencia de
la película Alien como fuente de tal asociación.
En la actualidad, un relato de este tipo resultaría muy
sospechoso, pero eventualmente alguna curiosidad médica
pudiera ser relacionada con este tipo de alucinación y
el folklore OVNI evolucionaría en nuevas direcciones. Aunque,
debido al carácter caprichoso de los factores sociales,
también puede suceder que no ocurra nada.
En una línea más esotérica,
incluso la estructura narrativa de las abducciones tiene su
precedente en la SF. Thomas Bullard ha descubierto el coherente
orden estructural en que se desarrollan los hechos durante una
abducción. Existes ocho tipo de escenas que se ordenan
preferentemente de la siguiente forma: (I) captura, (II) examen,
(III) disertación, (IV) paseo por la nave, (V) viaje a
otro mundo, (VI) teofanía, (VII) retorno, y (VIII) repercusiones.
Ninguna abducción contiene todas las fases,
pero las escenas nunca se dan fuera de esta secuencia.
Generalmente a los abducidos no se les enseña la nave antes
de examinarlos, etc., etc. Bullard considera que, desde un punto
de vista racional, el orden seguido en cada caso debería
ser arbitrario y distinto. La fidelidad con que los informes
mantienen el orden mencionado es, para Bullard, prueba suficiente
de que se trata de experiencias reales. Él esperaba
que si los elementos de las historias fuesen subjetivos aparecerían
desordenados.
¿Qué podemos hacer, entonces, con una historieta
de 1930, Tiger Men of Mars,
perteneciente a la serie Buck Rogers in the 25th
Century? (N. del Ed.: Ver el cuadro
que ilustra esta misma nota). Encaja a la perfección con
la estructura diseñada por Bullard. Wilma es objeto de:
(I) La captura por medio de una gigantesca garra
metálica que la introduce en una nave espacial extraterrestre
de forma esférica. (II) un examen mientras yace sobre una
mesa sujeta a un trance electro-hipnótico. (III) una entrevista
con un subordinado y luego con un jefe. (VI) una teofanía
mientras observa la Tierra desde el espacio exterior. (VII) el
retorno a la Tierra. En la continuación aparece un ejemplo
de lo que Bullard denomina "interconexiones" cuando
los extraterrestres secuestran también a la hermana de
Wilma, Sally.
Tenemos incluso un final apocalíptico en
el que una de las lunas de Marte, Fobos, se estrella contra el
planeta.
Para darse una idea de la fuerza de esta narración
basta señalar que sólo existe una abducción
en toda la literatura OVNI con más elementos en el orden
correcto. Otras dos tienen el mismo número de aciertos
que la historia imaginada. Las restantes 163 abducciones que ofrecen
alguna coherencia con el modelo cumplen sólo 5 o menos
de las etapas mencionadas.
Es obvio que la presencia de una estructura no prueba
que la historia del comic sea objetivamente real, y nadie niega
que unos comics olvidados hace tiempo no pueden tener ninguna
influencia creíble en las abducciones actuales.
Por tanto, es mucho más probable que lo que ambos compartan
sea unas regla de orden intuitivo derivadas a partir del propio
dramatismo de la vida diaria. Basta con cambiar los títulos
que Bullard adjudica a sus fases para que aflore la lógica
subyacente: (I) Introducción de personajes; (II) Amenaza
y conflicto; (III) Explicación y conocimiento; (IV) Buenos
deseos e intención de impresionar; (V) Emotividad, suspense;
(VI) Climax; (VII) Final; y (VIII) Consecuencias.
El examen, al igual que la amenaza, representan
los puntos más bajos de la historia y arruinarían
cualquier final feliz, si éste apareciese más tarde.
En los casos que no siguen este orden, incluso, el examen nunca
aparece cerca del final. En la práctica, realizar la teofanía
antes del examen podría ofrecer confianza al abducido y
facilitar las pruebas posteriores. Sin embargo, dramáticamente,
semejante orden sería estúpido porque arruinaría
la intensidad de la amenaza, estropeando la felicidad del final
y la sensación de consumación.
Una amenaza no identificada despierta miedos
más primarios. Desde el punto de vista dramático
sería inadecuado reducir la extrañeza ante el peligro
dejando que el testigo hablara con los seres o que éstos
le enseñeran la nave. También sería un planteamiento
equivocado colocar unos estímulos negativos después
de enviar nuestra señal (el mensaje y la información
facilitada en la disertación, paseo y teofanía).
El viaje fuera de este mundo es una forma de aumentar
el suspense, y puede aparecer en cualquier etapa entre
la captura y el climax. La mayoría de los casos que para
Bullard son anómalos sitúan el viaje en un orden
distinto del que él considera correcto. Dicho en pocas
palabras, el orden adecuado señalado por Bullard resulta
ser la mejor forma de contar un relato. En consecuencia, lo
mínimo que podemos decir sobre su opinión de que
"la objetividad gana un gran punto a favor" gracias
a la estructuración de los casos, es que resulta problemática.
La viñeta de la captura en Tiger
Men of Mars nos presenta un increíble artilugio
sólo imaginable por un niño: una gigantesca garra
mecánica que atrapa a la víctima en una pieza. Resulta
ser un típico adminículo de los comics, apropiado
en el entorno de un relato de Buck Rogers. Pero resulta curioso
descubrir que algo muy similar aparece en la abducción
de Steven Kilburn, tal como la recoge Budd Hopkins en su libro
Missing Time. Es algo tan poco práctico en una cultura
superior que parece ridículo, pero Hopkins lo incluye sin
asentar el menor signo de extrañeza. Podríamos comprenderlo
en un comic de los años ’30, o incluso en un primer guión
de La Guerra de los Mundos, hasta que alguien se diese
cuenta y lo eliminase, pero ¿en una abducción real? Parece
mucho más sensata la idea de Alvin
Lawson de que Kilburn está rememorando su nacimiento
mediante forceps.
Podría seguir con la diversión derribando
la teoría de Hopkins, pero realmente no merece la pena
dedicarle más espacio. Llega la hora de cuestionar la última
de nuestras tres históricas alegaciones.
Thomas E. Bullard comienza su masivo e impresionante
estudio del misterio de las abducciones con una discusión
sobre el legendario "viaje interrumpido" de Betty y
Barney Hill. Fue una de las historias sobre OVNIs más sensacionales
de la época; una pequeña y angustiosa historia
de miedo que se grabó para siempre en el inconsciente de
toda una generación. No es nada sorprendente que, tras
su aparición en la escena cultural, hayamos asistido a
una proliferación de informes de abducción. Lo que
realmente preocupa a Bullard es de dónde pudieron
sacar ellos la idea. Así, Bullard señala que, en
1961, los informes sobre tripulantes de OVNIs eran conocidos sólo
por unos pocos iniciados. Opina que los Hill no disponían
de ninguna información sobre la cual construir una
pesadilla de este tipo; por lo tanto, afirma: "parece muy
probable que los Hill iniciaran su viaje interrumpido libres
de toda predisposición". Es un "misterio
permanente" cómo pudieron ellos haberselo inventado,
y mientras siga siendo así, "la explicación
basada en la tradición cultural andará con la pata
coja".
Parte del misterio se resuelve con sólo leer
atentamente El Viaje Interrumpido. Allí aparece
escrito como Betty Hill leyó el libro de Donald
Keyhoe, The Flying Saucer Conspiracy, poco antes
de empezar a tener pesadillas sobre la abducción. El libro
de Keyhoe contiene cerca de una docena de casos de ocupantes.
La mayoría es rechazada de entrada por el autor. Entre
esos casos incluye sainetes del tipo de espacionautas rayados
como cebras, otros con caras de elefante, seis brazos y 13 pies
de estatura, relatos de monstruos espaciales y fraudes de contactados.
Sin embargo, Keyhoe da prácticamente su bendición
al informe de un piloto de Pearl Harbour que, terroríficamente
impresionado, proclamaba: "Realmente lo vi" (refiriéndose
al tripulante del platillo como si fuera una persona, no una cosa).
Sin duda, esto habría impresionado a Betty, siendo una
escena similar a la experiencia de Barney cuando vio a los ocupantes
del platillo.
Keyhoe también demuestra una cierta aceptación
respecto de varias historias de OVNIs procedentes de Venezuela
y referidas a unos enanos peludos. Una de ellas podría
servir como posible iniciador de las pesadillas de Betty Hill.
Dos agricultores descubren en una carretera cercana una luz brillante
como la de un automóvil. Flotando a poca distancia del
suelo se encuentra un aparato redondo cuya parte inferior emite
la luz. "Cuatro hombrecillos" salen y tratan de arrastrar
a Jesús Gómez hacia el interior. Hay una cierta
lucha, y son las evidencias de esta lucha las que le dan una
especial credibilidad a los ojos de Keyhoe. A continuación
Keyhoe cita la experiencia de Jesús Paz, a quien se halló
inconsciente tras haber sido asaltado por un enano peludo. Y termina
la serie con el avistamiento por parte de José Parra de
seis pequeñas criaturas peludas al lado de un platillo
y la forma en que lo paralizaron con una brillante luz.
En la pesadilla de Betty Hill ella se encuentra
rodeada por cuatro hombrecillos mientras trata de mantenerse despierta.
Barney se encuentra inconsciente y está siendo transportado
por otro grupo de seres. Eran entre ocho y once cuando aparecieron
en medio de la carretera. La pareja es sacada de su vehículo
y llevada a una brillante nave en forma de platillo. El comportamiento
de los seres es muy profesional y metódico, y van vestidos
en un estilo muy militar. No son terroríficos "per
se". Todo ello está muy en consonancia con las especulaciones
de Keyhoe sobre los extraterrestres, que estarían llevando
a cabo un estudio científico de nuestro planeta
por simple "curiosidad neutral", o como preludio a un
aterrizaje masivo.
Esto nos lleva hasta el interior de la nave, pero
no da mucha idea sobre lo que debería ocurrir dentro. Una
curiosidad neutral probablemente conllevaría algún
tipo de examen o interrogatorio, y algo así efectivamente
ocurre. Sin embargo, tenemos esa escena terrorífica
de la aguja clavada en el ombligo y el asunto del mapa estelar.
Nada en el libro de Keyhoe predispondría a uno para este
tipo de cosas.
Las películas proporcionan otra fuente cultural
de expectativas e imágenes. El propio Bullard indica como
un par de películas de los años cincuenta ofrecen
detalles médicos en un contexto de secuestro por extraterrestres:
Invaders from Mars (1953) y Killers from Space (1954).
Aunque reconoce la influencia de la segunda en algunos casos de
abducción posteriores, descuida la importancia de Invaders
from Mars.
Cerca del climax de la película una mujer
y su hijo son secuestrados por mutantes venidos de Marte y conducidos
a una habitación dentro del platillo. La mujer es colocada
sobre una mesa rectangular que aparece en la escena. Lucha brevemente
hasta que una luz brilla en su cara haciéndola relajarse
y perder el conocimiento. Una aguja, cubierta en parte por una
funda de plástico transparente, es apuntada hacia su nuca.
Le van a implantar un objeto colocado en la punta de la aguja.
En El Viaje Interrumpido encontramos a un
hombre y una mujer secuestrados por unos seres descritos como
mongoloides (un tipo de mutación). En la pesadilla original,
Betty compara sus narices con las de Jimmy Durante (NdT: Famoso
actor cómico norteamericano de enorme nariz). Pues bien,
la misma descripción podría aplicarse, sin exagerar,
a las narices de los mutantes de Invaders from Mars. Curiosamente,
Barney no recuerda esas narices "estilo Durante" de
los seres. Quizá fue en consideración a estos recuerdos
de Barney que Betty suprimió el detalle durante posteriores
sesiones hipnóticas. También pudiera ser que la
gran nariz diera pie a bromas durante las charlas que ella ofreció
a diversos grupos de creyentes, por lo que su inconsciente aprovechó
la oportunidad de eliminar ese molesto detalle cuando el
Dr. Simon lo liberó.
A bordo del platillo hubo algunas pruebas preliminares
algo rutinarias. Luego Betty se tumba en una mesa para ser examinada.
Le clavan agujas en distintas partes del cuerpo, incluida la nuca.
Entonces aparece esa larga aguja, mucho más larga que cualquiera
que ella hubiese visto antes, y se la insertan en el abdomen a
través del ombligo. Experimenta un fuerte dolor. El examinador
le pone la mano sobre los ojos, frota, y el dolor desaparece.
Los paralelismos con la luz calmante de Invaders from Mars
resultan evidentes.
Debo agradecer a Alvin Lawson
por haberme llamado la atención sobre el hecho de que el
detalle de la aguja en el vientre debe su origen a las imágenes
que aparecen en las escenas de la película filmadas dentro
de la sala de operaciones marciana. Ya comenzada la intervención,
la cámara cambia a una vista de gran angular de todo el
teatro de operaciones. Al menos, esto es lo que parece. La imagen
es algo ambigua respecto a escala y contenido. Se espera que los
espectadores la interpreten como una vista general del interior
del platillo, cuya estructura más destacada consiste en
un tubo o conducto metálico que se eleva desde el suelo
hasta el techo. Ofrece un gran parecido formal con la aguja utilizada
en el implante porque el extremo superior del tubo está
rodeado de una cubierta transparente. La ambigüedad de la
imagen, sin embargo, admite una interpretación alternativa.
El conducto metálico y su protección plástica
se transforman en una jeringuilla hipodérmica. El reflejo
del suelo sugiere la curvatura de un vientre. El lugar donde el
tubo se encuentra con el suelo está rodeado de un reborde
circular. Sería el ombligo. En el breve intervalo de tiempo
que dura la imagen, algunas personas no captarán la interpretación
buscada y verán una enorme aguja hipodérmica
que está siendo insertada en el ombligo de la mujer.
Algunos han visto esta escena de la aguja en el
ombligo como reveladora de un procedimiento médico que
no existía en el momento del encuentro. De hecho,
la referencia de los extraterrestres al procedimiento como una
prueba de embarazo es bastante contemporánea para la época.
La amniocentesis ha existido como procedimiento médico
desde finales del siglo XIX. Por entonces, la operación
se efectuaba para extraer líquido amniótico cuando
había demasiada presión durante un embarazo. Sin
embargo, a finales de los años ’50 se convirtió
en el procedimiento adecuado para seguir la evolución del
embarazo en las mujeres con sangre tipo Rh negativo que pudieran
ofrecer incompatibilidad sanguínea. Después de 1966,
la amniocentesis se convirtió en un procedimiento para
realizar pruebas genéticas. La comparación de la
experiencia sufrida por la Sra. Hill con los procedimientos laparoscópicos
ofrece problemas con los detalles.
No hay ninguna charla con los extraterrestres en
Invaders from Mars y no podemos esperar que la escena del
mapa estelar se originase allí, pero los sueños
tienen una especial predilección por las distorsiones y
la mezcla de detalles almacenados en la memoria. Con anterioridad,
en la película, la mujer y el niño se entrevistan
con un científico del observatorio. Este nuevo personaje,
el Dr. Kelston, tiene un gran mapa estelar a su espalda. Durante
la charla, y en distintas ocasiones, señala el mapa y discute
la proximidad de Marte a la Tierra. El detalle más
espeluznante de esta discusión, para el cinéfilo
alerta, es que, mientras él señala en el mapa como
si estos dos planetas estuvieran allí representados, no
se ve nada en el lugar donde debería aparecer la Tierra:
Kelston se lo está inventando todo.
Cualquier similitud entre el mapa estelar de Kelston
y el de Betty Hill sería pura coincidencia. Pero la
paradoja que ambos comparten, no lo es. El dibujo de Betty
contiene los dos planetas que le faltan al de Kelston. (Irónicamente
Marjorie Fish los consideró
estrellas; las estrellas no tienen meridianos) (NdT: Fish, una
profesora americana, analizó los puntos del mapa dibujado
por Betty Hill y llegó a localizarlos, situando el origen
de los tripulantes en la estrella Zeta Reticuli; su interpretación
ha sido ampliamente criticada). Pero cuando los seres le piden
a Betty que indique en el mapa dónde se encuentra la Tierra,
ella revive la extrañeza del espectador. No tiene ni idea.
(Sólo añadir que los tamaños de los planetas
dibujados guardan relación con los de los planetas que
aparecen en el cielo estrellado durante los créditos de
la película).
Entre paréntesis añadamos que en el
guión de la película Invaders from Mars,
Kelston muestra al chico un gran álbum de recortes de diario
sobre platos voladores, antes de pasar a la discusión sobre
el mapa estelar. Esto no aparece en la versión de 78 minutos
para video que tuve ocasión de ver, pero existe una versión
"europea" de 82 minutos donde la escena del observatorio
es más prolongada. ¿Podría alguien decirme si esta
escena fue filmada? Ello podría explicar la parte del relato
de Betty donde le ofrecen un gran libro. (Hace varios años,
cuando esta película se emitió por la televisión
inglesa, incluía la escena mostrando el álbum de
recortes OVNI de Kelston -Nota de John Rimmer,
director de MAGONIA, en la primera edición de este
artículo-).
La similitud entre Invaders from Mars y las
pesadillas de Betty Hill es imperfecta y, evidentemente, no
ofrece nada del rigor de una fórmula matemática.
Los sueños y las pesadillas, por propia naturaleza, casi
nunca son memorias verídicas. Incluso si Betty Hill fue
realmente secuestrada, resultaría muy poco usual que sus
pesadillas fuesen una reconstrucción fotográfica
de su trauma. Las emociones sufridas volverían a surgir,
pero sólo tendrían una similitud metafórica
con su contenido dramático. Lo máximo que uno
podría esperar serían fragmentos de imágenes
distintivas que nos ayudaran a reconstruir las fuentes de
las que surgió el sueño. Es de alguna forma increíble
que existan suficientes elementos de este tipo (las narices estilo
Durante, la aguja abdominal, la idea de emplear luz como tranquilizante,
el mapa estelar...) como para lograr una identificación
que podríamos considerar convincente.
La versión de Barney sobre lo ocurrido probablemente
debe mucho más a todo lo que Betty relató en sus
charlas, pero existe una faceta que es claramente una contribución
personal de Barney: los grandes ojos envolventes de los seres.
Donald Keyhoe enfatizó que eran "la peor característica"
de sus feas caras. Les daba un aire siniestro. Su deformidad llevaba
a Keyhoe a preguntarse que podría haber inducido a los
Hill a imaginar tales criaturas. "Eso es algo que nunca ha
sido totalmente explicado".
Esos ojos envolventes son una verdadera rareza
en las películas de SF. Sólo conozco un ejemplo.
Los exhibía el alienígena que protagonizó
un episodio de la famosa serie televisiva Rumbo a lo desconocido
(The Outer Limits) titulado The
Bellero Shield. Cualquier lector familiarizado con
el dibujo que Barney Hill realizó en colaboración
con el artista gráfico David Baker, sentirá escalofríos
de "deja vu" trepando por la espalda cuando vea este
capítulo televisivo. El parecido está mucho más
acentuado dada la ausencia de orejas, pelo y nariz en ambos seres.
¿Puede tratarse de una simple casualidad? Consideremos lo siguiente:
Barney describió y dibujó por vez primera esos ojos
envolventes durante la sesión hipnótica que tuvo
lugar el 22 de Febrero de 1964. The Bellero Shield fue
emitido el 10 de Febrero de 1964. Sólo doce días
separan ambos sucesos. Si se admite dicha identificación,
la abundancia de ojos envolventes en la literatura abduccionista
se debería atribuir a fuerzas culturales.
Wilder Penfield dijo una vez: "Es mucho mejor
estar equivocado que no tener opinión". Penfield,
al formular esta máxima, se mostró como el sabio
científico que era: los errores son mucho más fructíferos
que el silencio. Lo incitan a uno a la investigación y
al descubrimiento. Si Jacobs, Hopkins y Bullard hubieran sido
cautelosos y reservados, algunas de las sorpresas de este artículo
jamás hubieran salido a la luz. He encontrado cosas sobre
la naturaleza cultural del fenómeno OVNI que nunca hubiera
sospechado. Especialmente, el hecho de que los platillos volantes
se hayan originado en un error periodístico es el chiste
cósmico más sensacional con que me he tropezado
en la vida. Para los demás, puede que no sea la refutación
definitiva de la hipótesis extraterrestre. Pero sí
lo es en mi caso. Siempre le estaré agradecido a estos
autores por ello.
Mi opinión es que la cultura predispone a
la gente a tener los tipos de experiencia OVNI que tienen en un
grado que todavía no apreciamos completamente. Si estoy
equivocado, de todas formas mis argumentaciones no habrán
sido en vano.
Primera publicación: Revista MAGONIA
nº 35, enero de 1990.
Traducido del inglés por Luis
R. González Manso, junio de 1990
Referencias:
1) JACOBS, David M., "The New
Era of UFO Research", Pursuit, no. 78, 1987, p. 50.
2) DILLE, Robert C. (ed.),
The Collected Works of Buck Rogers in the 25th Century,
Chelsea House Publishers, 1969, p. 159.
3) LUNDWALL, Sam J., Science
Fiction: An Illustrated History, Grosset & Dunlap, 1977,
p. 107.
4) SADOUL, Jacques, 2000
A.D.: Illustrations from the Golden Age of Science Fiction Pulps,
Henry Regnery, 1973, pp. 63, 66, 148.
5) Ibid, pp. 69,
70.
6) STEIGER, Brad, Project
Blue Book, Ballantine, 1976. ARNOLD, Kenneth, "How it
all began", in FULLER, Curtis G., Proceedings of the First
International UFO Congress, Warner, 1980.
7) BULLARD, Thomas E.,
UFO Abductions: The Measure of a Mystery. Volume I: Comparative
Study of Abduction Reports, Fund for UFO Research, 1987, p.
196.
8) STORY, Ronald D., Encyclopedia
of UFOs, Dolphin, 1980, pp. 330-4.
9) HOPKINS, Budd, Intruders,
Random, 1987, p. 19
10) NICHOLLS, Peter. The
Science Fiction Encyclopedia, Dolphin, 1979, p. 207.
11) WELLS, H.G.. The
War of the Worlds.
12) HOPKINS, op. cit.,
pp. 189-90.
13) WARREN, Bill. Keep
Watching the Skies: American Science Fiction Movies of the Fifties
(2 vols), McFarland, 1982. NAHA, Ed. The Science Fictionary,
Widewiew, 1980. HARDY, Phil, The Encyclopedia of Science Fiction
Movies, Woodbury, 1984, p. 180.
14) WARREN, op. cit.,
p. 187.
15) BULLARD, op. cit.,
p. 14. NAHA, op. cit., p. 218.
16) REBELLO, Stephen,
"Selling Nightmares: Movie Posters Artists of the Fifties,
Cinefantastique, March 1988, p. 42.
17) BULLARD, op. cit.,
pp. 47-53, 372.
18) DILLE, op. cit.,
pp. 142-45.
19) BULLARD, op. cit.,
pp. 54-5.
20) BULLARD, op. cit.,
pp. 372.
21) HOPKINS, Budd. Missing
Time, Richard Marek, 1981, p. 77. WARREN, op. cit.,
p. 153. Magonia nº 10, 1982, pp. 16-7.
22) BULLARD, op. cit.,
pp. i-ii, 275, 365.
23) FULLER, John G., The
Interrupted Journey: Two Lost Hours Aboard a Flying Saucer,
Dell, 1966, pp. 45-9. KEYHOE, Donald E., The Flying Saucer
Conspiracy, Fieldcrest, 1955, pp. 63-4, 204-5.
24) KEYHOE, op. cit.,
pp. 240-6.
25) FULLER, op. cit.,
pp. 343-4. KEYHOE, op. cit., pp. 58, 65, 190, 208.
26) BULLARD, op. cit.,
p. 14.
27) Invaders from Mars
(1953), video, Fox Hills Video, 1987.
28) FULLER, op. cit.,
p. 344. BULLARD, op. cit., p. 245.
29) FRIEDMAN, Stanton
& SLATE, B. Ann, "UFO Star Base Discovered", UFO
Report, 2, No 1, fall 1974, p. 61. "Amniocentesis",
Encyclopedia Americana.
30) BATTLE, John Tucker,
Invaders from Mars, Script City, n.d., p. 42.
31) KEYHOE, Donald E.,
Aliens from Space, Doubleday, 1973, pp. 243-5.
32) SCHOW, David J. &
FRENTZEN, Jeffrey, The Outer Limits – The Official Companion,
Ace, 1986, pp. 170. BULLARD, op. cit., p. 243.
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