La mera idea de que nos extirpen partes del cuerpo
es de por sí aterradora: nadie desea una operación
o amputación. Inclusive aquellos que deben someterse a
una cirugía no necesariamente quieren que le extraigan
el órgano afectado, más bien desean deshacerse del
problema. Por eso la idea de que a uno le roben una
parte del cuerpo es mucho más terrible. Es la base
de la leyenda urbana sobre el secuestro de órganos, y es
común oír hablar de ella. La película "Coma"
(1978), protagonizada por Michael Douglas, contaba la historia
de ciertos médicos inescrupulosos que robaban órganos
a los pacientes comatosos. En "Central do Brasil" (Estación
Central), un film brasileño estrenado en 1998, se podía
ver a un niño amenazado por secuestradores de órganos.
Este tema también se menciona en la película mexicana
"El espinazo del diablo" (2001). Las leyendas urbanas
se están popularizando cada vez más en la sociedad
actual, y la World Wide Web (Internet) ayuda a esparcir los rumores
y leyendas a velocidades sin precedentes.
Presionando unas pocas teclas, por medio de Internet
se puede enviar a millones de personas toda clase de mentiras,
rumores, conjeturas, verdades e invenciones. Y desde esta perspectiva
debe ser examinada la leyenda urbana del secuestro de órganos
(1). Mucha gente cree que el secuestro de órganos ocurre
de verdad, así como otros creen en cultos y conspiraciones
satánicas organizadas. La tipología número
1 de Niño Secuestrado de acuerdo a la leyenda urbana del
secuestro de órganos corresponde a un niño del tercer
mundo, indefenso, al que se le extirpan los órganos.
El rumor típico es que los niños de la India, de
las Filipinas y de Latinoamérica (mayormente los de Guatemala,
Honduras y Brasil) son secuestrados y vendidos a norteamericanos
o europeos ricos, (Brunvand, 1993). Los robos
más nombrados son los de riñones y córneas.
He aquí algunos elementos incluidos en esta
historia:
- La escena del secuestro del niño se presenta
como un hecho terrorífico. En algunos relatos, un allanamiento
efectuado por la policía descubre chicos aterrorizados,
amontonados, esperando ser llevados, aunque no se dan más
detalles.
- Los chicos invariablemente provienen de un
país del tercer mundo. Esto es muy importante ya
que las leyendas sobre esta clase de secuestros alimentan el
sentimiento antinorteamericano latente en toda Latinoamérica.
La víctima es, por supuesto, un niño
indefenso e inocente. Cómo se las arreglan los secuestradores
para conseguir al niño no es parte de esta historia porque
se asume que éste puede ser fácilmente secuestrado
en la calle y dado luego por muerto. Aunque la identidad de
los niños secuestrados para extraerles los riñones
generalmente se ignora, varios niños a los que se les habían
extraído las córneas, salieron a contarlo.
Estos testimonios son frecuentemente seguidos por cronistas y
periodistas en busca de una nota. Fue famoso el caso de Pedro
Reggi, un niño que decía que le habían
sacado las córneas por la fuerza mientras estaba internado
en la institución mental Montes de Oca en Argentina. El
relato vio la luz en un programa de televisión británico-canadiense
titulado "Body Parts Business" (El negocio de las partes
del cuerpo), y luego fue emitido en un programa de televisión
llamado "Organ Snatchers" (Secuestradores de órganos).
El 25 de noviembre de 1993, cuatro días después
de que fuera televisado el alegato original, Reggi y su hermanastro,
Mario Barretto, asistieron al programa de televisión argentino
"Hora Clave" para retractarse de sus dichos.
Barretto reveló que un oftalmólogo examinó
a Reggi ese mismo día y encontró que sus córneas
estaban intactas, pero que estaban deterioradas debido a una
enfermedad. Una investigación posterior que descubrió
la historia clínica de Reggi, confirmó que la pérdida
de la visión se debió a causas naturales
(Leventhal, 1994).
Un segundo alegato emitido en "Body Parts Business"
fue el del niño hondureño de ocho años Charlie
Alvarado. El niño afirmaba que había sido
secuestrado por extranjeros que querían vender sus órganos,
pero él se las ingenió para escapar después
de cuatro días. Los productores del documental aparentemente
creyeron que tenían suficiente información y no
pasaron al aire ningún examen crítico de las
afirmaciones del niño. Esto llegó a Spiegel Television,
en Alemania, donde se examinaron los supuestos robos de órganos,
incluyendo el de Alvarado. Tal como informó Todd
Leventhal, quien perteneció a la USIA (Agencia de
Información de los Estados Unidos), "de acuerdo a
la emisión del 20 de junio de 1993 de Spiegel Television
sobre este asunto, una investigación sobre los relatos
de Alvarado realizada por juzgados hondureños reveló
que la historia de Charlie era una invención".
"Alvarado no podía recordar el día en que supuestamente
fue secuestrado, no tenía marcas de las cuerdas con que
él dijo que había estado fuertemente atado durante
días, y los dos trabajadores extranjeros a los que él
había acusado de secuestrarlo fueron liberados por falta
de evidencia" (Leventhal, 1994). A pesar de semejantes descuidos,
"Organ Snatchers" ganó en 1995 el prestigioso
premio francés de periodismo Albert Londres (Barry,
1995). En el documental "Organ Snatchers" también
apareció una mujer colombiana, la señora Luz Dary
Vargas, quien afirmó que su hijo Weinis
Jeison había sido víctima de este horrible
crimen. Contó que cuando Jeison se enfermó, lo llevó
a un hospital local, donde le extirparon las córneas, una
historia realmente terrible. Pero cuando la Oficina Colombiana
de Derechos Humanos investigó el robo, la historia comenzó
a desentrañarse. En un informe publicado el 4 de febrero
de 1994, la oficina halló que de hecho Jeison se había
quedado ciego por causas naturales. A principios de febrero
de 1993, el niño fue hospitalizado con numerosos problemas
de salud, incluyendo "infección ocular bilateral severa",
lo que lo llevó a la ceguera bastante antes de haber relatado
el episodio del robo de las córneas. El informe también
afirmaba: "La madre del menor Weinis Jeison, la Sra. Luz
Dary Vargas, recibió la suma de 40.000 pesos [colombianos]
(unos 60 dólares estadounidenses) de un periodista francés...
por la versión de la historia que le dio acerca del niño".
"... También señalamos que aquel periodista
no cuestionó el testimonio verbal dado por la humilde
madre campesina acerca del menor en cuestión en las instituciones
de salud donde el niño asistió... tampoco se
consultó al personal de salud... ni se consultaron las
historias clínicas, como habría de esperarse
(Leventhal, 1994). También aparecieron otros denunciantes,
pero en tales estudios se repite el mismo patrón de relatos,
investigación y subsecuente refutación. Frecuentemente,
la denuncia original recibirá atención internacional,
pero el seguimiento posterior, más sobrio, refutando las
denuncias, sólo llegará a las noticias locales.
Esto lleva a un problema de disponibilidad para los investigadores,
quienes usualmente pasan por alto las notas locales o pequeñas.
VENTA DE ÓRGANOS EN CHINA E INDIA Sería
ingenuo creer que en el mundo no existe el comercio de órganos.
Hay muchos casos verificados de venta de órganos;
de hecho, en algunos países vender un órgano propio
es perfectamente legal. En los Estados Unidos no está permitido,
aunque algunos han sugerido que legalizar la venta salvaría
vidas y sería beneficioso para toda la gente involucrada
en este asunto. En la India, por ejemplo, algunos adultos venden
voluntariamente uno de sus riñones. En 1994, el
Parlamento Indio aprobó una ley que prohibía comprar
o vender órganos humanos para transplantes, pero "una
cláusula en la ley permite que la gente que mantiene lazos
afectivos con el recipiente done sus órganos con la aprobación
del comité" (Cohen, 1998). Otro ejemplo es el caso
de los órganos extraídos a prisioneros chinos recientemente
ejecutados. Aunque el gobierno chino dice que tal recolección
de órganos raramente se realiza, y sólo con el consentimiento
de los prisioneros, varias organizaciones de derechos humanos
afirman lo contrario. En informe de Human Rights Watch/Asia, de
1994, constan pruebas documentadas de que algunos prisioneros
condenados son asesinados y se les extirpar sus órganos
inmediatamente después de la ejecución. Además,
concluye que los prisioneros ejecutados son la "principal
fuente" para el transplante de órganos en China (Leventhal,
1994); Amnesty International llegó a una conclusión
similar.
LA LEYENDA GANA CREDIBILIDAD
Las versiones sobre secuestro de órganos alcanzó
su pico de popularidad a mediados de los años 90, cuando
varias organizaciones conocidas dieron crédito a los
rumores. Como se dijo antes, varios medios publicaron historias
acerca del tráfico de órganos de niños, incluyendo
al diario Correio Braziliense y a un libro publicado en
España titulado "Niños de repuesto". Se
le dio más credibilidad al tema cuando la World Organization
Against Torture (Organización Mundial contra la Tortura)
emitió un informe de su director, Eric
Sottas, en marzo de 1994. El artículo, titulado
"El Comercio de órganos y la tortura", contenía
una lista de seis países latinoamericanos que estaban confirmados
como traficantes de órganos de niños. Sottas
revisó numerosos relatos de tráfico de órganos,
muchos de ellos desacreditados hacía largo tiempo. Sottas
incluyó, por ejemplo, el caso de Pedro Reggi, el niño
argentino ya mencionado, quien había perdido su vista por
enfermedad y no por robo de córneas. La leyenda de secuestro
de órganos de niños llegó inclusive al Parlamento
Europeo. Como señala Leventhal (1994), el Parlamento Europeo
adoptó una "Resolución sobre la prohibición
del comercio en el transplante de órganos" el 14 de
setiembre de 1993. La resolución llama a "tomar medidas
para frenar la mutilación y asesinato de fetos, niños,
y adultos en ciertos países en desarrollo cuyo propósito
es proveer órganos para transplantes". La resolución
se basó en un informe proporcionado por el investigador
especializado Leon Schwartzenberg,
ex ministro de Salud de Francia. El informe de Schwartzenberg
creía en las leyendas de secuestros de órganos,
y el autor basó sus conclusiones en muchas fuentes dudosas
y desmentidas. Rafael Matesanz, coordinador nacional de transplantes
de la Organización Nacional Española para los Transplantes,
presentó una respuesta a la resolución. El informe
dice: "La referencia (a los rumores sobre tráfico
de órganos de niños) en un documento oficial controlado
por el Parlamento Europeo es impropia desde cualquier punto
de vista, porque implica el reconocimiento de que esas prácticas
existen..." (citado en Leventhal, 1994).
AFIRMACIONES DUDOSAS Con tantos informes y
rumores, y con tantos denunciantes de secuestros de órganos,
el mito parece razonable para mucha gente. Después de
todo, ocurren cosas raras todo el tiempo; ¿por qué esto
no podría ser verdad? La respuesta es que, como en
toda leyenda urbana, simplemente no se encuentra la evidencia.
Ya que las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias,
el peso de la prueba recae en aquellos que denuncian que tal comercio
realmente ocurre. Por ahora, la evidencia está lejos de
ser satisfactoria. Al revés, muchos factores contribuyen
para que las denuncias de secuestro de órganos sean sospechosas.
Para empezar, sería casi imposible completar un ciclo entero
de secuestro de órganos. Los transplantes de riñón
no son procedimientos simples que se puedan hacer en la
cocina. Se debe utilizar equipamiento médico complejo,
y los donantes y receptores deben ser cuidadosamente compatibilizados.
Los análisis de tipo sanguíneo y de tejidos y los
tests de histocompatibilidad deben hacerse de antemano. La operación
llevaría entre cuatro y seis horas y requiere
de diez a veinte personas, incluyendo tres miembros del equipo
quirúrgico, un anestesiólogo, y dos enfermeras.
En los Estados Unidos o en Occidente sería prácticamente
imposible ensamblar un gran equipo con personal médico
altamente entrenado que desee involucrarse en semejante conducta
ilegal e inmoral. El personal médico, muy bien pagado en
los Estados Unidos y en el exterior, no correría el riesgo
de llevar a cabo esas operaciones exponiendo sus licencias y su
reputación.
PELIGRO DE... LEYENDA Las leyendas urbanas
sobre secuestros de órganos provocan muchos efectos perjudiciales.
El miedo a que los órganos sean robados por gente de
cierta reputación hace que desciendan las donaciones de
órganos. Por ejemplo, en la provincia argentina de
Córdoba, las donaciones disminuyeron en un 90 por ciento
después de que se corrió el rumor del secuestro.
Y, de acuerdo con Leventhal (1994, "después de que
los cargos falsos por robos de córneas en Colombia fueran
publicitados por un programa de la TV francesa en noviembre de
1993, las donaciones de córnea en Colombia se desplomaron,
cayendo un 90 por ciento, de acuerdo con la Asociación
Panamericana de Bancos de Ojos. Antes de las falsas denuncias,
las donaciones de córnea en Colombia promediaban 94 por
mes, pero después del programa cayeron a 8-10 por mes".
Este tipo de reacción pública costó
vidas humanas, especialmente en casos de riñones y
otros órganos. Cada riñón, córnea,
o cualquier otro órgano que no se dona significa un órgano
menos que podría ayudar a alguien a ver o a vivir un año
más. En muchas áreas de pobreza, tales como las
favelas o barrios pobres de Brasil, la gente podría
evitar tratarse en los hospitales públicos por miedo a
que le roben los órganos (Scheper-Hughes, 1998). Los
resultados pueden ser trágicos ya que los pobres son
aquellos que más necesitan de los servicios médicos.
La United Network for Organ Sharing (Red Unida para Compartir
Órganos) emitió un comunicado en donde fijó
su posición el 21 de febrero de 1997, titulado "Desmitificando
el engaño del robo de riñones", en el cual
puede leerse: "No existe la menor evidencia de que tal actividad
haya ocurrido alguna vez en los Estados Unidos." "...
pero es posible que algunos crean en ella y se decidan en contra
de la donación sin otro motivo que el miedo innecesario".
La National Kidney Foundation (Fundación Nacional
para el Riñon), en un esfuerzo para disipar el rumor, ha
solicitado que cualquiera que afirme haber sido víctima
de un robo ilegal de riñón dé un paso adelante
y entre en contacto con la Fundación. Todavía nadie
presentó un caso verificable en el cual un niño
o un adulto hayan sido secuestrados y se les haya extraído
algún órgano.
Las adopciones entre países también
se resienten. Miles de niños que podrían ser
adoptados por adorables familias norteamericanas o europeas permanecen
en orfanatos en toda Sudamérica. Las agencias locales de
adopción se vuelven susceptibles porque pueden caer
en el descrédito si la comunidad empieza a sospechar
que pueden estar en conexión con traficantes de bebés
o de órganos. Mientras una disminución en la donación
de órganos puede matar gente indirectamente, algo mucho
peor puede ocurrir cuando se esparcen rumores infundados y se
empieza a actuar en consecuencia.
Los extranjeros han sufrido ataques espontáneos,
muchos a mediados de los años 90. En marzo de 1994, Melissa
Larson, una mujer de Nuevo México, estaba haciendo una
excursión a pie en Guatemala cuando fue llevada a la cárcel
para un interrogatorio de rutina. Pronto corrió el rumor,
en la ciudad de Santa Lucía Cotzumalguapa, de que ella
había sido detenida por vender bebés y órganos
de bebés. Cuando fue transferida a una cárcel más
grande, la gente se alborotó, creyendo que había
sobornado a los guardias para que la dejen en libertad. El tumulto
dejó sesenta personas hospitalizadas y produjo cincuenta
arrestos (Morello, 1994). Al mes siguiente la nativa de Alaska
June Weinstock fue golpeada hasta
quedar inconsciente y herida por una horda de 300 personas enfurecidas
al oeste de Guatemala. La mujer de 52 años sufrió
varias heridas, tres fracturas de cráneo, un brazo y una
pierna rotos. Poco después cayó en coma y, hasta
1994, se había recuperado del coma pero su salud seguía
severamente deteriorada. Weinstock fue acusada de secuestrar a
un niño de ocho años. Pero el niño, en verdad,
estaba participando de una procesión religiosa, luego de
la cual había regresado a su casa (Canto, 1994). A pesar
de los peligros que implican tales rumores, las denuncias todavía
circulan por ahí.
En julio de 1998, El Informador, uno de los
principales diarios de Guadalajara, citó al Cardenal Juan
Sandoval Iñiguez diciendo que 20 mil niños mexicanos
han sido secuestrados y transportados al exterior de manera que
sus órganos pudieran ser recolectados. El Cardenal
no pudo presentar ninguna evidencia de lo que afirmó, o
nombrar cuál era el país que supuestamente estaba
importando los niños (Forbes, 1998). Y hacia fines de 1998,
la policía de Brasil supuestamente creía que había
habido robo de órganos en siete casos de desaparecidos
en el Amazonas.
Es importante recordar que las leyendas urbanas
no son necesariamente inofensivas, y de hecho pueden causar
serios daños a personas reales, inocentes. Los rumores,
las leyendas urbanas, y la desinformación pueden conducir
fácilmente al desastre, y a todos nos sirve que sean sometidas
al escrutinio escéptico.
Nota:
(1) Algunas partes del cuerpo aquí citadas, como las córneas,
grasa, y ojos, no son órganos. La distinción
es importante porque las córneas, al ser tejido no-vascular,
no necesitan ser implantadas inmediatamente. Pueden ser útiles
por una o dos semanas, mientras que un riñón
debe ser implantado dentro de los dos días. Esto explica
por qué las denuncias de riñones robados en áreas
rurales y embarcados a Europa, por ejemplo, son altamente sospechosas:
dichos riñones no podrían utilizarse cuando llegaran
a destino.
2002 © Benjamin
Radford. Traducido del inglés por Alejandro
J. Borgo.
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Schramm, Raimund. 1988. "Monstruos dormidos, héroes
cuturales y plantas en crecimiento". Biblioteca Ethnologia.
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