Un campo de trigo puede ser un lugar inquietante en plena noche,
especialmente si se encuentra en tierra sagrada. Hace miles
de años, los antiguos pisaron este lugar y, apenas a un
tiro de lanza, se encuentra un gran círculo de piedras
llenas de líquenes cuyo tamaño empequeñece
al celebrado Stonehenge, sólo a unas millas hacia el sur
en esas mismas planicies envueltas en el velo de la noche. Hace
apenas unas horas, durante uno de los días más calurosos
del verano, varios druidas modernos con sus hábitos blancos
se convirtieron en otra de las atracciones turísticas de
Avebury, mientras realizaban los preparativos para el festival
pagano de Lammas. Ahora, sin embargo, el ambiente de Wiltshire
se había vuelto frío y el viento agitaba las mieses.
Bajo una Luna llena magnífica, incluso ese océano
de mieses parecía amenazador...
I ACTO: UNA APARICIÓN SORPRENDENTE
A fines de julio hay apenas cinco horas de margen entre la caída
de la noche y el amanecer, un margen no muy largo, pero suficiente.
En el alba del jueves 29 de julio, posado como una pintura en
un caballete, en ese campo de trigo apareció un círculo
gigante de casi 120 metros de diámetro. ¿Era otro
de esos fenómenos inexplicables que, como cientos de círculos
anteriores, sería atribuido a lo sobrenatural?
Dentro del círculo, aparecía un diseño
extremadamente complejo en torno a lo que los matemáticos
denominan el “triángulo imposible”, y otros elementos tomados
de lo que se conoce como la geometría sagrada de nuestros
antepasados.
Ni un solo tallo de trigo había sido cortado; cada uno
de ellos había sido aplastado mágicamente según
una pauta diseñada con anterioridad. Mucho antes del caluroso
mediodía, cientos de personas se habían desplazado
ya hasta ese curioso añadido al monumento megalítico
de Avebury y hasta una equipo de la televisión japonesa
estaba muy atareado filmando cualquier cosa a la vista.
II ACTO: TEORÍAS DE TODOS LOS SABORES
Una visitante venida de Sussex, Annie Morrison, se tumbó
con los brazos y piernas abiertas sobre el maíz aplastado
y declaró que sus poderes la habían curado de
un problema en el riñón. Un científico
americano declaró: “El maíz del interior del círculo
ha sido modificado genéticamente por fuerzas ajenas
a nuestro control”. El clarividente Ian Matthews dio una nota
más sombría: “Ha atravesado la tierra para advertirnos”.
Un reconocido experto en los círculos, Rodney Carr Smith,
se mostró tajante, al menos, en un punto: “No existe
forma alguna de que esto haya sido hecho por el hombre. Es demasiado
perfecto”. La familia Chittenden, de Devon, creyó saber
quiénes habían sido los culpables: “Creemos que
ha sido obra de las hadas”, aventuraron. Otra persona tenía
una teoría más moderna pero no menos inusual: “Se
trata de un montaje orquestado por la CIA”, insistía.
En las cercanías, dos mujeres con los brazos levantados
por encima de sus cabezas, andaban entrando y saliendo del círculo
y proclamando que había detectado un campo de fuerza
en su borde exterior.
Desde hace 25 años o más, los círculos en
los campos han levantado pasiones como estas, conduciendo a una
variedad de elaboradas teorías. ¿Son realizados
por los OVNIs, entidades sobrenaturales, o alguna fuerza de la
naturaleza aún desconocidas para la ciencia? ¿O
son obra de simples seres humanos?
Una de las teorías más difundidas, que ha recibido
miles de dólares del Rockfeller Institute norteamericano,
es que estos círculos son creados por algún tipo
de energía que provoca un cambio genético en los
cultivos.
Esta fuerza energética (un remolino de plasma ionizado)
resultaría invisible al ojo humano y actuaría sobre
los cultivos en un instante. El resultado: ¡Diseños
asombrosos!
En los Estados Unidos, varios laboratorios estarían examinando
la composición genética de muestras tomadas tanto
en el interior como en el exterior de dichos círculos.
III ACTO: MISTERIO POR ENCARGO
Pero ha llegado el momento de revelar la terrible verdad. El círculo
aparecido en la plantación de trigo de Avebury (ver
FOTO) no fue creado por un OVNI; ni siquiera por la CIA. Fue
creado para el Daily Mail
por dos artistas londinenses como parte de un elaborado pero intrigante
experimento que revelaría la extraordinaria predisposición
de la gente a creer en lo imposible. Se realizó para
hacer saltar por los aires todos los mitos que rodean el fenómeno
de los círculos en los campos de cultivo. El proyecto contó
con la colaboración de dos artistas de vanguardia, Rod
Dickenson y John Lundberg, cinco
ayudantes, y la inestimable ayuda del granjero Tony Farthing.
Rod Dickenson y John Lundberg, quienes desde siempre se han sentido
fascinados por aquellas áreas de nuestras vidas para las
que no existe explicación, aprendieron a hacer círculos
en los cultivos gracias a los consejos de Doug
Bower, el hombre que junto a su compañero
Dave Chorley, admitió en 1992 que habían estado
realizando círculos dos o tres veces a la semana cada verano
durante casi 15 años. ¿Las herramientas de Bower?
Una plancha de madera con un trozo de cuerda amarrado, un ovillo
de hilo para las medidas, y una gorra con un visor hecho con alambre.
Se calcula que en la actualidad hay más de 16 equipos diferentes
haciendo círculos por todo el país con unas herramientas
tan simples.
Apenas acababan de confesar Bower y Chorley cuando la mayoría
de los investigadores ya los estaban acusando de mentirosos.
Uno en particular, Andy Thomas, aseguraba en su libro "Vital
Signs" (Signos vitales) que su “técnica mecánica
jamás podría haber dejado esas espléndidas
capas entretejidas en el interior... pues es evidente que carecen
de las dotes matemáticas necesarias para lograrlo”.
Rod Dickenson y John Lundberg aceptaron tratar de demostrar
que los viejos métodos de Doug realmente funcionan.
Con nuestro equipo preparado, la siguiente tarea fue encontrar
la localización perfecta. Tomy Farthing posee unos 1.100
acres en ese anfiteatro natural que forman las planicies donde
se aposenta Avebury y se prestó a colaborar. Escogimos
el miércoles 28 de julio, noche de Luna llena, para la
operación...
Para cuando yo llegué a la cercana colina de Silbury junto
al fotógrafo Nick Holt, ésta estaba tomada por multitud
de curiosos dispuestos a ver la gloriosa puesta de sol. El campo
que habíamos escogido, aquel donde pasaríamos las
horas desde la caída de la noche a las 23:00 hasta el amanecer
(a las 4:30) resultaba claramente visible desde el pueblo, desde
la colina de Silbury, y desde todas las granjas cercanas. Resultaba
difícil ver cómo íbamos a poder hacer algo
sin ser vistos.
Desde que empezaron a llegar los fondos del Rockfeller Institute,
y con el creciente interés por los propios círculos,
los caminos y campos de Wiltshire son patrullados cada vez más
por los investigadores del fenómeno, tales como Matthew
Williams y Paul Dialmon, de la The Truth
Seeker’s Review (Revista de los Buscadores de la Verdad).
Durante el día mantienen un perfil bajo, refugiándose
en cantinas como el Barge Inn en el pueblo de Honey Street, el
centro neurálgico reconocido de todos los entusiastas del
misterio, atentos a cualquier murmullo o conversación que
apunte a una posible operación secreta.
Luego, caída la noche, se colocan su ropa de camuflaje
y armados con radios y equipos de visión nocturna, salen
de patrulla, a la caza de cualquier cosa o persona, terrestre
o extraterrestre. Hasta la fecha, su mayor captura ha sido
la de un equipo de la BBC intentando filmar la creación
de uno de esos círculos.
IV ACTO: TEOREMA DEL CÍRCULO PERFECTO
En tres vehículos, nos dirigimos a los puntos de desembarco
asignados, como si fuésemos un equipo de las fuerzas especiales
SAS. Cuando llegamos a las cercanías del punto de entrada
al campo cultivado, el coche dio un repentino giro de 180 grados
y se detuvo frente a la cancela. Saltamos, equipados con las herramientas
del oficio (planchas de madera de 2 x 4 metros y cintas métricas)
y nos metimos de cabeza entre los matorrales que bordean el cultivo.
Allí permanecimos tumbados en silencio mientras llegaban
los demás.
La regla es que los vehículos no debían estar
nunca visibles. Si los hubiésemos detenido justo en
el exterior del campo, o en un estacionamiento o arcén
vacío, alguien podría descubrirlos. Debían
quedar en un lugar nada sospechoso, digamos la calle principal
del pueblo; la seguridad está en la multitud.
Una vez que los conductores volvieron andando para unirse a nosotros,
estuvimos listos para actuar. En vanguardia, Rod y John nos condujeron
a través del campo en la oscuridad. A la menor señal
de peligro, hacían una señal y todos nos lanzábamos
entre el trigo hasta que no quedaban moros en la costa.
La última parte del trayecto fue cuesta arriba y tuvimos
que caminar doblados. Resultó un trabajo físico
agotador, lo que explicaba porqué todo había sido
planeado tan minuciosamente.
El tiempo era precioso e, incluso contando con cinco ayudantes,
Rod y John nunca antes habían intentado un diseño
tan complicado. Contaban con otro artista para ayudarles: Will
Russell, un geómetra de reconocida experiencia captado
de otro equipo.
Me condujeron a que lo John me explico que sería el centro
del diseño y me ordenaron que me quedase agachado en cuclillas.
John enarboló la cinta métrica mientras Rod tomaba
el otro extremo y empezaba a trazar el círculo. Debía
mantener tensa la cinta, porque cualquier aflojamiento significaría
la pérdida de simetría del círculo.
En la oscuridad, las dudas empezaron a asaltarme: cuando saliese
el sol, ¿revelaría sólo un curioso montón
de plantas aplastadas? El diseño era tan complejo y
la luz tan escasa que no parecía posible que pudiese florecer
en todo su esplendor a partir de algo tan pequeño.
V ACTO: COSA DE HOMBRES
John, Rod y el equipo emplearon sus planchas de madera para “tumbar”
el trigo hacia delante, dejándolo aplastado como sobre
una cama. Y la complejidad del diseño exigía que
a menudo tuviesen que empujar las mieses en direcciones distintas,
produciendo así ese “efecto de varias capas” que los creyentes
en lo paranormal consideran como una de las características
más misteriosas de los círculos.
Hacia las 3 de la madrugada, diversas formas parecían estar
rodeándonos, pero Rod me aseguró que eran sólo
ilusiones ópticas. Me confesó que era posible
perder de vista la realidad bajo esa bóveda veraniega de
estrellas y planetas.
Le pregunté a uno del equipo, un constructor de maquetas
llamado Doug, porque los creadores de círculos parecían
ser todos hombres. “Es un tonto juego de tipos”, susurró.
“A veces, se involucran una o dos chicas pero la mayoría
de las veces se aburren y, más sensatas, se preguntan qué
es lo que están haciendo allí pasando frío
cuando podían estar calentitas en su cama”.
“La mayoría no pueden entender porqué no los hacemos
a plena luz del día”.
Un punto a favor de las mujeres. Aquella me pareció
la noche más larga de mi vida. Estaba empapado, pasando
frío y desesperado por poder dormir. Pero, justo cuando
el sol empezaba a aparecer por el horizonte y nosotros recogíamos
nuestras pertenencias para marcharnos, la formación se
nos fue revelando lentamente.
VI ACTO: UNA MARAVIILLA SOBREHUMANA
Si no hubiera estado allí no lo hubiera creído.
La escala y la belleza de la misma eran verdaderamente sobrehumanas.
A la mañana siguiente, tras unas pocas horas de sueño,
Nick Holt y yo volvimos al círculo que se había
convertido, temporalmente, en mucho más popular que las
antiguas piedras de Avebury. Ya había saltado la noticia.
Un equipo de la televisión japonesa, con cuatro cámaras
y un equipo de diez personas estaba agazapada en el centro del
círculo, con las cámaras funcionando a toda máquina,
en la esperanza de transmitir a su país algo del significado
de aquel diseño.
Para cuando el granjero Tony Farthing consiguió que su
vecino Robert Hughes pusiese una silla y una taquilla a la entrada
del campo, los entusiastas creyentes ya lo consideraban uno de
los suyos.
En el tablón de anuncios del The Barge Inn, junto a la
infinidad de fotos de otros círculos, alguien había
escrito la hora del descubrimiento: las 5:30 am (apenas una hora
después de amanecer y sólo dos horas después
de que el campo hubiese sido confirmado como “vacío” por
unas de las patrullas de “observadores de círculos” que
pasó por las cercanías).
VII: MORDER EL ANZUELO
A media mañana, casi 50 personas a la hora pagaban alegremente
una libra cada uno para poder acceder al interior del campo cultivado.
El antiguo oficial del ejército británico Rodney
Carr Smith fue uno de los primeros en comentar esta creación.
“Ningún ser humano podría haber concebido una
obra artística tan magnífica”, declaró.
Rodney, que ahora dedica su vida a visitar los lugares sagrados
de todo el mundo, estaba sufriendo algún tipo de interferencia
que absorbía todos los niveles energéticos ese día.
Su palo de zahorí, esencial para captar las vibraciones,
se le había perdido en algún otro campo, así
que tuvo que improvisar con un percha metálica doblada.
Para cuando John, Rod y Will volvieron a entrar en el campo, Rodney
Carr Smith estaba tratando de explicar a los demás visitantes
por qué el círculo no podía ser obra humana.
Yo mismo le dije que alguien me había asegurado que sí
era obra humana, pero Rodney se negaba a aceptarlo. Nos encontramos
con más y más gente que venía a rendir homenaje
a esta apabullante creación.
Eltjo Hasselhoff, primo de la estrella
de la serie Baywatch, David Hasselhoff, había viajado
desde su Holanda natal a fin de recoger muestras del interior
de los círculos para ser analizadas en unos laboratorios
americanos. “Estoy buscado restos plateados que nos darían
una pista sobre la fuerza energética que lo causó”,
explicaba.
Iba a mandar las muestras a un grupo conocido como el BLT, dirigido
por el biofísico americano Dr. Levengood, y sus colegas
Nancy Talbott y John Burke.
¿Recibían fondos del Rockfeller Institute? “Oh,
bueno”, vaciló, “los científicos se muestran muy
reservados sobre la procedencia de su financiación”.
El señor y la señora Sewell y sus hijos (Amy, 4;
Katie, 7; y William, 9) habían venido con sus familiares
los Morrison ( y su hija Sophia de 4 años) en un viaje
corto desde Sussex. El señor Sewell, presidente de una
compañía de software, aseguró que antes de
visitar el círculo de Avebury siempre había sido
un escéptico. Ahora, sin embargo, estaba desconcertado.
“Tengo una sensación positiva sobre este círculo”,
explicó. “No existe forma de que haya sido realizado
por el hombre, y mi cuñada Annie se ha sentido muy afectada
por su presencia”.
Annie Morrison estaba tumbada boca arriba en el centro del círculo,
absorbiendo las vibraciones. “Siento que estoy captando la energía
de la Tierra”, murmuraba, “Antes de entrar en el círculo
tenía un dolor continuo en los riñones, pero ahora
ha desaparecido completamente. Es un milagro”. La creencia
en que el círculo era demasiado complicado como para ser
obra humana se repetía una y otra vez.
La opinión de algunos, como la del clarividente Ian Matthews
y su amigo Francine Blake, miembros del Wiltshire Circle Group,
eran tajante: los que aseguraron haber sido responsables de la
obra eran unos mentirosos. “Estamos recorriendo los campos
a todas horas”, insistía Francine, “Y nunca han
atrapado a nadie. Si efectivamente hubiese personas haciéndolos,
a estas alturas alguna habría sido ya descubierta en plena
tarea. Tengo que santiguarme cada vez que los escucho diciendo
esas tonterías”.
VIII ACTO: PSÍQUICOS, HADAS Y CÍA
Ian fue mucho más allá en su condena contra los
descreídos. “Yo puedo ver la energía psíquica
de este campo”, explicó. “Tiene un color rojo por todos
lados. El creador de este círculo es una fuerza de energía
muy poderosa. Me gustaría ver a un equipo de 50 personas
intentar hacer algo semejante, y estoy seguro que ni aún
así podrían conseguirlo”. Entonces, para él,
¿qué había detrás del misterio? “Siento
que nos están enviando un mensaje sobre cómo estamos
tratando al planeta. Un mensaje está atravesando la
tierra desde abajo, para decirnos que dejemos de echar a perder
nuestra Tierra”.
Es creciente la idea de que los círculos en los campos
nos envían mensajes sobre la forma en que tratamos a nuestro
entorno. Durante todo el verano, cada día grupos organizados
inundan los campos de Witlshire para quedarse boquiabiertos ante
los diseños más recientes. Barry Fanburn y su amiga
Emma Manjas han traído con ellos una “máquina
de niveles subliminales de energía” para justamente
“medir la energía” del círculo. Barry cargaba
con la caja mientras Emma sujetaba sus dos tubos de metal conductores
de energía. “La lectura en el medidor es muy elevada”,
me dijo. “Ello sugiere que existen algunos niveles energéticos
aquí con los que podríamos comunicarnos pero resulta
muy difícil porque hay demasiada gente alrededor. Realmente,
tendremos que volver cuando todo esté más tranquilo”.
En una de las esquinas del campo de cultivo, manteniéndose
bien alejado de los espectadores, se encontraba un hombre de mediana
edad que no quiso darme su nombre. Aseguró que era mejor
no intercambiar nuestras identidades porque la zona posiblemente
estaba llena de micrófonos.
¿Por qué pondría alguien micrófonos?,
me pregunté en voz alta. “Porque las fuerzas de seguridad
actuando conjuntamente con la CIA están colocando estos
círculos aquí para capturar a cualquiera que tenga
poderes especiales”.
¿Y cuáles serían esos poderes especiales?
“Principalmente, ESP*”, suspiró. “Usted posiblemente pensará
que estoy loco -siguió-, pero es cierto; la única
gente que podría hacer esto es el Ejército. Y lo
están haciendo sólo para provocar inestabilidad:
para contrarrestar a los anarquistas”.
-¿Le gusta el círculo? “El círculo es sólo
un instrumento -respondió-. Lo mejor es mantenerse alejado”.
En la cantina donde se reúnen los entusiastas del fenómeno,
The Barge Inn, Susan y Peter Chittenden, una pareja de clase media
y mediana edad procedente de Devon, no tenían ninguna duda
sobre quién realizaba los círculos. “Si camina
por su interior, puede sentir la presencia de las hadas. Están
tratando de llegar a nosotros. Basta con saber buscarlas. Siempre
danzan alrededor, ligeras y extendiendo el bien, y están
creando estos círculos para enviarnos mensajes sobre la
necesidad de más bondad en el mundo”. Susan y Peter son
conscientes de que algunas personas son muy escépticas
sobre sus creencias. “Pero pensamos que no deberían rechazarnos
a nosotros ni a las hadas hasta que puedan probar lo contrario.
Si no son las hadas quienes hacen los círculos, que nos
demuestren quien los hace”.
IX ACTO: ATARDECER DE UN DÍA AGITADO
De vuelta al campo de Avebury, Robert Hughes seguía al
pie de la cancela con su caja registradora y un parasol, mientras
los curiosos continuaban llegando. Había sido un día
provechoso, pues el equipo de la televisión japonesa había
pagado 163,50 dólares por el privilegio de poder filmar
la formación.
Qué experimento más extraordinario había
resultado, desde la meticulosa planificación hasta la
desapacible noche entre el trigo mientras el círculo tomaba
forma en la oscuridad que me rodeaba. Y luego todo ese diluvio
de teorías a cada cual más increíble.
Alrededor de Robert Hughes, la gente seguía experimentando
sentimientos cósmicos. Me preguntaba si él también
sentiría algo. Se lo pensó un buen rato. Finalmente
dijo: “Sí. Me siento un poco más rico”.
Pero en el mundo de los fabricantes de círculos no existe
una distinción tan clara entre lo normal y lo paranormal...
ni siquiera para nuestros artistas Rod Dickenson y John Lundberg.
En un inquietante epílogo, ellos acabaron admitiendo que
cada vez más están siendo testigos de formas inexplicables
e insondables en el cielo nocturno. De hecho, una experiencia
reciente les resultó aterradora. “Estábamos trabajando
rápido para completar un círculo”, explicaba John
Lundberg, “cuando, de repente, un enorme rayo de luz con forma
de rombo apareció sobre nosotros. Su fuerza era tan
brillante que, literalmente, iluminó el campo como si fuese
de día. Podía ver a Rod tan claramente como si tuviese
un montón de focos apuntados hacia él. Nos quedamos
tumbados en el suelo, temblando, esperando a que pasase. Eventualmente
se alejó. Fue terrorífico. No tenemos ni idea de
lo que era. Volaba demasiado bajo para ser un avión y sólo
puedo decir que parecía un enorme rombo de luz. Sólo
Dios sabe lo que hay realmente ahí fuera”.
Sam Taylor 1999 (C). Primera publicación:
“Daily Mail” del 7 de agosto de 1999. Traducido por Luis R. González
Manso. Septiembre 2002.
* ESP: Sigla en inglés de Percepción
Extra Sensorial.
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