El recipiente medía 13 centímetros de alto por 4
de diámetro, mientras que el tubo e cobre medía
9 centímetros de alto por 2.6 de diámetro. La
varilla de hierro sobresalía 1 centímetro y daba
la impresión de haber estado revestida de una fina capa
de plomo.
El arqueólogo alemán Wilhelm
König, entonces a cargo del Laboratorio del Museo
Estatal de Bagdad en Irak, lo identificó como una
probable pila eléctrica, en 1939. Describió
su hallazgo en el 9 Jahre Irak, publicado en Austria en 1940.
De regreso al Museo de Berlín, relacionó
el descubrimiento con otros cilindros, varillas y tapones de asfalto
iraquíes similares; todos ellos con varillas delgadas de
hierro y bronce. Concluyó que tantas como 10 “baterías”
de estas habían sido unidas en serie para aumentar el voltaje
producido, teniendo como objetivo inmediato proporcionar la corriente
necesaria para el electrochapeado con oro y plata de la joyería
local.
Las cosas quedaron así hasta que después
de la Segunda Guerra Mundial, Willard Gray,
ingeniero en electrónica del Laboratorio de Alto Voltaje,
de la General Electric Company, de
Pittsfield, Massachussets, fabricó un duplicado de estas
baterías y las llenó con sulfato de cobre
en lugar del desconocido electrolito supuestamente usado. La pila
funcionó y generó entre uno y dos volts.
Para Köning y Gray no había nada más
fácil que afirmar que estos recipientes eran pilas. Sin
embargo, la hipótesis de las pilas es insostenible: no
se encontraron restos, ni siquiera trazas, de ningún electrolito
dentro de los cilindros de cobre. Si estos recipientes
se hubieran utilizado como generadores de voltaje, deberían
haber contenido algún electrolito, el cual, aunque hubiese
pasado mucho tiempo, se debería detectar en la actualidad.
Además, tampoco se encontró el alambre necesario
para hacer uso de las pilas.
El hecho de que al agregar sulfato de cobre como
electrolito se haya generado una diferencia de potencial de 1.5
volts, no implica que realmente se hubiesen utilizado como baterías,
ya que cualquier otro objeto que contenga dos metales
y un electrolito puede generar un voltaje.
Todo aquel que tiene nociones de electroquímica
sabe que, de acuerdo con la serie electromotriz, cuando
dos metales diferentes se ponen en contacto, en presencia de un
electrolito, se forma un par galvánico, generándose
un flujo de electrones del metal más activo o anódico
hacia el metal más noble o catódico, con la consecuente
disolución del primero, y la generación de una diferencia
de potencial o voltaje. Este voltaje depende de muchas variables:
relación entre las áreas anódica y catódica;
concentración del electrolito; temperatura; presión…
Un área catódica grande (el caso de las pilas de
Bagdad), por ejemplo, puede generar una corrosión acelerada
en el ánodo, disolviéndolo hasta hacerlo desaparecer.
Para la electrodepositación lo importante
no es el voltaje sino la intensidad de corriente. Consideremos
el siguiente modelo para explicar estos dos conceptos: El voltaje
o diferencia de potencial sería la altura a la que vamos
a colocar nuestras gotas de agua; la intensidad de corriente son
las gotas de agua. Aún cuando coloquemos una gota de agua
(baja intensidad de corriente) en el Everest (alta diferencia
de potencial), no podrá mover la rueda del molino. Por
otra parte, si dejamos caer un buen volumen de agua (alta intensidad
de corriente) desde medio metro de altura (bajo voltaje), la rueda
se moverá muy fácilmente.
Luego, la idea de Köning de colocar estas “pilas”
en serie, producirá un gran voltaje pero
una baja intensidad de corriente, lo que impedirá que produzca
la electrodepositación.
Para electrodepositar un metal sobre otro es necesario
seguir varios pasos, una simple pila (o varias) no funciona. El
proceso normal lleva varias etapas:
Desengrase Lavado Decapado Neutralizado Lavado Plateado
(dorado, zincado…, según el metal que se quiera depositar) LavadoSecado
Si no se siguen por lo menos estas etapas (algunos
procesos comprenden varios ciclos de lavado), no se puede conseguir
una pieza electrochapada. Esta tecnología aprovecha que
los metales que funcionan como ánodos se reducen (disuelven)
al paso de la corriente eléctrica, yendo a depositarse
en el cátodo (la pieza que se va a recubrir). Pero si esta
pieza tiene grasa, está contaminada, no posee un perfil
de anclaje, o el medio electrolítico no tiene el pH adecuado,
el electrochapado no se verifica. Dudo mucho que los partos
hubieran llegado a este refinamiento tecnológico.
Todavía más, dependiendo del electrolito
usado y, como ya dijimos, de otros muchos factores, la intensidad
de corriente será más o menos elevada. Teóricamente
con esa configuración y utilizando vino como electrolito
(reacción en medio ácido), la intensidad de corriente
puede ser de 0.01 amperes, un buen amperaje en las condiciones
ideales.
Hagamos un ejercicio de cálculo. Suponiendo
que no exista polarización de la pila (que funcione por
un tiempo infinito), ¿Cuántos coulombs
se necesitarían para depositar 10 gramos de oro y qué
cantidad de corriente será necesaria para hacer esta electrodepositación
en un día? El primer valor lo podemos obtener a partir
de la fórmula del equivalente electroquímico
a = m F/Q
a = equivalente electroquímico
m = masa
F = constante de Faraday (96500 C)
Q = cantidad de corriente (Coulombs)
Q = (10 g)(96500 C)/197 = 48984.77 C
I = Q/t
I = intensidad de corriente (Amperes)
t = tiempo (segundos) I = 0.057 A
Pero, como decíamos, esas pilas pueden generar,
teóricamente 0.01 A, entonces, para depositar 10 g son
necesarios casi 6 días de trabajo continuo.
Para el caso de la plata, el asunto empeora. Se
necesitan poco más de 10 días.
Esto es en condiciones teóricas, en la práctica
el tiempo se puede duplicar o triplicar.
Dudo mucho que los partos tuvieran esta tecnología.
No creo que las “pilas” se hayan utilizado con fines electrolíticos.
Pero los objetos generan un voltaje, dirán los
que apoyan estas teorías exóticas.
Si, pero ¿para qué les serviría
un voltaje de 1.5 V? ¿Acaso tenían lámparas
sordas o radios de transistores? Si es así, nunca
se han encontrado esos aparatos. Como tampoco se han
encontrado los alambres necesarios para hacer esas conexiones,
y lo que es peor, nunca se ha encontrado una sola figurita
electrochapada.
Esas piezas se han interpretado desde la óptica
actual. Como parecen una pila y están
constituidas por dos metales, lo más fácil
es pensar que son una pila. Pero también parecen
cocteleras, con la varilla de hierro como agitador. Es
más: si agregamos el mismo vino que utilizó Gray,
y condimentos al gusto, cerramos el recipiente, y agitamos, obtendremos
un cocktail.
Pero ni esta opción me parece factible. La
configuración, la relación de tamaños entre
los electrodos y el comportamiento del par galvánico (Cu/Fe),
agregando vino, vinagre u otro ácido, produciría
la rápida desaparición de la varilla de hierro (no
creo que llegue a durar más de 1 año). No obstante
esas varillas han llegado hasta nuestros días, clara muestra
que no se utilizó ese par galvánico.
Entonces ¿cuál era su utilidad? Eso
yo no lo sé. No voy tan lejos.
Luis Ruiz Noguez © 2002. Especial para Dios!
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