En 1990, Alejandro
Borgo fue uno de los más activos impulsores
del Centro Argentino para la Investigación y Refutación
de la Pseudociencia (CAIRP). En marzo de 1991 se convirtió
en director de El Ojo Escéptico, revista pionera
en América Latina consagrada al llamado “pensamiento mágico”,
las falsas ciencias y lo paranormal. También es autor,
con Enrique Márquez,
de “Puede fallar” (Planeta, 1998), un libro irremplazable que
aborda la galería de charlatanes históricos que
deambulan por los medios de difusión argentinos.
Desde tribunas televisivas o ciclos radiales propios, Borgo desarrolló
un discurso propio para difundir el pensamiento científico
utilizando como ejemplo las afirmaciones extraordinarias. Invitado
en dos ocasiones a los EE.UU. a participar de los encuentros del
CSICOP, Borgo estrechó lazos con Paul
Kurtz, Barry Karr, Benjamin
Radford y otros destacados miembros del comité
editorial de esa entidad, a la que instó sobre la necesidad
de que apoyara la salida de una versión iberoamericana
del Skeptical
Inquirer, la más prestigiosa publicación
dedicada a la investigación de las pseudociencias del mundo.
Así se comenzó a gestar Pensar,
la primera revista en español auspiciada por la organización
que integraron divulgadores científicos de la talla de
Isaac
Asimov, Carl Sagan
o Martin Gardner.
En este reportaje, Alejandro Borgo habla de Pensar, cuya
primera edición saldrá de imprenta en enero de 2004.
- Paul Kurtz y su
gente hicieron una división del trabajo bien delimitada.
Mientras en Skeptical Inquirer se interesan en las afirmaciones
pseudocientíficas, en Free Inquiry se ocupan de
argumentos teológicos, ideológicos y sociales. ¿Cuál
será la línea editorial de Pensar?
Pensar abordará ambas temáticas,
incluyendo lo que Paul Kurtz ha denominado "paranatural",
es decir, aquellos hechos en los que se advierte una mezcla de
afirmaciones paranormales y religiosas: la comunicación
con los muertos, el "sudario" de Turín, la "licuefacción"
de la sangre de San Genaro, la "vida después de la
vida" y otros "fenómenos" por el estilo.
En realidad, creo que la división temática fue,
en cierto momento, una cuestión estratégica. Pero
entiendo que, en estos tiempos de fundamentalismo religioso,
todas las afirmaciones extraordinarias, pertenezcan al campo que
pertenezcan, deben ser abordadas. Sobre todo por la gran
influencia que tienen en el comportamiento de la gente y en el
área de la política, la economía y la educación.
- A 13 años
del primer número de El Ojo Escéptico,
la revista del CAIRP, ¿qué diferencias ves entre
el trabajo de divulgación que se hacía en los 90
y el que se debería realizar ahora, en esta nueva publicación?
Bueno, en los 90 el surgimiento de El Ojo Escéptico
constituyó una novedad: en la Argentina circulaba por primera
vez una publicación que se metía de lleno en la
investigación y refutación de las pretensiones pseudocientíficas.
Y tuvo mucha repercusión en los medios locales, que ya
no invitaban sólo a astrólogos, parapsicólogos
y videntes, sino a aquellos que tenían algo que decir desde
"el otro lado". Es cierto que, a partir de allí,
y por una cuestión de conveniencia mediática, fue
destacada nuestra arista "refutadora", aunque la investigación
siempre estuvo presente. Ahora, pasada esa primera etapa, me inclino
más por una publicación que pueda hacer hincapié
en lo que Joe Nickell
llama bottom-up skepticism, es decir,
el "escepticismo de
abajo hacia arriba": partir de los hechos y luego llegar
a conclusiones sin hacer descalificaciones a priori. Cada
caso tiene sus matices. Tomemos como ejemplo una casa "embrujada":
en lugar de empezar por decir "es un fraude" o "la
persona que vive en esa casa está alucinando", resulta
mucho más enriquecedor investigar todo lo referente a la
situación, ¿qué le pasa a esa persona? ¿qué
dice? ¿cuál es su historia? y, conjuntamente, hacer
un relevamiento de los hechos para llegar a una conclusión.
La línea sería destacar
por qué es mejor y más útil adoptar una óptica
racionalista y escéptica, qué beneficios nos trae
individualmente y socialmente, más que quedarnos en la
crítica de las corrientes antirracionalistas o anticientíficas.
Y hacerlo de una manera atractiva.
- ¿Cómo
surge Pensar? ¿De quién fue la iniciativa?
En marzo de 1998 visité por primera vez la
sede del CSICOP, en Amherst, EE.UU. Les sugerí a Kurtz
y a Barry Karr la idea de hacer una versión en español
del Skeptical Inquirer. Presenté varios proyectos,
en distintas oportunidades, hasta que, finalmente, a principios
de 2003, el CSICOP decidió abrir una lista de discusión
con el objetivo de hacer una publicación para Latinoamérica.
Creo que en esto tuvo mucho que ver la participación de
cuatro representantes latinoamericanos en el 4to
Congreso Mundial de Escepticismo que el CSICOP organizó
en Burbank, California, en junio de 2002. Así
nació Pensar, que ya no sería una versión
del Skeptical en español sino una revista con colaboraciones
originales de autores latinoamericanos principalmente, dirigida
a todo el mundo de habla hispana.
- ¿A qué
público está dirigida? ¿Al creyente que duda,
al escéptico convencido o...
Yo comenzaría por el docente, científico
o periodista desinformado respecto de la temática paranormal
o sobrenatural. Hay que comenzar allí donde se gesta la
educación. Prefiero no hacer distinciones entre crédulos
y escépticos cuando pienso en el público de Pensar.
Allí, el lector inquieto podrá encontrar información
y elementos para sacar sus propias conclusiones. Insisto: me
gustaría que llegase a la comunidad científica,
a los docentes y a los periodistas. Si no tomamos consciencia
de lo importante que es la forma en que se deben abordar estos
temas, y no logramos instalar la idea entre quienes imparten educación
e información, la tarea se nos hará más difícil...
- ¿Cuáles
son las principales secciones?
Habrá una sección llamada Controversia
en la que pensamos debatir esos temas que llevan a polémicas
interminables. En el número 1 comenzamos con "¿Son
las mujeres el blanco preferido de los pseudocientíficos?".
Aquí se tratarán temas controvertidos: eutanasia,
homosexualidad, diferencias de comportamiento entre varones y
mujeres, con el objeto de intercambiar opiniones y generar una
polémica constructiva. También tendremos Contracorriente,
donde se expondrán mitos muy difundidos y creídos
a rajatabla y presentaremos la información y el conocimiento
que realmente se han adquirido sobre el tema. Hay mucha tela para
cortar: ¿qué se sabe del calentamiento global y
las advertencias de los grupos ecologistas? ¿Es cierto
que la vitamina C es "buena" para el resfrío?
Una especie de compilación de leyendas globales... Luego
estarán los informes locales, es decir, los reportes que
nos llegan desde los miembros representantes de Pensar
en los diferentes países del continente. Tendremos artículos
originales y también del Skeptical, reseñas
de libros y Pastillas, noticias breves del extenso mundo
paranatural.
- ¿Cómo
se reclutó el staff? ¿Investigadores de qué
países se integraron?
Fue una convocatoria del CSICOP, iniciada por Barry
Karr, su director ejecutivo. Siendo yo el Editor de la nueva publicación,
tuve la responsabilidad de convocar a la mayor parte de la gente.
Algunos de nosotros habíamos participado del Congreso de
Burbank, a otros ya los conocíamos desde antes, y cada
uno aportó sus contactos: consultores, colaboradores y
otros. Pensar tiene representantes de Brasil (Kentaro
Mori), Colombia (Hernán Toro),
Costa Rica (Víctor Quirós),
Chile (Diego Zúñiga),
México (Mario Méndez-Acosta),
Paraguay (Jorge Alfonso Ramírez),
Perú (Manuel Paz y Miño),
Puerto Rico (Luis Ramos), Venezuela
(Sami Rozenbaum) y yo cumplo el doble
rol de editor y representante de la Argentina. El representante
del CSICOP en Pensar es Benjamin Radford, director de publicaciones
de la organización estadounidense. También hay colegas
españoles y residentes en otros rincones del mundo.
- Salvando las diferencias
regionales que sin duda existen en América Latina y Brasil,
¿qué temáticas en común fuiste encontrando?
El panorama general es muy homogéneo: pensamiento
mágico por doquier, influencia de las instituciones religiosas
en la educación, países destruidos por la aplicación
sistemática de "planes" económicos que
condujeron a estrepitosos fracasos, crecimiento de la marginación
y la criminalidad, un mercado muy proclive a lo paranormal, potenciado
por editoriales y medios que requieren grandes ganancias con poco
esfuerzo y mínimo personal, fuga masiva de cerebros hacia
los países desarrollados... en fin, una patética
muestra de lo que no se debe hacer.
- ¿Las preocupaciones
de los representantes de diversos países son semejantes?
Sí, sobre todo en lo concerniente a los medios.
- Los divulgadores
de lo paranormal y otros "escépticos de los escépticos"
tienden a argumentar que en las filas racionalistas prevalece
más la promoción de un "modo de pensar"
que la investigación científica de las afirmaciones
extraordinarias. ¿Es realmente así?
El "modo de pensar" y la "investigación
científica de las afirmaciones extraordinarias" coexisten.
Esto es necesario. El problema se produce cuando prevalece
el primero en detrimento de la segunda. Si nos quedamos
con el escepticismo como un "modo de pensar" vamos al
estancamiento. Y nos llenamos de "escépticos de cartón",
completamente ineficaces, de esos que permanentemente nos dicen
qué es lo que hay que hacer…
-¿Y cómo
se revierte ese cuadro?
Te doy un ejemplo: un profesor de psicología
que trabaje con sus alumnos para que éstos sometan a prueba
las "hipótesis" psicoanalíticas (si sobrevive
al intento) es mucho más útil que 100 parlanchines
que se quedan detrás del escritorio.
- He notado que la
generalización de la etiqueta "escéptico",
más como signo de identidad que como herramienta intelectual
del científico, hace que muchos asuman un papel, adopten
una actitud ideológica, perjudicando la comprensión
y profundización de los temas que deberían ser abordados
con más espíritu didáctico e incluso más
investigaciones que con descalificaciones o risitas socarronas...
Totalmente de acuerdo. Aunque la vorágine
mediática a veces no nos deja muchas opciones: recordemos
a Martin Gardner cuando dice "una carcajada vale más
que mil silogismos". El ideal al que hay que aspirar es mostrar
qué hay de bueno en esta manera de ver el mundo, es decir,
por qué es preferible elegir la ciencia y no la pseudociencia,
por qué el librepensamiento nos da más oportunidades
que el dogmatismo, pero sin renunciar al humor: hacer
atractivas nuestras propuestas y abordar sin miedo temas urticantes.
- ¿La divulgación
de la ciencia debe ser necesariamente hostil hacia formas de racionalidad
diferentes de la científica?
¿Cuáles formas de racionalidad
diferentes de la científica? (y se le dibuja en
su rostro un gesto de perplejidad).
- ¡Tranquilo,
tranquilo! Me refiero a formas de racionalidad en tanto
corpus de creencias que no tienen la pretensión
de erigirse en ciencia, llámense magia, artes o religiones
que son expresiones culturales o de fe…
Convengamos en que para un intelectual posmoderno
relativista la sola mención de la palabra "ciencia"
constituye un anatema (eso en el caso optimista de que no hayan
redefinido la ciencia a su gusto). Las muletillas que rezan "la
ciencia no puede resolverlo todo", "hay otros caminos
para el conocimiento", o "encerrarnos en la estrecha
visión cientificista nos conduce a la negación de
maravillas ocultas" son clisés gastados que no dicen
nada. Por otra parte, no veo posibilidad de compatibilidad o relación
amable entre ciencia y religión. Ann
Druyan dice: "Es perturbador que el Edén
sea sinónimo de paraíso cuando en realidad, si lo
pensás bien, se parece más a una prisión
de máxima seguridad bajo vigilancia las 24 horas".
Es decir, Dios crea al hombre, le da un cerebro para que piense,
y luego le prohíbe comer del árbol del conocimiento...
Tratá de conciliar los dos últimos hechos y después
hablamos...
- ¿Qué
temas tienen previsto abordar en los primeros números?
El famoso "sudario" de Turín, los
anillos de hadas y los ovnis, el creacionismo, el mito de que
usamos sólo el diez por ciento del cerebro, la medicina
folklórica, las falsas y alarmantes predicciones de ciertos
grupos ecologistas, el feng-shui (esa especie de "acupuntura
arquitectónica", al decir de Méndez Acosta),
la pseudopsicología, y quizás un número enteramente
dedicado a los medios y su papel en la difusión de creencias
irracionales.
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a nombre de CSICOP, P.O. Box 703, Amherst, NY 14226, USA, junto
con el formulario que puede bajarse desde esa página. El
precio de suscripción promocional es de 12 dólares
por 1 año y 20 dólares por 2 años. La revista
es trimestral y el primer número sale en enero de 2004.
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