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Dick, Philip Kindred (1928-1982) | |||
Escritor de ciencia ficción. EE.UU. | ||||
“Un visionario entre los charlatanes, un profeta entre los fariseos, un buscador de la las verdades ocultas bajo el manto de lo real”, dijo de él Stanislaw Lem. Revalorizado tras su muerte, Dick es el escritor sobre el que más abrevaron los cineastas dedicados a la ficción científica en los últimos 20 años. Su existencia, tan rica como tortuosa, culminó con una conversión donde no faltaron poderosas experiencias místicas, precedidas de periódicas ingestas de sustancias alucinógenas que le sirvieron como una paleta de colores para una narrativa tan extraordinaria como colmada de significados filosóficos y religiosos. |
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Vivió en Colorado, California, Washington y en Berkeley. Cursó sus estudios primarios en un instituto para niños con trastornos emocionales y, desde los cuatro años, comenzó a sufrir de asma, agorafobia y taquicardia, afecciones que lo acompañarían siempre. En edad escolar entró a la escuela Hillside, en Berkeley. Tenía 13 años cuando comenzó a leer Astounding and Unknown, publicado por John Campbell. Leyó a Isaac Asimov, Robert Heinlein, H. P. Lovecraft, Fredrik Brown y Van Vogt, a quien conocería en 1954 durante una convención de ciencia ficción en San Francisco. A los 14 años escribió su primera novela, “Return to Liliput” (de la que no quedaron rastros). Por entonces, era empleado en un taller donde reparaba aparatos de radio y TV. Su salud mental tambaleó prematuramente: entre 1944-46, Dick recibió su primer tratamiento psiquiátrico. Tenía entre 16 y 18 años. "¿Y SI DIOS DESAPARECIERA, QUÉ?" En 1952 descubrió el género de la ficción científica a fondo y publicó sus primeros cuentos, “Beyond lies the Wub” y “The Gun”, ambos en la revista Planet Stories. En 1954, terminó “La Lotería Solar” (“The Solar Lotery”), su primera novela, que se publicó como “World of Chance” en 1955. Entre 1950 y 60, Dick escribió 80 cuentos y algunas novelas, entre ellas “Ojo en el cielo” (“Eye in the Sky”). En 1958 se mudó a Point Reyes Station, California, donde conoció a quien será la madre de su primera hija, Laura Archer: Anne Rubinstein. Desde 1961, Dick comenzó a gestar una crisis que desembocó en un colapso nervioso, agudizado por su adicción al alcohol y a las anfetaminas. Su relación con Anne era mala y los desagradables personajes femeninos que aparecen en ese período se basan en ella, como en “Confesiones de un artista de mierda” (“Confessions of a Crap Artist”). Esta es una de sus etapas más prolíficas: entre 1963 y 1964 escribió 11 novelas, entre ellas “El hombre en el castillo” (“The Man in the High Castle”), notablemente influida por su descubrimiento del “I Ching” y por la que recibió el premio Hugo, y “Los tres estigmas de Palmer Eldritch” (“The Three Stigmata Of Palmer Eldritch”). IMAGINACIÓN Y PARANOIA EL CAMINO MÍSTICO DE UN ATEO CONVENCIDO Solía denunciar que recibía amenazas telefónicas. Y casi siempre responsablizaba al FBI. Sintiéndose perseguido, decidió emigrar Canadá. En Vancouver dio una conferencia memorable, “El Androide y el Humano” (The Android and The Human”) en la Segunda Convención Anual de Ciencia Ficción. A los 45 años conoció a Tessa Busby, su cuarta esposa y con quien iba a tener a Christopher Kenneth, su tercer hijo. Esa relación terminó en 1976. El mismo año, Dick tuvo su más dramática tentativa de suicidio. Y así, a los tropezones de una vida desordenada salvo a la hora de sumirse en el trance de enfrentar a la máquina de escribir, comenzó a ganarse el estigma de “escritor de culto”. Etiqueta que no hizo ningún esfuerzo por quitarse de encima, más bien lo contrario: “Conozco la esquizofrenia. Es el salvaje dentro del hombre” (Tiempo de Marte) Entre 1978-1980 escribió la Trilogía de VALIS, fruto de su etapa mesiánica o mística. Rescatamos su preocupación en tres frases de “Sivainvi”: “Debería existir una cláusula obligatoria por la que, si uno encuentra a Dios, no fuera posible perderlo”; “uno de los mayores actos de la clemencia de Dios es que nos tiene en perpetua ignorancia de nuestro destino”; “Lo real es aquello en lo que Dios cree”. TIEMPOS DE INVASIÓN Se representaron novelas de Dick en el Centro Pompidou de París como obras musicales y se las adaptó para el teatro en Boston y New York. Pero fue el cine el medio que lo consagró definitivamente: “Total Recall” (basado en su relato “We Can Remember it for you Wholesale”, 1966), “Screamers” (basado en “Second Variety”, 1953) y “Minority Report” (de un cuento homónimo de 1956). Su obsesión filosófica por el azar y las coincidencias surgen tempranamente. “Si alguien hubiese descubierto un sistema de predicción de azar eficaz, estaría utilizándolo, no vendiéndolo” (Lotería Solar). Más tarde, aparecería su interés por las proezas paranormales: “Por definición, el futuro no ha sucedido. Y si existiera el conocimiento previo, éste cambiaría el futuro, lo que invalidaría el conocimiento”. (“El tiempo doblado”). Dick era, según Lem, “un visionario entre los charlatanes, un profeta entre los fariseos, un buscador de la las verdades ocultas bajo el manto de lo real”. Dejó una novela inconclusa, “The Owl in Daylight”, y nunca pudo ver la extraordinaria adaptación cinematográfica de su novela de 1968, “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” (“Do Androids Dream of Electric Sheeps?”), llevada a la gran pantalla por Ridley Scott bajo el título “Blade Runner”, una historia donde Dick aborda el angustiante apremio de definir qué es la humanidad en un mundo donde los androides se atreven a sentir. También fue una novela corta suya de 1966 la que le dio por una vez oportunidad de lucirse a Arnold Schwarzenegger (en Total Recall, 1989) y a Steven Spielberg regresar a la ciencia ficción con la celebrada "Minority Report". El "comic metafísico" que constiuyó la trilogía The Matrix -según uno de sus más fieles lectores, el ensayista Erik Davis- también está impregnado del espíritu de Dick. Y quién sabe cuántas historias más están por contarse que llegarán impresas según el cánon dictado desde el universo dickeano. En lo que a la Realidad respecta, Philip K. Dick desencarnó el 2 de marzo de 1982. Fue consecuencia de un paro cardíaco. Tenía tan solo 54 años de edad.
Fuentes: NOTAS RELACIONADAS ENLACES EXTERNOS
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[Por Guido J. Paul. Este texto es parte del Proyecto
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