2. OVNINAUTAS EN LA MENTE GLOBAL La mitología según la cual en Internet se puede manifestar una mente colectiva indistinguible de Dios subyace en gran parte de los nuevos cultos. El lenguaje de moda para expresar estas ideas procede de la ciencia-ficción. No es raro: éste es el género literario que exploró e incluso anticipó muchas de las innovaciones que se disfrutan en la era digital. En su libro Techgnosis, el gurú de la cibercultura Erik Davis sostiene que los tecnófilos son firmes candidatos a creer que la Red refleja “el alma profunda del ser”. Para los nuevos místicos, la Red sería el eslabón perdido, la vía regia para acceder a un espacio donde se fusionan la mente y el espíritu de millones de individuos capaces de crear “una criatura espiritualmente superior”. Davis calcula que sólo en los EE.UU. existen entre 100 y 300 mil almas que adhieren al credo tecnopagano (Davis, 1998). Una Web latina dirigida a cinéfilos (www.sala1.com) destaca los paralelismos existentes entre el héroe del filme Matrix, un hacker devenido en mesías virtual, con un cibermístico argentino: el Comandante Clomro. En 1997, este personaje se presentó en la tevé para denunciar que “el Dios que todos invocan tejió una gran farsa conspirativa contra la Humanidad”. En ese momento, pocos creían en los talk-shows y muchos pensaron que Clomro era un actor. Había motivos de sobra: enfundado en un traje militar y encapuchado como un guerrillero cósmico, parecía escapado de un cómic. Clomro explica que su “energía” ocupa el cuerpo que dejó vacante un terrícola a quien poseyó durante una experiencia mística inducida por la sacerdotisa de un culto platillista que gozó de cierta (mala) prensa allá por 1992. Desde la Red, Clomro busca almas amigas en el ciberespacio en una sección titulada “Gente ET que busca a gente ET”. Creó una abigarrada página personal, vinculada con varios subsites, a los que mantiene solo, aunque con el estímulo de unos cuantos simpatizantes. Sus enemigos en la Tierra son los contactados afines con la Confederación Intergaláctica. La guerra no es sólo verbal: el 21 de febrero de 1999, desafió al Comandante Ashtar Sheran (“Hermano mayor” venerado por los ovniadictos de la línea New Age), a quien esperó en el llamado “Valle de los Espíritus” del cerro Uritorco, en Capilla del Monte (Córdoba). “¡Que vengan a refutar mis acusaciones con actos concretos a favor del género humano!”, exclamó. Ashtar faltó a la cita: Clomro, 1 - Confederación Intergaláctica, 0. Para esta nota, Clomro se excusó de “dar la cara”. Tal vez se encuentre en la selva Lacandona, a dónde tenía pensado viajar para solidarizarse con el movimiento zapatista… La Web de Clomro carece de dominio propio, un detalle que sugiere que el ET argentino podrá navegar mucho por el ciberespacio, pero no tanto en el mar de la abundancia. En el otro extremo se encuentra Joe Firmage. Este joven ejecutivo fue noticia cuando, al cumplir 28 años, dejó su empresa para lanzarse a predicar full-time su evangelio cósmico. Fondos no le faltan: antes de renunciar había vendido su compañía por 24 millones de dólares. Tras su encuentro con un alienígena, Firmage -iniciado en la religión mormona- se convirtió en portador de una verdad alucinante, que se siente obligado a difundir. Para el “Fox Mulder de Silicon Valley” (como lo llamó la revista Wired), los ovninautas son los ángeles guardianes de la Humanidad y los progresos tecnológicos se deben, en gran medida, a la ayuda que han prestado estos seres, responsables de haber guiado a la civilización a su destino supertecno. Las nuevas tecnologías (y la opción del anonimato, que evita la censura o la condena social) le insuflan a la imaginación humana poderes extraordinarios. Para Erik Davis, los tecnólogos que se mueven como peces en las aguas del ciberespacio “no sólo se sienten en posesión de una cierta comprensión gnóstica: tienen acceso a secretos que otra gente desconoce” (Pilkington, 1999). Los monjes digitales están construyendo universos intangibles que, sin embargo, golpean la conciencia de millones. Davis también escribió: “se acerca el día en que algún fenómeno inexplicable se manifieste en la Red”. Mark Pesce, el tecnochamán que oficia rituales paganos para optimizar su relación con la máquina, expresó a su modo lo que hay que hacer: “Si no bendecimos a nuestras creaciones, ellas se deshumanizarán”. (Merlini, 1998). Y el crecimiento sostenido de las religiones virtuales sugiere que, tal vez, sea cierto aquello de que algo increíble esté por suceder... © Alejandro Agostinelli. Primera publicación: Revista WEB! Nro 3. Buenos Aires, julio de 2000. Bibliografía consultada: Davis, Erik; "TechGnosis - Myth, magic and mysticism in the age of information". Ed. Three Rivers Press, New York, 1998. Pilkington, Mark;“Exercising the ghosts in the machine”, en Fortean Times N° 129, diciembre de 1999. Dery, Mark; "Velocidad de escape", Ed. Siruela, Madrid, 1998. Merlini, Marco; "Pescatori di anime" - Nuovi culti e Internet. Ed. Avverbi, Roma, 1998. BIOGRAFÍAS RELACIONADAS Mark Pesce ENLACES RELACIONADOS Primera Iglesia del Ciberespacio NOTAS RELACIONADAS:
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