La ciencia ocupa un gran lugar en el imaginario contemporáneo.
Los desarrollos tecnológicos de los últimos años
dejan entrever, para muchas personas, un futuro donde todo será
posible para el ser humano. Tales "milagros" fruto de la investigación,
transforman a la ciencia en un discurso infalible, omnisciente
y omnipotente. Para calificar la relación que la modernidad
sostiene con este saber, Jean-Bruno
Renard habla de sacralización de la ciencia.
Así, la ciencia viene a tomar la posta de
la religión como fuente de legitimación social.
Para ser reconocido socialmente hoy en día,
es necesario hablar con un aura científica. Las religiones
también han sentido la necesidad de ser tamizadas por la
ciencia, y también de integrar aspectos científicos
en su práctica y reflexiones teológicas. Con el
tiempo, este fenómeno conduce a una secularización
de las instituciones religiosas, que se separan poco a poco de
lo sobrenatural, permitiendo innovaciones religiosas, nuevas religiones,
emerger para ocupar el campo de lo sobrenatural. Es en esta dinámica
que se inscriben los grupos platillistas, los cuales son el resultado
de una integración a gran escala del cientificismo en materia
de religión, que podemos hablar de religiones científicas.
CUANDO LA CIENCIA SE HACE METAL Desde
1947, año de la primera observación de platillos
voladores, asistimos a una serie de oleadas de observaciones que
colocan una mitología moderna donde lo maravilloso toma
un aspecto tecnológico y científico. El Cielo se
convierte así en el Espacio, conservando en el imaginario
colectivo todas estas características religiosas y maravillosas.
Los dioses se transforman así en extraterrestres, pasando
a sus "sucesores" todos sus atributos: superioridad en relación
con el hombre, descenso a la Tierra y ascenso a los cielos, luz,
fuego, poderes extraordinarios y el potencialidad de salvar a
la Humanidad, manifestándose todos estos estos atributos
ahora en un contexto tecnológico. La carroza de fuego se
convierte en nave espacial, y el fulgor místico es reemplazado
por el rayo láser.
En su estimulante libro Children of Ezekiel
[Hijos de Ezequiel], Michael Lieb
ve en la visión del profeta bíblico el germen de
la tecnificación del fenómeno religioso. En efecto,
en el primer capítulo del libro de Ezequiel, el autor describe
una visión celeste con un vocabulario con acentos técnicos.
Según Lieb, esta visión inaugura toda una serie
de descripciones que presentan lo sacro en términos tecnológicos.
Mediante estos "tecnomorfismos", el plato volador se convierte
para Lieb en un momento crucial en este deseo de explicar lo indecible
en términos tecnológicos. Símbolo por excelencia
de la cultura moderna, el plato volador también encarnará
otra faceta del legado de Ezequiel: la noción de Apocalipsis.
El capiítulo trigésimo-octavo del libro de la Biblia
a menudo ha sido interpretado como una visión profética
que anuncia la guerra nuclear al fin de los tiempos.
Cette lecture de los hijos de Ezequiel nos pone
en presencia de dos de los aspectos fundamentales en el aspecto
soteriológico del fenómeno de los platos voladores.
Inquietos ante la amenaza que presenta la utilización de
armas atómicas desde la explosión de Hiroshima en
1945, los extraterrestres nos enviarían contactados para
advertirnos que estamos a punto de autodestruirnos. Según
estos nuevos "profetas", tales entidades quieren salvarnos de
esta perspectiva haciéndonos tomar partido de sus conocimientos
científicos. La técnica celeste vendría así
a nuestro socorro; los nuevos dioses estarían listos a
manifestarse con sus carrozas de fuego.
TEMAS RELIGIOSOS DEL FENÓMENO PLATILLISTA Analizando
el fenómeno platillista, podemos identificar rasgos característicos
de estos grupos que nos ayudan a comprender la dimensión
religiosa del fenómeno y la especificidad de la salvación
que ellos proponen. Los platos voladores vienen del cielo y retoman
los parámetros tradicionales de la trascendencia. Las naves
son a menudo descritas como de forma oval, recordando el ojo de
Dios que nos vigila.
El fenómeno está rodeado de misterio
porque no tenemos ninguna prueba material de su existencia y el
objetivo de estas "visitas" siempre permanece nebuloso. Las condiciones
que rodean las manifestaciones siempre son espectaculares (luz
intensa, resplandores...), inexplicables (levitación, paredes
atravesadas...) y ponen en tela de juicio las leyes de la ciencia
moderna.
El encuentro con el extraterrestre es a menudo
descrito en términos que nos recuerdan los contactos con
lo sobrenatural informados en otras religiones como el catolicismo
(las apariciones marianas) y las religiones tradicionales (experiencias
chamánicas.)
Los extraterrestres siempre nos son presentados
como seres superiores al género humano. Tienen miles,
si no millones, de años de adelanto tecnológico
respecto de nosotros. Con mayor frecuencia son nuestros creadores,
conocen todo y nos vigilan desde el mismo principio, nos habrían
ayudado a cumplir grandes realizaciones de la Antigüedad,
tales como las pirámides. Tienen poderes sobrenaturales
(telepatía, poder de curación...), se les describe
habitualmente como seres perfectos (bellos, sabios, instruidos...)
Luego de haber resuelto los problemas en su planeta (habrían
instalado un sistema político ideal, sin guerra, miseria
o enfermedad), los extraterrestres nos traen la sanación
a la Tierra.
Nos anuncian que están listos a venir a arreglar
nuestros problemas, entre ellos enfermedades, amenazas nucleares
e incluso la muerte. Pero para que ellos vengan debemos prepararnos:
se propondrá una metamorfosis humana individual, una limpieza
energética o un trabajo kármico para volverse apto
para establecer contacto con ellos. Tal intervención interplanetaria
es presentada como una posibilidad de hacer pasar al género
humano a otro estadio evolutivo. Para cumplir esta etapa ellos
eligen un emisario que debe atravesar una serie de pruebas que
lo habilitarán para transmitir el mensaje que se nos dirige.
Los contactados viven una experiencia intensa que recuerda
a los ritos de pasaje característicos de muchas tradiciones
religiosas. Entonces podría verse en estos "ravis",
chamanes de la modernidad religiosa que encarnan en sus experiencias
reveladoras los valores de una sociedad. Para Bertrand
Méheust, estamos en presencia de una vivencia compuesta
de un sistema dinámico compuesto formado por el acople
entre las experiencias vividas por los testigos y el medio asociado
de creencias y prácticas en el que tales experiencias se
inscriben.
Los contactados proponen una cosmogonía materialista
y pragmática que presenta al ser humano como un animal
evolucionado que con el tiempo se volvió tonto e ignorante.
Habitualmente las perspectivas de futuro de la Humanidad presentadas
en estos mensajes son sombrías (autodestruccción,
cataclismo...) y la única solución consiste en volver
a una utilización sana de la ciencia que transformará
a la Tierra en un paraíso ecologista.
La solución última reside en el reencuentro
de la ciencia y la religión, pero debe hacerse fuera de
los cuadros de las Iglesias. Se hablará entonces de religión
atea donde la plegaria tomará la forma de una comunicación
telepática, de una radiación espiritual. Los milagros
religiosos serán interpretados ahora como eventos tecnológicos.
Se trata entonces de una ciencia divinizada que nos es presentada
como cumplimentando la salud de la Humanidad.
PLATILLISMO Y ASPIRACIONES DE UNA SOCIEDAD Pero
¿cómo explicar que centenares de personas adhieran a grupos
platillistas aún hoy? Más allá de los clisés
tradicionales de explotación de la ingenuidad y de manipulación
mental, se podría pensar que el éxito de un grupo
proviene del hecho de que expresa las inquietudes y las aspiraciones
de una gran parte de la comunidad. Por ejemplo, el hecho de
que el fenómeno de los platos voladores emerja dos años
después de la explosión de la bomba atómica
en Hiroshima, nos abre la puerta a una lectura donde la ciencia
amenazadora llama a una ciencia benefactora que nos será
dada por los canales tradicionales de la redención,
o sea desde arriba. Los extraterrestres se vuelven entonces una
proyección del humano en que tenemos esperanza de convertirnos,
el dios que duerme en nosotros.
Es interesante constatar que el mismo fenómeno
también ha generado su antítesis con los casos de
abducciones. En estos relatos de los "abducidos", los extraterrestres
no son pacíficos y bienhechores sino agresivos y malvados.
Entonces, tenemos la expresión inversa de lo anterior,
en la que se expresa el temor de que el hombre del mañana
se vuelva frío, robotizado y desprovisto de compasión,
no apoyándose más que en la racionalidad científica.
La ciencia, ¿lugar de sanación o de condena?, ¿glorificante
o decadente? En en esta polaridad que el platillismo está
inmerso. Volviendo a nuestras esperanzas de la infancia, donde
pedir un deseo a una estrella podía traer la realización
de nuestros votos, el platillo volador se convierte en una luz
en el cielo que viene a decirnos que hay algo allí arriba
que puede ayudarnos.
Referencias:
Jung, Carl Gustav, Un mythe moderne, Paris,
Gallimard, 1961.
Lewis, James R. (ed.), The Gods have landed:
new religions from other worlds, Albany, State University
of New York Press, 1995.
Lieb, Michael, Children of Ezekiel. Aliens,
UFOs, the Crisis of Race, and the Advent of End Time, Durham,
Duke University Press, 1998.
Méheust, Bertrand, En soucoupes volantes,
vers une ethnologie des récits d'enlèvements,
Paris, Imago, 1992.
Renard, Jean-Bruno, Les extraterrestres, une
nouvelle croyance religieuse?, Paris/Montréal, Cerf/Fides,
Coll. Bref no 7, 1988.
* * *
Nuestro agradecimiento al profesor Alain Bouchard
y a la revista Nouveau Dialogue por permitirnos traducir
y publicar el presente artículo.
Primera publicación: Revista Nouveau Dialogue
N° 133: Salut!
En http://pages.ca.inter.net/~csrm/nd133/bouchard.html
Traducido del francés por Mariano
Moldes.
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