Es una tarde canadiense atípicamente suave
y la luz del tardío anochecer colorea de rosa las caras
de un grupo de franceses en las afueras de Salle du Ges, un sitio
de veneración hecho con piedras ubicado en el centro de
Montreal.
Es una multitud con un atípico ánimo
festivo, incluso para Quebec, una provincia popularmente conocida
por su afabilidad. Hay un montón de gritos de reconocimiento,
abrazos prolongados y afectuosos frotes de hombros con bíceps.
La mayoría son hermosos. Hombres bien bronceados por el
sol, con remeras de rayas blancas que dejaron las corbatas en
sus hogares de Chippendale y mujeres muy llamativas, aparentemente
de todos los continentes, que miran fijamente a los ojos a los
recién llegados como yo.
Se trata de una reunión de raëlianos,
una organización cuyos miembros creen que el hecho de que
la raza humana haya sido creada por extraterrestres no debe intervenir
en un disfrute hedonístico del sexo. El joven flacucho
que está delante mío en la cola de los tickets,
que parece un fanático de la película Star Trek,
le hace trucos de magia a la vendedora de tickets, sacando monedas
de sus orejas. Ella sonríe con dulzura: "Peux-tu me
sortir un bisou aussi?" ("¿Qué tal si me das
un beso?") y él la besa apresurada y servicialmente
en las mejillas.
En el lobby, mujeres vestidas de blanco reparten
panfletos de UFOland (Tierra de OVNIs), una especie de parque
extraterrestre muy excitante ubicado en las afueras de Montreal
("¡La réplica exacta de un Ovni! La construcción
más grande del mundo hecha con fardos de heno! ¡La réplica
de ADN más alta del mundo!") El movimiento raëliano
no es -me he asegurado de ello- un culto de muerte milenario.
Hecho que es positivo porque a juzgar por las benignas sonrisas
y el incondicional amor que me rodea, me parece que esta noche
soy uno de los pocos no-raëlianos del edificio.
LIBRES DE IR Y VENIR Entro al auditorio y
me siento al lado de una mujer alta y rubia, quien luce una remera
blanca que deja sus brazos y espalda al aire, un monedero peludo
blanco y unos pantalones ajustados blancos. Ella gira hacia donde
estoy yo, me clava sus inanimados ojos azules, que son redondos
como una sartén, y con un marcado acento francés
me pregunta dónde escuché por primera vez el mensaje.
"Boulevard Saint-Laurent", respondí en un tono
inexpresivo, la calle de Montreal donde una persona en rollers
me dio hace algunas semanas el panfleto para la conferencia sobre
clonación humana de esta noche. Ivana, ese es su nombre,
me dice que ella escuchó el mensaje de su hermano y que
dejó su Varsovia natal, Polonia, para estar más
cerca de otros raëlianos del norte de Francia. Le pregunto
si vive en una comunidad pero ella me responde negativamente con
la cabeza: "Nosotros somos libres de ir y venir como nos
place".
Ivana me cuenta que se mudó a Québec
hace unos cinco meses para estar cerca del propio Claude
Raël Vorilhon y que se gana la vida como
bailarina. Por estar en Montreal, uno de las capitales de la danza
mundial, le pregunto en qué grupo baila. "No",
dice mirándome como si fuera un burro. "Bailo en clubs".
Síííí: escuché que un desproporcionado
número de raëlianos viene de comunidades de danzas
exóticas. A cada rato, Ivana interrumpe nuestra conversación
para silbar sin efecto a un niño que va sin rumbo por el
pasillo: "¡Isis!"
FECUNDA QUÉBEC Los raëlianos dicen
tener alrededor de 35.000 miembros en todo el mundo, de los cuales
4000 son francocanadienses, un hecho que el mismísimo Raël
ahora viva aquí ha hecho de Québec la oficina central.
Él ha encontrado material fecundo para reclutar
a su provincia de habla predominantemente francesa. Pese a que
el 85 por ciento de los habitantes de Québec todavía
se autodenominan católicos romanos, aquí la atención
a la iglesia es la más baja del continente. Actualmente,
apenas el 15 por ciento de la población de la provincia
asiste con frecuencia a los servicios dominicales (contra un 21
por ciento de los canadienses y un 40 por ciento de norteamericanos).
Sin embargo, esto no refleja que la espiritualidad se haya ido
de Québec. Sólo que ha virado hacia cosas extrañas,
poco confiables y esotéricas, motivo por el cual sólo
en Montreal actualmente hay 800 sectas y religiones.
Las religiones New Age más notorias de Québec
incluyen el culto de Roch Moses Thiault,
un adventista del séptimo día que un día
vio la luz y se declaró a sí mismo "Oint el
eterno" y llevó su cría a la remota península
Gasp, donde supervisa amputaciones, castraciones, desentierro
de cadáveres y reyerta entre los vivos. (Thriault salió
en libertad condicional ese año). También está
la infame Orden del Templo Solar, un culto fundado por un homeópata
belga [N. del E: se refiere a Jean-Luc Louret]
cuya rama local hace alarde de ser el antecesor del alcalde de
la ciudad de Richelieu, por algunos periodistas y por el vicepresidente
de la compañía de servicios de energía hidráulica
local. Todos ellos han hecho estas cosas antes de cometer un suicidio
masivo, embarcándose en ese viaje a Sirius.
El movimiento raëliano, por suerte, tiene fama
de ser menos exigente que los mencionados. De hecho, Raël
es un ex periodista francés que en su libro "La verdadera
cara de Dios" explica que en 1975 fue llevado en un platillo
volador al planeta de Elohim, donde fue presentado a habitantes
de la Tierra como Jesús,
Buda, Joseph
Smith y Confucio. El Elohim,
una forma humana pequeña con piel pálida y grisásea
de ojos almendrados, fue aparentemente la inspiración para
el judio-cristiano de Dios. Elohim le dijo a Vorilhon que era
el último profeta -enviado para reemplazar un mensaje de
paz y meditación sensual a la especie humana bajo su nuevo
nombre de Raël- antes que Elohim volviera a Jerusalén
en el año 2025.
No lo obligaron a abandonar las carreras de autos,
sin embargo, pues Raël pasó gran parte de los ´80
y ´90 azotando el mundo de las carreras en su amado Mazda Rx-7
Turbo. (Ahora, que está entrando en sus 50 años
de edad, está semiretirado de las carreras de autos, a
pesar de haber presentado interesantes charlas sobre automovilismo).
El tema de la conferencia de esta noche, clonación, parece
estar ligada a la convicción de Raël de que la raza
humana fue creada en laboratorios hace 25.000 años del
ADN extraterrestre.
NUDISMO NEW AGE Un amigo mío que pasó
una semana en el campo de meditación sensual raëliano
de Québec regresó con un informe de la experiencia,
que parecía una mezcla de campo nudista y retiro New Age
en la costa de California. Las reglas eran sencillas: todos
podían negarse a una invitación sexual, nadie tenía
el derecho de sentirse celoso o posesivo si su pareja deseaba
a otro y el uso de preservativos era obligatorio. El lugar
estaba lleno de hombres gay, chicas recién bajadas de un
vuelo desde Japón, suizas caminando desnudas y muchísimos
habitantes de Québec dispuestos al gusto de mi amigo.
El había estado esperando una especie de
variedad de manjares de amor libre, y se decepcionó
al encontrar que la desproporción de hombres respecto de
mujeres significaba que las parejas formadas con anterioridad
estaban juntas toda la semana. Basta con decir que regresó
a Montreal un hombre frustrado. Pero no amargado: "Si no
fuera porque tuve que escuchar a Raël durante seis horas
diarias, pudo haber sido el paraíso", me dijo. De
hecho, algunos raëlianos hombres le confesaron que aceptaron
el mensaje básico de la religión -básicamente,
que no hay un Dios ni un alma y que los regalos más grandes
que nos hacen nuestros creadores son la belleza y la sensualidad
del cuerpo humano. Ellos dejaron de escucharlo cuando Raël
empezó a hablar de OVNIs.
En tanto que religión extraterrestre, el
Movimiento Raëliano Internacional (como lo denominan a veces)
parece no ser muy benigno. La organización generó
una controversia en 1992 cuando respondió a la postura
de la Iglesia Católica de Québec sobre el control
de natalidad entregando preservativos fuera de los colegios.
Litigantes en Suiza acusaron a algunos Raëlianos de pedófilos,
citando la petición de Vorilhon sobre "despertar el
espíritu de tu niño pero también su cuerpo".
Sin embargo, Raël luego negó estar involucrado en
prácticas de ese tipo. Muchas de estas críticas
vinieron de las familias de nuevos monaguillos, a estos últimos
les disgustó que se les solicite entregar a Raël un
10 por ciento de sus ingresos en concepto de diezmo.
En 1995 en el libro "Los dioses han aterrizado",
Susan Jean Palmer, una experta en
lo que los sociólogos denominan "nuevas religiones"
del Colegio Dawson de Montreal, encontró evidencias de
algunas prácticas infames de parte de raëlianos.
Relatando una de las reuniones mensuales que se llevan a cabo
los domingos en los Holiday Inn de Québec, Palmer describió
el estilo de vestimenta de las mujeres como aquel que oscila "entre
el elegante del estilo Paris Match, al punk, a (aparentemente
inconscientes) parodias de Brigitte Bardot en su época
de apogeo en San Tropez." Evidentemente, fue suficiente para
que los extraviados fisicoculturistas de mi generación
vinieran por más. Como si las flores de Bhagwan
Shree Rajneesh [N. del E.: también conocido como
‘Osho’] estuvieran detrás de ellos, los raëlianos
son básicamente miembros de un culto a determinado estilo
de vida. En una cantidad cada vez más grande de sociedades
que no tienen como religión al catolicismo, el éxito
de Raël parece provenir de un ambiente de decadencia de conducta:
él ofrece un patio de juego donde no interviene la culpa
y donde tienen lugar el hedonismo y la experimentación
sexual.
INCORRECCIÓN POLÍTICA
A medida que el auditorio se iba llenando, noté que el
interés que Ivana tenía por mí iba disminuyendo
ya que se iba dado cuenta que yo en realidad no tengo internalizada
la esencia del "mensaje". Su mirada se desvió
a un musculoso que estaba en los pasillos. Luego las luces se
hicieron más tenues y comenzó la noche: Brigitte
Boisselier, vestida con un sombrero ancho y unos elegantes
tacos altos subió al escenario y explicó que es
bioquímica y que luego de haber manifestado estar abocada
a la clonación humana fue despedida de la empresa francesa
Air Liquide y considerada una "madre peligrosa"
por el Estado francés.
Pero ahora, según dijo felizmente, es obispo
del movimiento realiano y nos advirtió: "¡no
esperen una noche políticamente correcta!" El siguiente
en subir al escenario fue Richard Seed,
un conferenciante de Boston que se hizo famoso cuando declaró
que quiere ser el primer humano clonado ("por supuesto,
luego de mi esposa"). Seed dio la bienvenida a la clonación
y la consideró el primer paso al rejuvenecimiento -un compañero
calvo mencionó lo lindo que sería volver a tener
22- y afirmó que "los clones serán divertidos".
Me alivia el dolor cuando afirma que es cristiano y metodista.
(Es un alivio porque si hay una cosa que no soporto es un metodista
musulmán). No puedo evitar preguntarme qué está
haciendo ese hombre de saco y corbata doctorado en física
en un cuarto lleno de personas hablando en francés y entusiasmados
con los OVNIs.
Finalmente, luego de ser presentado como "el
profeta del tercer milenio", el mismísimo Raël
se subió al escenario. Petiso, con la frente completamente
tirada hacia atrás y con algunos restos de cabello enrulado
color negro, por momentos parece una mezcla de guerrero samurai
y Hombre de Glad (**). Sus gigantes hombros están
cubiertos por una remera color blanca, pantalones holgados blancos
y ojotas del mismo color. Lleva con cierta ostentación
una medalla de plata pesada que vi colgar en muchos cuellos por
aquí: una Estrella de David llena de remolinos. (Los remolinos
solían formar una esvástica pero un grupo de judíos
se ofendió, pues entendió que es un intento de reconciliar
de manera muy terminante el contraste entre el yin y el yang).
Sin embargo, no me fue fácil autoconvencerme de que estaba
en presencia de un mensajero divino. Raël tiene un acento
que lo hace sonar como si estuviera tratando de deshacerse de
un poco de flema, o tal vez de un mejillón atragantado
en su garganta. Esto me hace sospechar que en realidad estoy ante
un belga.
Raël camina con pasos lentos y regulares
hacia delante y hacia atrás como un actor cómico,
trabajando sobre la multitud. Anuncia que acaba de recibir
la ciudadanía de Québec y la mitad del auditorio
se para y aplaude para felicitarlo. "Desafortunadamente,
además tengo que ser canadiense!" Noticias frescas:
¡Raël es un separatista! "Yo he escrito un libro llamado
Vive le Qubec Libre" , añadió. Luego
de decir unas palabras sobre el papa ("La diferencia entre
Juan Pablo II y yo es que cada año
se prueba que todo lo que dijo el papa fue falso. ¡Y todo lo que
yo digo se comprueba que es cierto!"), vuelve sobre el mismo
tema de esta mañana. El no quiere clonar humanos para
crear pequeñas réplicas de sí mismo. Quiere
clonarse para vivir eternamente. "¿Vos querés
morir a los 35?", preguntó "¡No!" fue la
ensordecedora respuesta de la audiencia. De hecho, a juzgar por
la hermosura joven de la mayoría de los que están
en el auditorio, estoy empezando a sospechar que he tropezado
con una secta inspirada en la película de ciencia ficción
de los ´70 Logan‘s Run, en la cual los mayores de 30 años
no sólo son destruidos sino también vaporizados.
Y, como buen escritor de habla inglesa en una sala llena de hedonistas
franco-canadienses, me siento de 32 entrando en los 50.
OBJETIVO DE RAËL: "MOLESTAR A LA PRENSA"
Es más, evidentemente soy un escriba que anota en su libreta
cómo Raël joroba a los periodistas que están
presentes en la habitación. Tomando distancia de su religión
respecto del Templo Solar y de la Rama Davidiana, confesó
su desagrado con ciertos cronistas. "Yo solía ser
uno de ellos", dijo. "Pero... ¿por qué los
periodistas siempre me llaman para que opine cuando hay un suicidio
en masa? ¡Yo no quiero morir! ¡Quiero estar por aquí para
seguir molestando a los periodistas durante mucho tiempo!"
(***) La multitud le respondió con rugidos de placer.
Noto que Ivana está mirando con resentimiento
a mi lápiz mientras tomo nota. Contra mi voluntad, me vino
a la mente una imagen de la remake de Invasión of the
Body Snatchers: Ivana salta, me señala con rabia y
grita con su inmaculada boca a la multitud "periodista".
Un círculo de cuerpos bronceados me rodea y la escena funde
a negro tan pronto como yo desaparezco entre un grupo de bailarinas.
Los raëlianos tienen una linda y pequeña
religión, me digo a mí mismo mientras recojo mis
cosas y hago una salida rápida. Debe haber sido divertido
compartir con ellos un verano, haciendo un poco de meditación
sensual con las Naciones Unidas en un grupo de strippers –si no
hubiera sido por la cuestión de los OVNIs. El problema
es que mi deseo podría terminar arruinado por mi curiosidad
refleja, inculcada por mi propia secta, el culto de los Hombres
de Noticias. Hay aún muchas preguntas sueltas en mi cabeza:
¿Qué pasa si te negás a pagarle a Raël el
10 por ciento de diezmo? Si el Elohim creó a los humanos
de su propio ácido ribonucleico (ADN) ¿quién creó
el Elohim? Y, lo más importante, ¿qué les pasa a
los raëlianos cuando envejecen?
Cuanto más obsesivamente hago preguntas más
las evitan los creyentes, entonces llego a una conclusión
inevitable y que sabía de antemano: no tengo suficiente
fe para ser raëliano. De hecho, en el emerger de un crepúsculo
confortante en Montreal me digo a mí mismo que probablemente
necesito un poco más de desprogramación.
Primera publicación: Grescoe, Taras;
‘Raël love - A gorgeous group of alien spawn hones a hedonistic
hankering for sex’, en la sección Travel de Salon.com,
8 de Marzo de 2000. URL: http://www.salon.com/travel/feature/2000/03/08/raelians
Traducido del inglés por Mariana
Comolli
(*) Taras Grescoe
ha escrito para varias publicaciones, entre ellas Wired,
Islands, Saveur, The Independent y The
Times de Londres. Vive en Montreal.
(**) Nota de la Traductora: "Glad"
significa "alegría", pero como en el original
dice "Man From Glad" está con mayúscula
ignoro si es una ironía para significar algo así
como el "Hombre de la Alegría" o "El hombre
de Glad", entendiendo a Glad como un nombre propio de algún
sitio que desconozco).
(***) N. de la T.: ¡Conmigo lo logró!
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