.
Hace diez años, en enero de 1990, apareció
en la revista Magonia un artículo mío titulado
"Libre de toda predisposición".
Recogía en él tres argumentos esgrimidos por los
ufólogos para mantener que el material que aparece en los
casos de OVNIs y abducciones carece de cualquier precedente cultural.
En su opinión, no existía ninguna explicación
psicosocial disponible para aspectos como la forma de los platillos
volantes, la naturaleza de los Grises o la famosa abducción
del matrimonio de Betty y Barney Hill.
Todo ello resaltaba la novedad que supone la visita de seres
extraterrestres a nuestro planeta a partir de 1947. Sin embargo,
tales argumentos me ofrecieron una oportunidad dialéctica
para referirme a diverso material con el que me había tropezado
como aficionado a la ciencia-ficción (SF en adelante) y
algunos otros descubrimientos derivados de mi correspondencia
personal con colegas interesados por los OVNIs. Tales descubrimientos
eran mayormente inesperados, casuales, casi por chiripa, verdaderos
"regalos de Serendip" (1), derivados de mi insaciable y ecléctico
consumo, puramente recreativo, tanto de literatura ufológica
como de SF, más que de cualquier intento concertado de
investigación. Como muchos de los aficionados a la SF no
prestaban la menor atención a la ufología y los
partidarios de los OVNIs estaban demasiado obsesionados con su
afición para atender a otros temas como la SF, yo
me encontraba en la rara situación de estar lo bastante
familiarizado con los dos campos como para notar la superposición
existente entre ambos.
CAZADORES DE SUEÑOS "Libre
de toda predisposición" fue bien recibido y es uno de mis
trabajos más citados. Ha sido alabado, llegando hasta lisonjas
tales como considerarme un experto en SF. Lo cierto es que nunca
me he preocupado de desengañar a quienes eso piensan, aunque
soy conocedor de cientos de aficionados a la SF que la leen con
mucha más asiduidad y están mucho más involucrados
en este campo que yo. La certeza de que apenas he arañado
la superficie resultaría evidente para todo el mundo a
estas alturas, si no fuera porque el libro de Michel
Meurger Scientifictions nº 1/1 (Encrage, 1995) sólo
está disponible en francés, y su único artículo
en inglés "Surgeons from Outside" apareció en Fortean
Studies nº 3, una cara publicación inglesa (2). Meurger
ha demostrado mucho mejor que yo como toda la mitología
OVNI fue prefigurada por las noveluchas baratas de SF de principios
de siglo ("pulp") y las tradiciones culturales. Si comparásemos
su trabajo con el mío, sería como comparar la dura
y larga jornada de un minero con un agradable paseo por el parque.
Pero han llegado a mi conocimiento
ciertas críticas recientes a mi trabajo que desearía
comentar aquí. En el último número de Magonia
(Octubre 2000) Anthony R. Brown,
se refiere a aquella parte de mi ensayo donde apuntaba la posibilidad
de que la película Invaders from Mars (Invasores de
Marte) hubiera sido una de las influencias que moldearon las
pesadillas de Betty Hill. En su opinión, yo "llegaba hasta
extremos extraordinarios para declarar que una película
concreta estaba en el origen de esta experiencia. Existen un par
de puntos importantes que tales declaraciones jamás tienen
en cuenta. El primero es que no existe un sólo caso tras
décadas de estudios sobre el sueño donde una película
haya aparecido reproducida parcialmente en un sueño posterior....
la imaginería onírica y la propia historia son siempre
distintos a los de la película. Quizá el tono emocional
sea virtualmente idéntico en la película y el sueño
posterior, pero jamás la imaginería ni la historia".
Brown no ofrece ninguna referencia
para tal afirmación, pero me basta mi experiencia personal
para saber que es errónea. En más de una ocasión,
yo mismo he visto como la imaginería de una película
que acababa de ver se veía reflejada en mis sueños.
Así, por ejemplo, tras asistir a una proyección
de Invasion of the Body Snatchers (La Invasión de los
Ladrones de Cuerpos) tuve un sueño surrealista donde
unas semillas como las de la película eran disparadas con
cañones durante una batalla. Recordemos que hacia el final
de la película hacen su aparición en la misma varios
camiones militares. Si ello no fuese suficiente, bastaría
leer el libro de Robert L. Van de Castle
Our Dreaming Mind (Ballantine, 1994, p. 241). En el mismo
su autor describe dos estudios desarrollados por D.
Foulkes donde se les mostraban dos películas diferentes
a varios individuos, tratando de determinar sus efectos en el
contenido de los sueños posteriores. El primer estudio
indicaba que, en un 5 por ciento de los sueños, había
sido obvio para los jueces si la película vista con anterioridad
había sido una neutral comedia romántica o una "del
oeste". En su segundo estudio, el propio Foulkes habría
asegurado que el 8 por ciento de los sueños incorporaron
elementos de la película observada con anterioridad. Nunca
digas nunca jamás.
También recomendaría
The Wilderness of Dreams, de Kelly
Bulkeley (State U. Of NY Press, 1994, pp. 188-9) donde
el autor comenta un sueño en el que el protagonista está
siendo diseccionado por un malvado alienígena. La influencia
de la película Excalibur, vista recientemente, resultaba
evidente por la presencia de varios caballeros con armadura en
la parte inicial de esa pesadilla. Bulkeley también menciona
haberse despertado en varias ocasiones con el corazón desbocado
por su desesperada huida de Darth Vader,
personaje cuyo origen cinematográfico está más
allá de toda duda. La afirmación de Brown resulta
difícil de admitir dado el innumerable número de
ejemplos que a lo largo de más de un siglo se han ido acumulando
y que apuntan al hecho innegable de que los sueños incorporan
imágenes distorsionadas de nuestros recuerdos (Freud,
Sigmund, La Interpretación de los sueños).
Puesto que las películas sí quedan almacenadas en
nuestra memoria, ¿cómo podrían dejar de ser utilizadas
en nuestros sueños?
El uso, por Brown, del término
"reproducida parcialmente" parece indicar que él piensa
que mi afirmación sobre la influencia cinematográfica
supone una repetición exacta de la película en los
sueños de Betty. Permítanme citar mi artículo
original para refrescar su memoria: "La similitud entre Invaders
from Mars y las pesadillas de Betty Hill es imperfecta y,
evidentemente, no ofrece nada del rigor de una fórmula
matemática. Los sueños y las pesadillas, por propia
naturaleza, no son casi nunca memorias verídicas. Incluso
si Betty Hill fue realmente secuestrada, resultaría muy
poco usual que sus pesadillas fuesen una reconstrucción
fotográfica de su trauma. Las emociones sufridas volverían
a surgir, pero tendrían sólo una similitud metafórica
con su contenido dramático. Lo máximo que uno podría
esperar serían fragmentos de imágenes distintivas
que nos ayudaran a reconstruir las fuentes de las que surgió
el sueño. Es de alguna forma increíble que existan
suficientes elementos de este tipo... como para lograr una identificación
que podríamos considerar convincente."
También debe señalarse,
en contra de lo expuesto por Brown, que yo en ningún momento
afirmo que esta película sea el origen de las pesadillas
de Betty. En mi artículo también mencionaba otras
posibles influencias, como el libro de Keyhoe. Más recientemente,
he mencionado la incorporación de sus temores a una posible
contaminación radiactiva como posible fuente de algunas
de las imágenes médicas en sus pesadillas (MAGONIA
Monthly Supplement nº 12, Febrero 1999) (3). Existen muchos
orígenes, enfatizo claramente el plural, para su experiencia.
¿QUIÉN NECESITA TEORÍAS?
Greg Sandow, en su ensayo "The Abduction Conundrum" (Anomalist
nº 7, Invierno 98/99, y en la página electrónica
personal del propio Sandow) (4) nos ofrece otro
tipo de críticas. En su opinión, yo no
me doy "cuenta de lo ridículo" que parezco cuando apunto
como alguno de los elementos de los relatos de abducción
ya habían aparecido en relatos de SF anteriores. Sandow
reconoce que cualquier podría "picotear" entre ejemplares
antiguos de Amazing Stories (Historias Asombrosas) descubriendo
elementos que aparecen también en los casos de abducción.
Su queja es que yo he sido incapaz de explicar como todos ellos
acaban confluyendo en estas modernas narrativas sobre abducciones
que se desarrollan a todo lo largo de la vida de una persona y
donde son utilizados sexualmente sin que nadie nos explique sus
planes. Resumiendo, mis ideas se limitan a vulgares "¡Te Pillé!":
"Kottmeyer no hace predicciones con su teoría, no nos ofrece
ninguna forma de separar aquellos relatos de abducción
que pudieran haber sido influenciados por los medios de aquellos
otros que no lo habrían sido. Además... los detalles
que aparecen en la SF podrían ser velados recuerdos de
abducciones reales".
Esa concesión de que efectivamente
podemos encontrar elementos de las abducciones en el entorno cultural
precedente olvida que con ello yo estaba tratando de refutar
una afirmación previa de Budd
Hopkins, quien aseguraba que tal hallazgo era
imposible. Nadie, sea profesional o aficionado, necesita tener
una teoría para demostrar tal hecho. El propio Sandow
no se da cuenta de que si él alega que los relatos de SF
de principios de siglo contienen recuerdos velados de abducciones
reales, está echando por tierra toda el montaje interpretativo
desarrollado por Jacobs, Hopkins y Bullard, i.e. que los alienígenas
llegaron a nuestro planeta en torno a 1947 y que nada semejante
existe en la cultura precedente porque ellos no estaban aquí.
Eliminemos tal suposición y todos sus argumentos a favor
de la novedad caen por su peso.
Cuando habla de que yo no ofrezco
ninguna explicación para el guión moderno de las
abducciones, y más concretamente, sobre por qué
los alienígenas no explican sus planes, Sandow está
claramente repitiendo como un loro un argumento presentado por
David
Jacobs en su libro Secret Life (Vida Secreta)
(Fireside, 1992, p. 297) (Ediciones B, 1993, p. 320). Sandow pretende
que yo respondiese en un artículo escrito en 1990 a un
argumento que no fue formulado hasta dos años más
tarde. Tras leer el libro de Jacobs, yo mismo señalé
que partes de este nuevo argumento eran errores demostrables.
Existen bastantes alienígenas en la gran pantalla que
jamás se explican, y su interés por la procreación
resulta evidente en muchas películas. Tuve ocasión
de comentar todos estos puntos en mi artículo de mayo de
1994 "Spawn of Inseminoid" (REALL News, 2, 5). Es cierto que nunca
me molesté en analizar esa línea argumental de que
los abducidos sean secuestrados repetidamente a lo largo de su
vida, pensando que nadie lo consideraba algo importante. De hecho,
yo tenía la impresión de que todo ese asunto de
que los abducidos sean seguidos a lo largo de toda su existencia
era más bien algo a disimular, pues se trata de una línea
argumental claramente inexistente con anterioridad a Hopkins.
Se trata de algo inconsistente con todo el catálogo de
abducciones conocidas con anterioridad a su entrada en escena.
UNA HIPÓTESIS PREDICTIVA Sandow
reclama un método para separar las abducciones influenciadas
por los medios de comunicación social de aquellas otras
que no lo han sido. Fácil. Hagan que los abducidos persuadan
a los alienígenas para que visiten a Seth
Shostak o a Stephen Jay Gould.
Persuadan a los alienígenas para que les entreguen copia
de sus libros de bitácora, un traductor universal y una
biblioteca de un centenar de volúmenes que traten en profundidad
temas como la zoología alienígena, la paleontología
alienígena, la bioquímica alienígena, junto
a textos médicos, de historia del arte y guías de
antigüedades que nos demuestren que proceden de un civilización
alienígena con pedigrí. Si esta documentación
respalda las historias de abducción sabremos sin lugar
a dudas cuáles relatos son reales y no influenciados.
Si ello fuera imposible, siempre nos quedan cosas como registros
minuciosos de las habitaciones (al estilo de los que hace el FBI)
para la búsqueda de restos de piel o escamas alienígenas,
avistamientos masivos de sus naves, o grabaciones instrumentales
tales como una de esas intrusiones grabada en un vídeo
tan evidente que no pueda ser rebatido por los escépticos.
Sandow pide predicciones. Bien.
La conquista por parte de esos bichos gigantes alienígenas
que Jacobs menciona jamás ocurrirá. Los distintos
Apocalipsis vistos por los abducidos y que el Dr. John
Mack respalda nunca tendrán lugar. La
ciencia nunca acabará entrando en masa en la ufología
ni siendo convencida de la existencia de seres alienígenas
dedicados a espiar a la humanidad o a usarnos como parte de un
programa de hibridación. La cultura OVNI en general seguirá
manifestando todo tipo de aspectos paranoides. El gobierno,
incapaz de probar a satisfacción de los ufólogos
que no está involucrado en un encubrimiento masivo,
nunca acabará confesando.
Sobre esa proposición general
de que los teóricos psicosociales no ofrecen propuestas
verificables, posición mantenida tanto por Sandow como
por Brown, me gustaría recordarles a estos críticos
mi artículo "Abduction: The Boundary-Deficit Hypothesis"
(Magonia nº 32) donde yo predecía: "la población
final de aquellos que aseguran haber sido abducidos estará
compuesta por una gran proporción de personalidades con
déficits fronterizos". Más tarde tendría
ocasión de señalar que existe un cuestionario desarrollado
por Ernest Hartmann capaz de discriminar
de forma válida entre aquellas personas que tienen unas
fronteras débiles o difusas y aquellas otras que tienen
unas fronteras mentales claras o reforzadas (Kottmeyer, Martin,
"Testing the Boundaries", Bulletin of Anomalous Experience,
5, 4, Agosto 1994). Unos valores bajos refutarían mi hipótesis.
Poco después David Ritchey
sometería a 14 abducidos a este cuestionario. El resultado
promedio fue 305 ("Elephantology - The Science of Limiting Perception
to a Single Aspect of a Large Object, Parts II y III", Bulletin
of Anomalous Experience, 5, 6, Diciembre 1994, pp. 11-16).
Tal resultado encaja primorosamente dentro del rango definido
como "fronteras débiles" (Hartmann, Ernest, Boundaries
of the Mind, Basic, 1991, p. 254).
Brown declara que "la histeria es
la piedra fundacional sobre la que se levanta todo el Modelo Psicosocial".
En mi opinión, esto no es correcto. Cualquiera que haya
seguido mis escritos sabe que mi argumento central es que lo
que subyace y modela gran parte de las creencias OVNI es la paranoia.
Tal idea quedaría refutada si fuera posible verificar la
HET en alguna de las formas mencionadas anteriormente. A falta
de ello, muchos teóricos podrían llegar a descartarla
si se pasasen cuestionarios psicológicos como el MMPI a
creyentes en los OVNIs y los resultados en la escala Pa (Paranoia)
resultasen bajos. Echando un vistazo a estudios similares ya realizados
con abducidos - que podemos presumir serán creyentes en
los OVNIs- comprobamos que más bien tienden a resultados
por encima de la media. Leo Sprinkle
y Parnell pasaron dos cuestionarios psicológicos estandarizados
a 225 personas que habían denunciado experiencias OVNI.
Ambas pruebas encontraron valores moderadamente elevados en la
escala Pa, siendo significativamente superiores en aquellos que
mencionaban experiencias de comunicación (Parnell, June
O. Y Sprinkle, R. Leo, "Personality Characteristics of Person
who Claim UFO Experiences", Journal of UFO Studies, n.s.
2 (1990), pp. 45-58). Rodeghier, Goodpaster y Blatterbauer obtuvieron
un valor Pa muy similar al obtenido por Parnell y Sprinkle, cuando
sometieron a 27 abducidos al MMPI (Rodeghier, Mark, Goodpaster,
Jeff y Blatterbauer, Sandra, "Psychosocial Characteristics of
Abductees: Results from the CUFOS Abduction Project", Journal
of UFO Studies, n.s. 3 (1991), pp. 59-90). Naturalmente, los
partidarios de la HET descartan todos estos resultados con una
interpretación como diciendo -reconozco que es una caricatura-:
"Bueno, tú también estarías paranoico
si los alienígenas te visitasen repetidamente por la noche,
clavándote agujas en la nariz y robándote tu esperma,
tus óvulos o tus embriones para crear híbridos que
salven a su raza moribunda". ¿Qué puede uno argumentar
contra esto?
Nada, es evidente. En su
lugar, das un paso adelante e intentas desarrollar una historia
de los Grises que muestre como sus orígenes están
más bien entre las novelas baratas de SF de principios
de siglo y algunas teorías evolutivas ya descartadas
(5). Brown responde que esto no nos enseña nada sobre la
gente que no supiéramos ya. Bueno, en mi opinión,
¡sí lo hace! (tomando prestados por un momento sus signos
de exclamación). Ni Hopkins, ni Jacobs, ni Mack, ni de
hecho ningún investigador abduccionista ha ofrecido una
historia del concepto de los Grises en ninguno de sus escritos,
así que todo mi trabajo aporta nuevos conocimientos, por
muy profundo que sea el rechazo que ello provoque en Brown. El
hecho de que David Hufford, a quien
Brown sugiere que deberíamos imitar, estuviese más
interesado por detalles clínicos tales como las parálisis
nocturnas que por los orígenes e inconsistencias en los
contenidos superficiales de las experiencias con la "Vieja Bruja"
("Old Hag"), sólo nos indica que Hufford daba por descontado
que nadie pondría en duda el axioma evidente de que ninguna
Vieja Bruja real asentaba sus posaderas en el pecho de la gente.
Poder afirmar que los Grises tienen con casi toda certeza un carácter
de ficción antes que real, resulta claramente relevante
a la hora de decidir si la paranoia es del tipo "los alienígenas
me están torturando de verdad" o del tipo "la desconfianza
influye en como interpreto los hechos extraños que me suceden".
Desconozco si ello tiene alguna importancia para los especialistas.
No soy médico ni nunca he pretendido serlo. Sin embargo,
es obvio que muchas de las personas que se acercan a esta fenomenología
se encuentran todavía en la incertidumbre de saber si las
experiencias de abducción representan algo sobre lo que
deberíamos preocuparnos como una amenaza real contra la
humanidad, o si se trata de un trágico sentimiento erróneo
del que esperamos que los afectados despierten alguna vez.
INSATISFACCIÓN GARANTIZADA No
pienso ofrecer ninguna gran teoría unificadora sobre las
experiencias de abducción capaz de resolver todas las demandas
actuales o futuras que Sandow plantea a la teoría psicosocial.
Tal cosa resultaría imposible sin disponer previamente
de algunas grandes teorías unificadoras y convincentes
sobre los sueños y pesadillas, sobre la mitología
y sobre las obsesiones culturales. No obstante, puedo decir
un par de cosas en lo que se refiere a reconocer falsas creencias
y argumentos falaces. Mi curiosidad me lleva en ciertas direcciones
a la hora de explicar estos errores y sigo pensando que mis aportaciones
al pensamiento psicosocial tienen cierto mérito. Que algunos
lectores las rechacen o difamen resulta desafortunado, pero la
vida es diversidad y ni siquiera entre los ángeles se da
un acuerdo universal sobre algo (Jeffrey
Burton Russell, Lucifer, Cornell, 1984, pp. 36,
44. Tanto los ángeles como los humanos, a diferencia de
los alienígenas, se cansan ocasionalmente de ser meros
servidores, o al menos eso me han dicho). Sigo deseando que la
gente medite y se de cuenta de que muy probablemente este
fenómeno seguirá vivo sin llegar a ninguna resolución
satisfactoria para todos los afectados. Si alguno de ustedes
tiene vocación de servir a la humanidad, mejor se dedica
a algo más provechoso como guardaespaldas, bombero, médico,
ingeniero, fabricante de automóviles, granjero, etcétera.
Mantenga sus opciones abiertas si lo prefiere, pero diversifique
sus intereses para incluir otras cosas que no resulten en un desperdicio
semejante de su tiempo, dinero y tranquilidad emocional.
El paso del tiempo no sólo
nos dirá quién tenía razón en este
asunto; en su mayor parte ya lo ha hecho.
Traducción de Luis
R. González Manso
(1) N. del T.: "Serendipity" es
una bella palabra inglesa intraducible (aunque la he visto vertida
al castellano como "serendipia") que fue inventada en 1754 por
el ensayista Horace Walpole, a partir
de un cuento de hadas titulado "The Three Princess of Serendip",
cuyos héroes estaban siempre haciendo descubrimientos,
por una mezcla de accidente y sagacidad, sobre cosas que no estaban
buscando. Serendip, por su parte, es uno de los antiguos nombres
de la isla de Ceilán, en el mar Índico.
(2) N. del T.: Existe traducción
en castellano. Suplemento Internacional Cuadernos
de Ufología (CdU)
(3) N. del T.: Existe traducción
en castellano. Suplemento Internacional de CdU.
(4) N. del T.: Existe traducción
en castellano. A publicar en CdU.
(5) N. del Ed: Kottmeyer se refiere a su artículo
"¿Por qué los Grises son... grises?", publicado
por primera vez en MUFON UFO Journal nº 319, Nov. 1994,
cuya traducción al castellano se publicará en una
próxima actualización de Dios!
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