Producto de supuestas grabaciones realizadas durante los turnos
de preguntas y respuestas de sus conferencias, “Testigo de los
dioses” son 201 contestaciones a otras tantas cuestiones
planteadas por los asistentes. A través de ellas podemos
descubrir mucho más del von Däniken real que mediante
una biografía enciclopédica.
SOY EL MÁS GRANDE
Una de las características que se evidencian es su deseo
de manifestar su propia importancia. Recuerda que ha
impartido conferencias en “unas cien Universidades, con toda seguridad”
(Op. cit. Pág. 7) y su secretario Dünnenenberger añade
que entre ellas se cuentan: “Universidad de Harvard, en Boston;
University of California Medical Center, en San Francisco; [...]
Illinois Institute of Technology, en Chicago, Illinois; University
of Missouri, en Columbia;...” (Op. cit. Pág. 7) Claro que
ello se explica por el carácter de las
invitaciones: “En los Estados Unidos (partieron) de los estudiantes.”
(Op. cit. Pág. 8) Y no puede por menos de recordar su éxito
de asistencias multitudinarias: “En la Universidad del Norte de
Michigan, en Marquette, Michigan, hablé ante diez mil oyentes,
fíjense, y en el estadio de baloncesto de la Universidad
de El Paso, Texas, incluso fueron once mil.” (Op. cit. Pág.
9)
También menciona en varias ocasiones las
cifras de venta de sus libros: “Mis libros se conocen
en todo el mundo, con tiradas que suman en total más de
cuarenta millones de ejemplares. Esto significa que yo ‘hablo’
con infinidad de personas a las que no conozco, a quienes la lectura
incita a reflexionar sobre ‘mi’ tema.” (Op. cit. Pág. 11);
“-Los libros de usted han alcanzado una tirada mundial
de 45 millones de ejemplares' -pregunta un asistente..
-En efecto, y creo que se queda algo corto.”
(Op. Cit. Pág. 23); “Es posible que el motivo sea la fidelidad
de mis lectores en todo el mundo, que proporcionan a mis libros
unas grandes tiradas. Podría ser cuestión de envidia,
como digo, aunque eso no sea más que una suposición.”
(Op. cit, Pág. 43).
Éxito que, por supuesto, también acompañó
a las versiones fílmicas de sus libros: “Recuerdos del
futuro ha sido un gran éxito internacional. En Rusia llegaron
a proyectarse mil ochocientas copias, y no sé cuántas
más en la China roja. En América del Sur hubo colas
en todos los locales durante meses, y en los Estados Unidos fue
la gota que faltaba para que se desbordase el vaso de la ‘dänikitis
total’, como dijo una revista yanqui.” (Op. cit. Pág. 45).
Todo ello conseguido sin necesidad de ser científico
ni tener titulación superior alguna: “Desde luego no soy
lo que se llama un ‘científico’. No poseo ningún
doctorado ni carrera universitaria alguna.” (Op. cit. Pág.
46) y es que eso constituiría un estorbo
en su labor: “Un autor encerrado en su especialidad, digamos por
ejemplo un arqueólogo, un etimólogo o un teólogo,
ve las cosas de acuerdo con su formación. [...] Además,
considero que aventajo a los demás en un punto, a saber,
cuando los textos antiguos traen descripciones técnicas
que forzosamente debían escapar al entendimiento del cronista
antiguo.” (Op. cit. Pág. 36) “Para mí es
una ventaja la circunstancia de no ser arqueólogo profesional.
Si lo fuese, me limitaría a contemplar con arrobamiento
la pintura rupestre, admirando el arte de nuestros primitivos
antepasados. Pero yo conozco la mitología de los
pueblos, las leyendas de un pasado cuyo testimonio son las pinturas
rupestres.” (Op. cit. Pág. 87).
RESPONDIENDO CRÍTICAS (O ALGO ASÍ)
Esta satisfacción sobre la importancia de su trabajo se
muestra claramente en la reacción a las críticas
que adopta diversas formas como la negación: “-Hace algunos
meses, la revista alemana GEO publicó un reportaje
sobre la llanura de Nazca. El artículo recogía unas
declaraciones de la investigadora María
Reiche, especialista en lo de Nazca, que le llamaba a usted
embustero. ¿Qué nos dice de eso?
-[...] Francamente, no concibo que la vieja dama
haya podido decir eso.” (Op. cit. Pág. 37). “-Acabo de
recordar unas declaraciones del señor Juan
Moricz, negando haber estado jamás con usted en
las cavernas. Y no nos venga otra vez con lo de la entrada principal
y la entrada secundaria. ¿Qué pasa aquí en
realidad? ¿Acaso miente Moricz?
-No me fío de esas informaciones. Pero, si
efectivamente Moricz ha hecho declaraciones, y si ha dicho que
nunca estuvo conmigo en una de las entradas secundarias del sistema
de cavernas, entonces, efectivamente, ¡ha mentido!” (Op.
cit. Pág. 100). “-¿No ha confesado usted mismo a
la revista ‘Spiegel’ que nunca estuvo en las cuevas?
¿Por qué se empeña ahora en decirnos ahora
que sí estuvo? Admita de una vez que su fantasía
le ha jugado una mala pasada.
-Las declaraciones que usted me atribuye no las
he hecho jamás, y menos a la revista ‘Spiegel’.
Verdad es que dicha revista no ha publicado tampoco nada semejante.”
(Op. cit. Pág. 104) Esto último es una verdad a
medias porque no fue a la revista ‘Der Spiegel’ pero
sí a la revista ‘Stern’: “En un editorial de su
número 41 del año 1972, la revista ‘Stern’ decía
entre otras cosas: [...] Von Däniken [...] la semana
pasada se dirigía por escrito a ‘Stern’ [...] añade:
‘En realidad, nunca estuve en los lugares en cuestión.’
[...] ¡El que yo haya confesado ‘como quien no
quiere la cosa’ que ‘nunca estuve en los lugares en cuestión’
es puro infundio.” (Op. cit. Pág. 115).
Tampoco falta el echar la culpa a los demás:
“-En su libro, Erich von Däniken afirmó que el “hombre
de hierro” estaba clavado en el suelo hasta 28 metros de profundidad
[...] Pues bien, se ha demostrado entre tanto que el “hombre de
hierro” no se hunde en el suelo 28 metros, sino únicamente
unos ciento cincuenta centímetros; que, además,
está hecho de fundición obtenida en horno de carbón
vegetal, y que, efectivamente, se oxida. [...] A ver si tiene
usted respuesta a esto.
-[...] habrá podido darse cuenta de que el
‘hombre de hierro’ no fue un hallazgo personal mío, verificado
por mí en su mismo emplazamiento, sino un fenómeno
del que tuve noticia por el señor doctor Harro
Grubert de Colonia [...] me limito a citar una opinión
ajena expresando nombre y señas del comunicante.” (Op.
cit. Pág. 69).
También aparece el argumento de autoridad
tanto propia como ajena: “-También el profesor Von
Ditfurth ha demostrado que los viajes interestelares son
una imposibilidad. Con esto quedan refutadas todas sus pretensiones.
Pues, si los viajes entre las estrellas son imposibles en el futuro,
es fácil deducir que nadie pudo visitarnos en el pasado.
-Sigo esperando su pregunta.
-Bien, ¿qué tiene que decir a eso?
-El especialista más conocido en este campo
[...] es el profesor doctor Harry Ruppe
[...] Digo todo esto para que pueda usted hacerse una idea acerca
de la solvencia de las opiniones del profesor Ruppe.
Cuando estaba escribiendo mi libro La respuesta
de los dioses, le planteé al profesor la cuestión
de si serían posibles los viajes interestelares en un futuro
próximo. Su contestación consistió en un
‘sí’, sin rodeos ni reservas.” (Op. cit. Págs. 123-124).
“-También afirmó usted que en el atrio de un templo
de Nueva Delhi hay un pilar de hierro que no se oxida. He leído
en la revista ‘Playboy’ que sí se oxida.
-¡Pues yo le digo a usted que no se oxida!”
(Op. cit. Pág. 69)
Tampoco falta el relativismo cultural: “Yo estaría
de acuerdo con todas sus conclusiones [de los arqueólogos]
si ellos se aviniesen a aceptar que en alguna época, en
algún lugar de nuestro pasado tuvieron que producirse visitas
extraterrestres, aunque no se hayan desenterrado aún los
testimonios de tales visitas.” (Op. cit. Pág. 61).
También hay ejemplos de cómo
eludir una pregunta: “-¿Podría citar algunos
ejemplos?
-¡Podría, en efecto, pero prefiero
no hacerlo!” (Op. cit. Pág. 47).
De cómo no contestar a lo
que realmente se le ha preguntado: “Hace algunos años,
el autor del manual Recuerdos de la realidad afirmó que
había tomado usted largos pasajes de su primer libro a
Robert Charroux. ¿Qué
nos dice de esas acusaciones de plagio?
-Evidentemente, conozco esas acusaciones, que no
adquieren más actualidad por el hecho de algunos traten
de resucitarlas de vez en cuando. ¿Me permite que le pregunte
si ha leído usted algún libro de Robert Charroux? [...]
-No ha contestado a mi pregunta. ¿Qué
opina de las acusaciones de plagio? Eso es lo que deseaba
saber.
-Entre los años 1960 y 1965 escribí
varios artículos en diferentes periódicos y revistas
sobre el tema que luego pasaría a desarrollar en mi libro.
[...] ¡En aquel entonces Charroux era un desconocido!”
(Op. cit. Págs. 13-14). Aunque no sea necesario, quiero
hacerles notar que la acusación previa no es que
tratase los mismo temas que el Sr. Charroux sino “que había
tomado usted largos pasajes de su primer libro a Robert Charroux.”
a lo que no respondió en modo alguno.
Incluso hay ejemplos de respuesta con una falsedad
evidente: “Se nos dice que la Gran Pirámide consta
de unos dos millones y medios de sillares [...] he aquí
que según los arqueólogos, la construcción
de la gran Pirámide bajo las órdenes del faraón
Jufu (Kefrén), [sic en el
texto citado] no pudo durar más de veinte años.
[...] Dos millones y medios de sillares, divididos entre veinte
años, nos dan ciento veinticinco mil piedras trabajadas
al año. [...] Admitamos que se trabajasen trescientas jornadas
al año. Por tanto dividamos los ciento veinticinco mil
sillares entre trescientos días, de lo cual nos resultará
una producción diaria de 416,6 piedras labradas. [...]
divididas entre doce horas, vienen a dar treinta y cuatro piedras
por hora, aproximadamente. Reduciendo estas minutos tenemos un
destajo de ¡un sillar de piedra pulido y terminado cada
dos minutos! [...] mis cálculos encierran un error muy
gordo. Hemos supuesto que las piedras estaban allí...”
(Op. cit. Págs. 63-64).
En efecto, sus cálculos encierran
un error muy gordo, pero no es ése sino que la gran Pirámide
no fue construida por una sola persona. En ningún
momento divide el trabajo entre el número de trabajadores.
Vean la diferencia si hubiera dicho: nos dan ciento veinticinco
mil piedras trabajadas (y colocadas) al año lo que dividido
entre los 20.000 trabajadores que se calcula formaron la mano
de obra nos da 6,25 sillares trabajados (y colocados) por año
y trabajador. La supuesta imposibilidad se va al garete, claro.
Este otro tampoco es manco: “También es absurda la tan
repetida afirmación de que los isleños [de Pascua]
quisieran representar a sus antepasados. Contemplen ustedes esas
cabezas de robots, con su frente baja, su boca de labios delgados,
su larga nariz y sus ojos hundidos.” (Op. cit. Pág. 73).
Con esos mismos argumentos, “Las señoritas de Avignon”
pueden ser el retrato de un grupo de marcianos en vez del de un
grupo de prostitutas de un burdel de la barcelonesa calle de Avignon.
Sospecho que este nuevo ejemplo haga “gozar” por
igual a astrónomos y geólogos: “-...un planeta ha
de tener un determinado tamaño, pues de lo contrario le
falta la gravitación suficiente para retener una atmósfera.
Por consiguiente, me dijeron, un planeta tan pequeño como
el que resultaría de unir las masas de los asteroides no
habría podido albergar vida de ningún tipo.”
“-...quiero dejar bien sentado que los fragmentos
hoy existentes en el cinturón de asteroides no permiten
afirmar o negar si el planeta que estalló era, igual, mayor
o menor que la Tierra.
Suponga que la Tierra estallase como consecuencia
de alguna catástrofe cósmica. ¿Qué
ocurriría entonces? Como es sabido, el manto está
formado por una capa muy delgada, mientras que el núcleo,
que representa la mayor parte de la masa terrestre, lo forman
gases líquidos [sic en el texto original] de muchas clases.
¡Con la explosión, estos gases se dispersarían
en el Cosmos! (Op. cit. Pág. 120).
Después de esto, supongo que no les extrañará
que también emplee la argumentación ad hominem
pese a su afirmación de que: “Soy muy escrupuloso,
tal vez más que mis adversarios, en cuanto a respetar las
afirmaciones de los demás.” (Op. cit. Pág.
59). Su respeto puede comprobarse en los siguientes párrafos:
“-Eso de escribir tantos ‘bestsellers’, ¿no será
un timo para sacarle el dinero a la gente? Eso es lo que dice
Pieter Coll en su libro Negocios
con la fantasía.
-No conozco a ese señor. A lo mejor fue lo
que lo que se propuso él cuando empezó a escribir.”
(Op. cit. Pág. 15); “Deben de saber ustedes que en el ramo
de la ciencia ficción hay muchos lunáticos, entre
los cuales destacan los de cierta especie que se cree terriblemente
inteligente e incisiva, pero que se limita en realidad a cultivar
una variante superada del marxismo.” (Op. cit. Pág. 19);
“Aunque no conozco personalmente a (Carl)
Sagan [...] Lo que no me gusta de él es su arrogancia
científica. Esta impresión coincide con
lo que me dijeron algunas personas que le conocían: es
demasiado engreído, como si le hubieran dado más
inteligencia con el biberón que a mil hijos de vecino.
Se siente superior a los demás.” (Op. cit. Pág.
41); “pocos son los críticos que se leen los libros de
verdad y por entero. [...] Esto permite además otra observación
divertida: siempre hay un adelantado o semiadelantado
que se da el tono, y sus epígonos (que así se llama
a los hombres insignificantes que siguen la huella de otro más
destacado) se limitan a repetir como loros lo que ha
anunciado el primero. ¡A eso llaman luego valentía
y originalidad!” (Op. cit. Pág. 43).
Claro que al final tanta discusión y tanta
triquiñuela para intentar zafarse de críticas y
reconocimiento de errores es inútil: “¿Es que tiene
alguna importancia para nuestra discusión el que yo me
equivoque o no? Yo no hago sino defender unas opiniones que son
mis opiniones tal y como han venido consolidándose durante
los últimos veinte años.” (Op. cit. Pág.
113).
INVESTIGANDO, QUE ES GERUNDIO
La razón para que no importen los errores está clara
si observamos el cómo
surgió su teoría, cómo
busca las fuentes, cómo las somete a crítica...
En suma, su método para elaborar y corroborar una teoría.
Veamos de dónde le vino la inspiración: “Para ser
exactos, vaya por delante que la idea de la visita de seres extraterrestres
no es nueva, ni tampoco mía. Ha venido apareciendo en la
literatura de ciencia ficción desde hace setenta años.
Lo único que he hecho yo ha sido recogerla y aportar nuevos
argumentos a su discusión.” (Op. cit. Págs. 39-40).
La búsqueda de fuentes (dejando aparte el
asunto de los libros de Charroux ya visto con anterioridad) se
convierte en ofrecimiento de fuentes: “Esos lectores me escriben,
y todos ellos reciben contestación aunque los hechos que
me comunican ya sean conocidos para mí. Ahora bien, ese
caudal de cartas que llega hasta mi mesa suele contener muchos
datos interesantes.” (Op. cit. Pág. 11). Después
de haber pedido mayores explicaciones al propio informante inicial
“Cuando llego a la conclusión de que el indicio puede ser
importante, señalo el lugar en el mapa con una banderita
y lo incluyo en mi próxima gira.” (Op. cit. Pág.
12). ¿Cómo sabe si el indicio puede ser importante
para asignarle la banderita correspondiente o no? “Pues bien,
admito que algunas veces he actuado espontáneamente. Pero
ello ha ocurrido siempre que mi olfato ha percibido el tufillo
a cosa auténtica.” (Op. cit. Pág. 109).
El problema, claro, es que el olfato del Sr. von
Däniken deja bastante que desear: "Tatunca recibió
una cámara de manejo sencillo y, además un motor
fuera borda nuevo para su barca. A finales de marzo, salió
de Manaus con instrucciones de regresar dos meses más tarde.
[...] El 10 de julio aterricé en Manaus. Tatunca aún
no había aparecido. [...] Como a mediados de julio, Tatunca
seguía sin aparecer, anulé toda la expedición.
[...] precisamente el último día de mi estancia
allí se presentó Tatunca con su barca por el río
Negro. [...] y nos reiteró de nuevo sus manifestaciones
acerca de los depósitos de material técnico de los
dioses en la mencionada ciudad. [...] Tatunca notó mi desconfianza,
y prometió hablar con sus sacerdotes aquella misma noche...
[...] Tatunca dijo que los indios sabían comunicarse por
vía extrasensorial o, como diríamos nosotros, telepática.
[...] Dijo que todos los indios practicaban esa clase de comunicación
telepática desde su primera infancia. [...] Al día
siguiente, Tatunca se presentó con mucho aplomo y dijo
que había conseguido explicar a sus sacerdotes que no podía
presentarse ante mí con las manos vacías, pues el
hombre blanco no le haría caso. Ahora, tenía permiso
de los sacerdotes para aportar una prueba capaz de convencerme.
[...] Hasta la fecha, Tatunca no se ha presentado con las pruebas
prometidas. Sigo esperando." (Op. Cit. Págs. 107-108)
Pues parece que va a tener que seguir esperando al menos mientras
el indígena no necesite un motor fuera borda nuevo.
Cuando no suceden esos percances y el Sr. von Däniken
se encuentran frente a frente a las pruebas ¿qué
hace? Veamos lo que no hace: "-¿Procede usted a realizar
excavaciones?
-No, pues ello está prohibido en todos los
países." (Op. cit. Pág. 96). Asegura realizar
"profundas investigaciones" (Op. cit. Pág. 95)
que, además de profundas, deben ser rapidísimas:
"En Nazca he estado varias veces; la primera
de ellas en 1966, y en esa ocasión la estancia duró
quince días. En la isla de Pascua he estado dos veces,
que sumarán unas tres semanas en total." (Op. cit.
Págs. 95-96).
Tanto esfuerzo empleado en la obtención de
pruebas debe haber sido coronado por el éxito ¿no?
Pues más bien no: "Yo distingo tres clases de pruebas:
Están en primer lugar los indicios, o sea las pruebas circunstanciales,
como las reunidas por mí acudiendo a las más diversas
tradiciones. Luego aparece la prueba aleatoria, con lo que me
refiero a los objetos eventualmente dejados por olvido... Y puede
existir también una prueba intencionadamente dejada por
los dioses. Creo que la prueba circunstancial ha sido aportada
por mí en cantidad más que sobrada." (Op. cit.
Pág. 127)
El que está sobrando es D. Erich porque los
indicios no son pruebas, si éste reconoce que
no ha sido capaz de aportar más que meros indicios, está
claro que no ha probado nada aunque dé un salto al vacío
para intentar que se acepte lo contrario: "Pues como aclaro
en el prólogo, mi propósito era aportar indicios.
La prueba de indicios es perfectamente admisible en Derecho como
sabe. ¡Lo mismo ocurre en todos los dominios de la Ciencia!"
(Op. cit. Pág. 150). y "...yo distingo dos clases
de indicios: los primeros son los ópticos, quiero decir
aquellas pruebas que se pueden ver y tocar; los segundos son los
literarios, es decir, las tradiciones recogidas en los textos
antiguos, libros sagrados, leyendas populares, cuentos y mitologías."
(Op. cit. Pág. 150)
Claro que la culpa de que no pueda presentar pruebas
sólidas es de los arqueólogos porque: "las
exploraciones arqueológicas sólo han abarcado un
0,01 por ciento de la misma [de la superficie terrestre], aproximadamente.
¿No les parece que eso es muy poco? ¿No coinciden
conmigo en que las probabilidades de haber hallado por casualidad
una prueba también casual son ínfimas? A mí,
desde luego, no me extraña que no se haya podido encontrar
nada hasta el presente." (Op. cit. Pág. 128). Es decir,
que él propone la teoría y deben ser los
arqueólogos los que la demuestren. No crean que
esto es una interpretación mía porque el propio
Sr. von Däniken lo dice expresamente: "Aparte de que
lo mío es sugerir posibilidades y no demostrar
teorías..." (Op. cit. Pág. 168).
Una vez obtenidas las pruebas que son indicios,
¿qué hace? Atención: "Si esa pregunta
pretende enunciar una crítica, pues bien, acepto esa crítica.
El volumen de información es tanto que no me queda más
remedio sino proceder igual que la ciencia establecida, la cual
selecciona también sus datos. [...] Al fin y al cabo, lo
que quiere un autor es documentar sus opiniones. [...] Además,
lo que haya omitido yo por no arrojar piedras a mi propio
tejado, lo encontrarán en los artículos y libros
de mis adversarios cuando polemizan contra mí. Ellos están
en su derecho si aducen lo que yo me callo..." (Op.
cit. Pág. 13) y "Lo que me importa es la causa...
mi causa". (Op. cit. Pág, 15).
¿Asombrados? Pues aún falta lo mejor:
"Lo que no se puede hacer, sin embargo, es arrojar
por la borda un indicio sólo porque las dataciones resulten
contradictorias." (Op. cit. Pág. 153).
Por si faltaba algo, otro curso de relativismo intelectual:
"Dejando de lado los resultados de las ciencias exactas,
todo lo demás está sujeto a interpretaciones diferentes.
En eso consisten precisamente las teorías, y como usted
sabe, la teoría es la base de toda innovación en
el campo de las ideas." (Op. cit. Pág. 169).
Después de este curso acelerado de "Cómo
destrozar el método científico y seguir pretendiendo
tener razón" ¿qué queda? "Entre
los indicios ópticos considero tan importante la estela
de Palenque, la carta polar del almirante turco Piri Reis, los
trajes ceremoniales de paja de los indios kapayo brasileños
y las muñecas katchina de los hopi norteamericanos como
las incontables imágenes de seres provistos de cascos y
parecidos a astronautas que se encuentran en tantas rocas, cavernas,
bajorrelieves y esculturas. Entre las tradiciones, considero sin
duda alguna que se lleva la palma el sensacional descubrimiento
de que la mitología de los dogon africanos implica exactos
conocimientos sobre el sistema de Sirio B." (Op. cit. Págs.
150-151).
VON DÄNIKEN Y OTRAS COSAS MENOS IMPORTANTES
Claro,
que la vasta personalidad del Sr. von Däniken no se agota
en el tema de los astronautas de la antigüedad. No se priva
de opinar sobre otras cuestiones tanto esotéricas como
de la vida normal. Veamos unos ejemplos:
Sobre la parapsicología, dice:
"Hasta el presente, la investigación científica
ha logrado aclarar y explicar algunos fenómenos parapsicológicos,
por ejemplo, la telepatía. Sobre la base de estos conocimientos,
¿no sería posible que nosotros, los terrestres,
lográsemos comunicar por medios parapsicológicos,
quizá mediante la telepatía, con los extraterrestres?"
(Op. cit. Pág. 16).
Sobre las
experiencias de vida después de la muerte: "Todas
las informaciones coinciden en un punto: los clínicamente
muertos tuvieron conciencia del punto en que se disoció
su yo. Pudieron observarse a sí mismos; tuvieron conciencia
de ser algo distante de su cuerpo y perteneciente a otra realidad."
(Op. cit. Pág. 17).
Sobre el Triángulo de las Bermudas:
"...no estoy seguro de que los fenómenos descritos
por los autores no puedan atribuirse, en último término,
a causas naturales." (Op. cit. Pág. 44).
Sobre la videncia: "...estoy
convencido de poseer algunas facultades extrasensoriales. No es
que sea clarividente en el sentido convencional de poder contemplar
con absoluta nitidez los acontecimientos futuros, y menos aún
los de interés general o los tocantes a amigos y conocidos.
Pero muchas veces he tenido presentimientos tocantes a mí
mismo, que han resultado extraordinariamente exactos. " (Op.
cit. Pág. 47).
Sobre los OVNIS: "...esos
objetos desconocidos podrían ser cualquier cosa... globos
sonda, nuevos prototipos secretos de aviones en vuelo de pruebas,
descargas eléctricas u otros fenómenos naturales
aún desconocidos." (Op. cit. Pág. 50).
Sobre política: "No
me gusta la extrema derecha. [...] Pero aún me gusta menos
la extrema izquierda. En los Estados donde gobierna, todo el mundo
es mandado y espiado. Hacen llover leyes y prohibiciones. No puede
uno viajar adonde quiera, ni leer lo que quiera." (Op. cit.
Pág. 18).
Sobre religión: "-¿Es
usted ateo?
-No, ni en el rincón más escondido
de mi conciencia y mi corazón." (Op. cit. Pág.
17) y "Es en este punto cero de todo el devenir donde hablo,
con el mayor respeto, de la Creación. Aquí las religiones
nos hablan de Dios, pero siempre se trata del mismo fenómeno:
la fuerza primordial, el gran secreto, el origen de todas
las cosas. Aquí, precisamente aquí, está
el lugar de lo que, a falta de una noción más exacta,
llamamos Dios.
Confieso que durante mis años de búsqueda
he perdido a la infinidad de pequeños dioses humanos; no
así al arcano, al inconcebible Creador. Éste, por
el contrario, se me hace más grande, más inalcanzable
y remoto que nunca." (Op. cit. Pág. 18).
Por último, como prueba de sus profundos
conocimientos incluso se atreve a opinar de problemas tecnológicos:
"El error humano es posible en todas partes, pero estoy convencido
de que no hay instalaciones más seguras que las centrales
atómicas." (Op. cit. Pág. 29) y "-Quiero
ser aviador y luego astronauta. ¿Cree que llegaré
a vivir en la época de la navegación espacial, quiero
decir, de los vuelos interestelares?
-¿Qué edad tiene usted?
-¡Dieciséis años!
-Si la humanidad no se destruye a sí misma,
y si los científicos y técnicos consiguen realizar
el desarrollo de modernas tecnologías que ya se vislumbran,
sin duda podrá usted contemplar la época de los
vuelos interestelares." (Op. cit. Pág. 49). Casi acierta.
CONCLUSIÓN
Después de todo esto ¿podemos llegar a alguna conclusión
sobre el personaje? Al haber ido agrupando lo que en el texto
original está desperdigado quedan claras algunas cosas.
El señor von Däniken no tiene ni idea del
método científico y, además, le importa un
bledo el desconocerlo. Está convencido de lo que
de dice, de que sus "indicios" y sus interpretaciones
son tan validos como las pruebas que manejan los historiadores,
arqueólogos... y que si éstos no lo aceptan así
es por su defensa de lo ortodoxo a la que se contrapone su propia,
osada y triunfante (en términos de libros vendidos y películas
vistas) heterodoxia. Asegura que no le importa incurrir en errores
porque éstos no afectan a su hipótesis, pero pelea
a muerte cuando alguien le señala uno. Selecciona
sólo lo que confirma la tesis que quería confirmar
desde un principio y silencia lo que pueda contradecir su preciosa
verdad.
En suma, pese a los disfraces que quiera ponerse,
la obra de von Däniken no tiene nada ni de historia ni de
ciencia. Lo suyo es esoterismo puro y duro... y lo triste es que,
quizás, no se dé cuenta de ello.
© 2003 José Luis
Calvo. Especial para Dios!
Le agradecemos vivamente al autor su gentil colaboración.
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