La presunta existencia de un "cuerpo"
energético es uno de los temas favoritos de medios y personajes
de escasa seriedad. Este cuerpo sutil sería, según
proponen, el portador de la energía vital -el prana de
los indios, el ki de los chinos, la bioenergía de
los parapsicólogos- y en cierto modo correspondería
al periespíritu del espiritismo kardecista y al cuerpo
astral del teosofismo. Supuestamente, este "cuerpo" penetra,
anima y da energía al cuerpo físico,
pero sobrepasa sus límites y, en determinadas, condiciones
puede proyectarse fuera del cuerpo físico, accediendo a
dimensiones desconocidas e inaccesibles para éste (1).
No todos proyectan su cuerpo astral, pero todos poseerían
una aureola luminosa; como la que se representa en torno
a la cabeza de los santos, pero alrededor de todo el cuerpo. Esta
aureola, mal llamada "aura", poseería cualidades de color
e intensidad característicos del estado enegético
del individuo, de su condición intelectual, emocional
y espiritual. Pocas personas afirman poseer la capacidad de ver
la aureola de otras. Pero algunas aseguran tener el don de visualizarlas
y otras de aprender a hacerlo.
¿FOTOS DEL ALMA? Quienes afirman la existencia
del cuerpo astral y de su aureola energética pensaron
que hallaban firme apoyo para estas creencias en una técnica
fotográfica descripta en 1939 por un electricista de Kubán,
en la ex Unión Soviética, llamado Semyon
Davidovich Kirlian. Él observó que si colocaba
una placa fotográfica en estrecha proximidad a un objeto
sometido a un campo eléctrico de alta frecuencia y elevado
voltaje, era posible obtener la imagen de una mancha luminosa
que aparecía en torno al objeto. Contrariamente a lo
que con frecuencia se da a entender, la luminosidad en torno al
objeto es usualmente perceptible a simple vista. Las imágenes
fotográficas así obtenidas se denominaron fotografías
Kirlian, y el fenómeno efecto de Kirlian. Al parecer, Kirlian
sospechaba que la luminosidad o aureola observada en estas condiciones
en torno a un objeto vivo se relacionaba con el estado
fisiológico de éste, aunque, al mismo
tiempo, el técnico ruso reconoció sus propias limitaciones
en cuanto a la interpretación precisa del fenómeno.
Ante todo, la corriente necesaria para producir
el fenómeno es muy pequeña, y las elevadas frecuencias
empleadas (alrededor de 100 mil ciclos por segundo) impiden que
haya estimulación nerviosa, muscular o cardíaca
a pesar de los elevados voltajes, de manera que el método
es inocuo. El único efecto biológico conocido es
térmico: si hay chispas, puede producirse una leve quemadura
de la piel (2).
EL EFECTO KIRLIAN El pomposamente llamado
efecto de Kirlian es por cierto real, pero no puede decirse
otro tanto de las desenfrenadas especulaciones a las que ha dado
lugar entre quienes carencen del conocimiento científico
necesario para comprender el fenómeno. Por una parte, los
buscadores de lo fantástico y lo oculto vieron en las fotografías
Kirlian la demostración patente de la existencia del
cuerpo astral, el bioplasma o la energía vital presuntamente
superpuesta con el cuerpo físico. Por la otra, vislumbraron
la posibilidad de demostrar modificaciones del "bioplasma" en
diferentes estados fisiológicos y psicológicos,
y también de visualizar la energía que se intercambiaría
entre los curadores parapsicológicos y sus pacientes. A
continuación, un par de ejemplos en los que estas especulaciones
se transmutan en "hechos científicamente demostrados".
"De los innumerables experimentos con plantas, animales
y seres humanos, emergió una teoría. [Los científicos]
decidieron que la energía que rodeaba a los organismos
vivos estaba compuesta de electrones, protones y quizás
otras partículas ionizadas y en estado de excitación.
No se trataba de un caos sino de una unidad autosuficiente, un
cuerpo de energía... Aquello podía ser la explicación
científica del aura o "cuerpo etéreo". Se especuló
con la posible utilización del método para ampliar
nuestro conocimiento del universo, para el diagnóstico
médico precoz, especialmente del cáncer... y para
muchos otros fines." (Coxhead, p. 163).
Las implicaciones filosóficas [del efecto
de Kirlian] eran aún mucho más extraordinarias.
Al parecer, las cosas tenían dos cuerpos: el físico,
que todo el mundo podía ver, y un segundo "cuerpo energético"
que los Kirlian veían en sus fotos [tomadas en campos eléctricos]
de alta frecuencia. El cuerpo energético no parecía
ser sólo una radiación del cuerpo físico.
El cuerpo físico parecía reflejar lo que estaba
ocurriendo en el cuerpo energético... Fatiga, enfermedad,
estados mentales, emoción, todo deja su impronta definida
en el modelo de energía que parece circular continuamente
a través del cuerpo humano." (Landsburg, p. 121)
DESCUBRI... MIENTO En general, los abogados
de la salud holística, los ocultistas y los divulgadores
poco serios de lo curioso afirman o insinúan las siguientes
cosas acerca de las aureolas observadas en las fotografías
de Kirlian:
1. Que se trata de un descubrimiento por completo
original, sin precedentes en la ciencia occidental.
2. Que es característica exclusiva de los
organismos vivos.
3. Que varía predeciblemente con los estados
fisiológicos y psicológicos.
4. Que permite conocer si dos personas son "compatibles"
o no lo son, según si sus aureolas puedan superponerse
en una foto Kirlian.
5. Que el aura de un objeto vivo perdura intacta
aunque al objeto le falte una parte.
6. Que el aura es una propiedad intrínseca
del organismo vivo.
7. Que tiene trascendental importancia como herramienta
de diagnóstico médico.
Todas y cada una de las siete precedentes afirmaciones
son falsas. A continuación, las comentaremos una
por una.
1. El fenómeno de Kirlian no es un hallazgo
original. Se trata de un caso particular de descarga eléctrica
en gases, cuyo estudio estaba avanzado ya a fines del siglo
XIX. A la temperatura ambiental, existe en un gas cualquiera -incluso
el aire- un número ínfimo de iones o partículas
con carga eléctrica neta (positiva o negativa). La enorme
mayoría de las moléculas que constituyen el gas
tienen exactamente igual número de cargas positivas y negativas,
de modo que unas y otras se equilibran exactamente; por eso, las
moléculas carecen de carga neta. Cuando el gas se expone
a un campo eléctrico, los iones positivos y negativos se
desplazan con velocidad creciente hacia el lado del campo de signo
opuesto (recuérdese que cargas eléctricas de distinto
signo se atraen, y de igual signo se repelen). Cuando por azar
estos iones acelerados chocan con moléculas sin carga eléctrica
neta, las moléculas pueden resultar ionizadas o excitadas.
Si la energía transferida por el ión a la molécula
es suficiente, la molécula pierde un electrón (carga
negativa externa) de modo que ella queda ionizada, o cargada positivamente.
Los nuevos iones a su vez se aceleran y repiten el fenómeno
(3).
Para el efecto de Kirlian nos interesa más
el fenómeno de la excitación. En él, la energía
transferida a la molécula no basta para ionizarla, pero
sí para desordenar sus electrones. Cuando los electrones
espontáneamente se reordenan, devuelven la energía
absorbida en el impacto como radiaciones electromagnéticas,
que en muchos casos puede percibirse como luz visible, la cual
puede también impresionar una placa fotográfica.
Así, la descarga eléctrica en gases
se puede observar fácilmente en el laboratorio con un tubo
que contenga gas y una fuente eléctrica de frecuencia variable
y voltaje elevado. Las terminales de la fuente se conectan a dos
conductores llamados electrodos, entre los cuales se produce la
descarga. El resultado es muy llamativo e incluso bello para observar.
Otro tanto ocurre con el efecto de Kirlian: si la iluminación
ambiental es tenue, la aureola luminosa que impresiona la placa
es perceptible a simple vista, como un resplandor azulado (en
el aire). La única novedad consiste en producir la descarga
empleando un objeto particular como uno de los electrodos, y en
fotografiar dicho objeto durante el proceso. Sin embargo, ni siquiera
esto carecía de antecedentes:
"Ya en 1777, el físico alemán
Georg Christoph Lichtenberg describió
las huellas dejadas por chispas en el polvo de una placa aislante.
A partir de 1851, esas figuras de Lichtenberg quedaron fijadas
en la daguerrotipia. ¡Se trataba, evidentemente, hace más
de 130 años y más de 80 avant la lettre,
de la primera fotografía de Kirlian!" (Broch, p.
69)
En otras palabras, el rebautizado efecto de Kirlian
era un fenómeno físico bien conocido en el siglo
pasado.
2. El efecto de Kirlian no es exclusivo de los organismos
vivos o de los tejidos biológicos, ya que puede producirse
también una aureola en torno a objetos inertes como
una moneda o un papel. En el libro de Henri
Broch se reproduce la fotografía de una hoja de
papel impregnada en ácido, que presenta una aureola mucho
más intensa que la de una hoja de árbol. En breve,
cualquier objeto empleado como electrodo en una descarga de gases
dará un halo de Kirlian. Este solo hecho basta para sospechar
la naturaleza física del fenómeno.
3. No existe evidencia proveniente de estudios
bien controlados que demuestre que, en las personas, el halo de
Kirlian varíe con el estado fisiológico, mental
o emocional, a menos que tal estado sea acompañado
de modificaciones en algunas de las numerosas variables físicas
que determinan las características de la descarga. Los
investigadores Watkins y Bickel han comprobado experimentalmente
la influencia de algunas de las referidas variables (4), hallando
que la compleja interacción de los factores físicos
y químicos es suficiente para explicar las diferencias
entre los halos de Kirlian observados:
"Dedos húmedos, presiones variables, diferente
sensibilidad del papel, tiempo de exposición y revelado
fueron los responsables de la mayor parte de las variaciones en
los halos. Concluímos que no hay necesidad de invocar
fenómenos psíquicos (parapsicológicos)
para explicar los resultados y no hay evidencia de que las condiciones
psíquicas afecten los modelos de halo." (Watkins y Bickel,
1986, p. 255).
4. La idea de que la fotografía de Kirlian
pueda determinar la compatibilidad psicológica entre
dos personas carece por completo de fundamento. Al parecer, este
disparate se originó en una interpretación errónea
de un fenómeno real, a saber: si se saca simultáneamente
una foto Kirlian de un dedo de la mano de dos personas diferentes,
los halos no se superponen. La conclusión apresurada fue
que si los halos no se superponen, las personas son incompatibles,
mientras que si se superponen son compatibles. Sin embargo,
el fenómeno de falta de continuidad en las auras tiene
una explicación puramente física. Entre los halos
de ambos dedos, existe siempre una zona donde el voltaje es nulo
(cero). En esta zona no hay desplazamiento de iones y por ello
la emulsión fotográfica no es impresionada. Tan
cierto es esto que la zona de separación aparece incluso
entre objetos inertes (v.g. dos monedas) e incluso entre dos dedos
de la misma mano, que difícilmente sean incompatibles entre
sí. ¿Cómo puede ser, entonces, que ciertas fotos
Kirlian muestren una superposición de las auras? Simplemente,
porque los objetos fotografiados no se han expuesto simultánea
sino sucesivamente, de modo que sus halos no se han interferido
entre sí.
5. La noción de que el halo conserva intacta
su forma aunque al objeto se le corte un pedazo se originó,
curiosamente, en una fotografía Kirlian de una hoja vegetal.
Sobre esta base experimental tan sólida, los entusiastas
de lo paranormal se apresuraron a proponer que la persistencia
del "aura bioenergética" podía explicar los llamados
dolores del miembro fantasma que sufren algunos amputados.
En pocas palabras, el cuerpo astral permanecería intacto
a pesar de la mutilación del cuerpo físico.
De manera menos romántica pero más
fundada, los neurólogos explican el fenómeno como
sigue: tempranamente en la vida, aprendemos a reconocer de qué
parte del cuerpo proviene un estímulo. Debido a las conexiones
de los nervios que llevan la información sensorial
al cerebro, cuando alguno de estos nervios es estimulado en cualquier
parte de su trayecto (por ej., eléctricamente), la persona
tiene la sensación de que el estímulo fue aplicado
en la zona del cuerpo de la cual proviene el nervio. Por lo tanto,
la irritación de las fibras nerviosas seccionadas durante
la amputación origina sensaciones que se perciben
subjetivamente como si proviniesen del miembro faltante. El
profesor Robert F. Schmidt lo expone
claramente:
"La conciencia de la disposición espacial
de nuestros cuerpos está firmemente arraigada en nosotros
de un modo sorprendente... Considere, por ejemplo, el hecho de
que después de la amputación parcial o completa
de un miembro, la gran mayoría de los pacientes siente
aún el miembro faltante por largo tiempo, a menudo por
el resto de su vida. La ilusión es con frecuencia tan convincente,
que el paciente experimenta su miembro fantasma más íntimamente
que el [miembro contralateral] restante... A menudo ocurre que
aparecen sensaciones somatosensoriales en el miembro fantasma.
Desgraciadamente, muchas son desagradables. Hay ocasiones en que
el dolor del miembro fantasma es tan intenso que es difícil
de aliviar terapéuticamente, y se torna una carga pesada
o aun insoportable para el paciente." (5).
Por supuesto que nadie ha demostrado que el halo
de Kirlian persiste en un amputado, cosa rara si se piensa
en la enorme trascendencia que tendría tal demostración.
Los que creen en el bioplasma se contentan con mostrar su hojita
con un trozo faltante y un halo completo. En realidad, puede aparecer
un halo débil en la zona dañada si la placa sobre
la cual se apoya la hoja para fotografiarla queda impregnada
de polvo o humedad. Se trata de un artificio producido por
malas condiciones experimentales. El famoso efecto del trozo faltante
no ha podido reproducirse en condiciones bien controladas.
Por lo demás, la hipótesis paranormal
es incoherente en sí misma. En efecto, si es el organismo
vivo el que retiene la bioenergía, y el "cuerpo astral"
queda intacto tras la mutilación del cuerpo físico,
entonces es la planta completa y no su "hoja amputada"
la que debería conservar el halo.
6. Por lo que antecede, el lector sagaz se habrá
percatado de que el halo Kirlian no es una propiedad intrínseca
de la materia en general, ni de los organismos vivos en particular.
No es algo que esté en torno a nosotros de manera invisible;
es un fenómeno de laboratorio que requiere una fuente de
energía eléctrica externa al objeto. Es tal fuente
la que origina el campo eléctrico variable que ioniza el
aire. Sin un campo eléctrico variable no hay halo de
Kirlian. Por lo tanto, dicho halo no se debe a ninguna energía
propia de los objetos vivos o inertes. Este solo hecho basta para
derribar la compleja torre especulativa sobre la supuesta demostración
del cuerpo astral.
Huelga decir que lo dicho no niega en modo alguno
la existencia de fenómenos eléctricos en los seres
vivos, un tema de activa investigación en biología
y medicina. Estos fenómenos tienen escasa amplitud -milésimas
de voltio- y generan corrientes del orden de microamperes. Los
mecanismos que los generan son bastante bien conocidos (6), y
nada tienen que ver con el concepto mágico del bioplasma
o el cuerpo astral. Tales fenómenos bioeléctricos
virtualmente son incapaces de producir efecto alguno fuera del
organismo, debido a su ínfima potencia. De hecho, su registro
en la superficie del cuerpo requiere considerable amplificación:
electrocardiograma, electroencefalograma, electromiograma.
7. Nuestro último comentario sobre el efecto
Kirlian concierne a su potencial uso en medicina como técnica
diagnóstica. Tras las cinco décadas transcurridas
desde su descripción, no se ha encontrado siquiera una
aplicación demostrable en el diagnóstico médico.
Esto resulta muy curioso, en especial si se considera que métodos
inventados mucho después han demostrado en pocos años
su real y enorme valor diagnóstico: ultrasonografía,
tomografía computada con rayos x o radioisótopos,
resonancia nuclear magnética. En cambio, la fotografía
Kirlian sigue siendo una curiosidad de laboratorio sin más
utilidad que la de servir de combustible al charlatanismo pseudocientífico
y a las especulaciones ocultistas.
NOTAS 1. Además
de los escritos teosóficos, la obra clásica sobre
el cuerpo astral es la de Sylvan Muldoon y Hereward Carrington,
La proyección del cuerpo astral (6ª Ed., Kier, Buenos Aires,
1987). Véase también la fantasiosa obra de Juan
Pistarini, Biosinergia, maravilla de Acuario (Lumen, Buenos Aires,
1991).
2. Para más detalles puede leerse mi artículo
Seguridad eléctrica: aspectos de interés médico,
Revista de la Asociación Médica Argentina 101 (5-8):
36-42, 1988.
3. El conocido contador de Geiger-Muller es un detector
de radiaciones ionizantes que se basa en este fenómeno.
Consiste básicamente en una cámara con gas a baja
presión, en la cual se aplica una elevada diferencia de
potencial. Cuando penetra en la cámara una radiación
capaz de ionizar el gas, se produce un efecto de avalancha: en
su acelerado desplazamiento hacia los electrodos, los iones producen
más iones. La radiación se detecta entonces como
un breve pulso eléctrico.
4. Sin ser exhaustivos, mencionamos algunos de los
factores a tener en cuenta para que el lector aprecie la complejidad
que tiene una interpretación seria de este fenómeno
físico:
1º, las características del campo eléctrico
aplicado: diferencia de potencial (voltaje), frecuencia y forma
de los pulsos, geometría del campo producido, etc.
2º, las características del soporte empleado
y la presión que se ejerce sobre la muestra (cuando ésta
se mantiene apretada contra el papel fotográfico).
3º, la forma de la muestra a fotografiar, su composición
química, su conductividad eléctrica y la del medio
que la rodea, lo cual a su vez depende de la presión, humedad
y temperatura, y
4º, las características de la película
fotográfica empleada, el tiempo de exposición y
el revelado.
5. Fundamentals of sensory physiology, (Springer-Verlag,
Berlin, 1978, p.100).
6. A través de las membranas que rodean las
células existen diferencias de potencial eléctrico,
que en ciertas células varía con el estado funcional
de ellas. En particular, las señales nerviosas se transmiten
como ondas eléctricas que se propagan sin disminuir su
amplitud a lo largo de la fibra. La actividad muscular esquelética,
visceral y cardíaca se acompaña de cambios eléctricos.
En algunos casos la perturbación eléctrica y magnética
es suficientemente intensa como para ser registrada en la superficie
del cuerpo. Esto es más sencillo en el caso del corazón,
aunque también se hace rutinariamente con el cerebro. Sus
respectivos registros eléctricos se denominan electrocardiograma
y electroencefalograma. Todo desplazamiento de una carga eléctrica
hace variar el campo magnético, pero tales variaciones
son más difíciles de registrar; véase David
Cohen, Supplement on Magnetocardiography, Journal el Electrocardiology
9 (4): 397-432, 1976, y Riita Hari y Olli V. Lounasmaa, Recording
and interpretation of cerebral magnetic fields, Science 244: 432-436,
1989.
Por lo demás, todos los procesos de crecimiento,
reparación y regeneración, tanto en plantas como
en animales y personas, se acompañan de modificaciones
en la actividad eléctrica, y existe evidencia de que la
modificación de tal actividad eléctrica puede favorecer
o perjudicar el proceso. Sobre el tema puede verse mi artículo
Efectos de la electricidad en procesos de crecimiento, regeneración
y reparación: datos básicos y aplicación
clínica, La Prensa Médica Argentina 71: 747-760,
1984.
Aunque todos estos fenómenos no se comprendan
por completo, sus bases biológicas y físicoquímicas
son conocidas, y nada tienen que ver con presuntas energías
cósmicas como algo superpuesto a los procesos biofísicos.
Por lo demás, la magnitud de tales fenómenos es
pequeña, y sus efectos fuera del cuerpo son despreciables.
Primera publicación: "El ojo escéptico"
n° 4, Ed. CAIRP, Buenos Aires, abril de 1992
BIBLIOGRAFIA
Broch, Henri: Los fenómenos paranormales: Una reflexión
crítica. Crítica, Barcelona, 1987, p. 65-75.
Coxhead, Nona: Los poderes de la mente. Martínez Roca,
Barcelona, 1980, p. 161-168.
Landsburg, Alan: En busca de fenómenos extraños.
Plaza y Janés, Barcelona, 1983, p. 113-126.
Watkins, Arleen y Bickel, William S.: A Study of the Kirlian effect.
Skeptical Inquirer 10 (3): 244-257, 1986.
Watkins, Arleen y Bickel, William S.: The Kirlian Technique: Controlling
the wild cards. Skeptical Inquirer 13 (2): 172-184, 1989.
BIOGRAFÍAS RELACIONADAS
Henri Broch
Georg Christoph Lichtenberg
Fernando
D. Saraví
Semyon Davidovich
Robert F. Schmidt
|