[POLÉMICA]

SUEIRO VS. VEINTITRÉS: ¿EL "PERIOCATOLICISMO" ENFRENTADO CON EL "PERIODISMO PROGRESISTA"?
Por Alejandro Agostinelli
"Están en contra de lo que yo represento", bramó Víctor Sueiro cuando la revista Veintitrés no escribió el artículo que a él le hubiera gustado leer. El semanario abordó las causas del éxito de sus libros y el de Misterios y Milagros, el ciclo televisivo que Canal 13 promete continuar a fines de 2003. Sueiro le había negado a esa revista un reportaje porque -explicó luego- "ahí son todos ateos o agnósticos, entonces ¿qué van a hacer? ¿Van a estar de acuerdo con las apariciones de la Virgen? (...) El objetivo era pegarme como sea". El autor se pregunta aquí si es posible trazar una demarcación nítida entre periodismo independiente y confesional. Y se responde que sí, que claro que lo es. Aprontes para una polémica pendiente.

 

¿Quién es Víctor Sueiro para Veintitrés, revista que -según él denuncia- ‘no lo quiere’? Reformulemos la pregunta: ¿Qué es lo que Sueiro cree que él representa para una revista progresista? ¿A un cierto catolicismo chupacirios? ¿A cierta clase de periodismo religioso? ¿Acaso Sueiro supone que al semanario le disgusta su periocatolicismo? ¿Qué significó su sobrerreacción cuando -al prejuzgar que ‘querían pegarle’-, se negó a ser entrevistado, originando una nota ‘poco favorable’ de la quizá hubiera zafado si no hubiera actuado a la defensiva? Su dogmatismo, las reacciones viscerales y las ideas con que construye el ‘enemigo’ ¿se corresponden con la opinión adversa que Sueiro le presume a sus críticos? Aquí discutiremos brevemente estas dudas. Tanto como para animar un debate sobre periodismo independiente vs. religioso; tema poco abordado y difícilmente porque no haga falta.

EL SAINETE, PASO A PASO
En la edición del 20 de febrero de 2003 , la revista Veintitrés abordó a la criatura televisiva de Víctor Sueiro, ‘Misterios y Milagros’, bajo el título de portada ‘El marketing de la fe’ (1). La tapa del semanario era explícita. El artículo, firmado por Andrea Rodríguez y acompañado por un recuadro de Osvaldo Bazán, se tituló ‘La fe mueve millones’. Rodríguez se refirió al programa y a su conductor con una ecuanimidad que algunos lectores de la revista fundada por Jorge Lanata consideraron "exagerada". A lo largo de seis páginas, la redactora describió sin ferocidad -aunque con ligeros toques de suspicacia- la carrera del periodista que dedicó los últimos trece años de su larga trayectoria a los fenómenos de la fe. Y el tratamiento de la espiritualidad excita suceptibilidades, tanto debido a sus indisolubles nexos con la sensibilidad humana como a la idea de que ésta es dúctil frente a las manipulaciones, especialmente por la facilidad con que -al entrar en contacto con la materia- hace cortocircuito: casi inevitablemente, cuando la fe se cruza con temas considerados ‘ajenos a la religión’ (el dinero, la vanidad, el poder...) generan visiones contrapuestas y escenarios conflictivos.

El artículo de Veintitrés esquivó el laberinto que supone pontificar sobre asuntos opinables y -como el propio Suerio debió admitir- no fue despiadado: publicó las cifras de audiencia del programa y la recaudación de sus libros. El semanario también abrió el juego a que otros -amigos, adversarios y observadores- opinaran sobre Sueiro y su trabajo. Sus colegas Samuel "Chiche" Gelblung y Raúl Portal, por ejemplo, le prodigaron elogios; otros desconfiaron (como el padre Luis Farinello), lo descalificaron (como monseñor Mario Poli o el periodista especializado Washington Uranga) o arriesgaron alguna hipótesis, como el sociólogo Horacio González, para quien "(Sueiro) es un conductor que hace una especie de ejercicio sacerdotal" donde "recoge el mito del retorno de la muerte y otras historias de ese tipo, más allá de que estén bien servidas por la televisión".

DE PALABROTAS Y MENTIRAS INNECESARIAS
Pocos días después, el periodista radial Alberto Lotuf entrevistó a Sueiro en Radio 2 de Rosario. Retomando la pregunta de la portada de Veintitrés, Lotuf le preguntó "qué hay detrás de Víctor Sueiro". El conductor reaccionó enfurecido: "¿Sabés qué hay detrás de Víctor Sueiro? Todos ellos, los de la revista esa de mierda, están muy atrás... Es el escepticismo... eso es lo que hay. Los datos que han puesto en su mayoría son falsos..." (*) Sueiro estaba indignado porque él se había rehusado a dar la entrevista y Veintitrés no había respetado el off the record. Por eso, Lotuf quiso saber cuál era su respuesta a quienes se preguntan si lucra con la fe o con su supuesta vivencia después de la muerte. Sueiro ensayó una respuesta autovictimizante: "¿Qué querés que conteste? ¿Se creen que me morí a propósito, yo?"(2).

Este es un argumento recurrente en Sueiro, en el cual su presunta ‘muerte clínica’ (y no el vuelco que dio su carrera a propósito de ella) aparece como una muletilla salvífica frente a las opiniones adversas. "Yo no fingí mi propia muerte -le respondió al diario Clarín semanas antes, cuando el ciclo estaba por comenzar-, no podría haberlo hecho, pero a veces pienso en tantos que me dijeron llorando que les había salvado la vida... en los llamados y cartas de personas felices porque saben que sus seres queridos están en un lugar fantástico y no en una tumba de porquería... Y me digo: si para conseguir todo esto hubiera tenido que mentir, habría mentido, por suerte no fue necesario" (3).

Sueiro -coinciden sus amigos- tiene fama de gallego cabrón. Por lo mismo, muchos colegas, piadosos, lo apoyaron o aceptaron su iracundo alegato con una sonrisa indulgente. Lo cierto es que Sueiro "fijó posición" hace años respecto de ateos, agnósticos e iconoclastas: "Sé que habrá también escépticos, desconfiados, resentidos, envidiosos y mediocres. Hice mucha fuerza para comprenderlos y disculparlos. Tanta fuerza hice que me cagué. En ellos, claro está. No soy un santo, después de todo. Y no tengo ganas de discutir lo que yo vi y ellos no", escribió en 1993 en el prólogo de su libro Curas sanadores (4). Esta frase –que no es un arrebato arrancado de contexto sino fruto de texto con su firma- prueba que su desinterés en debatir las creencias que defiende en sus libros o en medios masivos con sus críticos (a quienes siempre imagina ‘no creyentes’) es de antigua data. Y su hábito a usar palabrotas para descalificarlos, también.

¡Paz, hermano Sueiro! ¡Vinimos en son de paz! Además, esta nota recién empieza: todavía falta lo mejor...

TRANSPARENCIA O... TRAICIONAR EL OFF
A menudo, en los trabajos periodísticos hay ausencias inexplicables; por ejemplo, cuando falta la voz de protagonistas polémicos sin que -en apariencia- medien razones valederas. No siempre son fáciles de entender -especialmente para el público ajeno a la cocina de los medios- los motivos por los cuales ciertos personajes públicos, sobre quienes existen pocas dudas respecto de su buena fe, no aceptan ser entrevistados. En general, cuando esto sucede, el periodista deja al lector en ascuas. Osvaldo Bazán, en un gesto desacostumbrado, expuso las excusas de Sueiro, y lo hizo ventilando, en un recuadro, el backstage de ‘la entrevista que no pudo ser’. Esto que, agradece el lector, es, desde el punto de vista del entrevistado, ‘traicionar el off the record". Dijo Sueiro: "Yo tengo la opción de elegir dónde quiero que me hagan un reportaje y dónde no". Sueiro tiene razón. Pero luego añadió: "Yo dije: no quiero ir a esa revista porque no tengo nada que ver con esa revista. En esa revista tienen una ideología que no es la mía para nada, yo no tengo ideología política pero mucho menos esa que tienen ellos. Los presuntos progres o zurdos de café que no arreglan nunca nada. A mí la izquierda me parece fenómena y la respeto cuando es de verdad." (...) "Más que la calentura por la cantidad enorme de mentiras que hay en esa nota, es toda la mala leche y, por otro lado, la traición. Bazán es un personaje nefasto y contradictorio y mentiroso", clamó Sueiro.

En realidad, todo lo que hizo el reportero fue resumir los motivos que Sueiro invocó a lo largo de una charla de dos horas para que aquél comprendiera por qué no deseaba dar la nota. Sueiro, según Bazán, dijo: 1) "Me van a tratar como un boludo que tiene fe" y 2) "tenemos amigos en común, seamos amigos, si me hacés una nota, para bien o para mal, será un obstáculo entre nosotros".

No es descabellado suponer que fue la segunda razón la que impulsó a Bazán saltearse la regla. Ofrecer amistad a cambio de "no poner obstáculos" es una manera poco elegante de tender la mano a un colega, ya que tal actitud permite preguntarse si Sueiro no estaba echando mano a una suerte de "soborno afectivo" para mitigar o prevenir eventuales críticas. Haber divulgado este off fue el punto sobre el cual insistió Sueiro en el reportaje que le dio a Lotuf en la radio rosarina y que Veintitrés -que en el primer golpe se había quedado sin reportaje- se dio el gusto de publicar en su número siguiente. Allí, el autor de Más allá de la vida dio varias definiciones que ayudan a comprender sus puntos de vista. Dejó en claro, por ejemplo, que sólo otorga notas a medios que le den garantías de que será tratado con benevolencia. La respuesta de Sueiro sobre por qué no dio la entrevista constituye una falacia de manual, y ayuda a comprender lo que pasa cuando -partiendo de un apriorismo- se arriba a una conclusión falsa... que -quizás- es la buscada:

  • "Yo sabía positivamente -dijo Sueiro- que no iba a quedar nunca bien parado si les daba la nota. Ya ves, no se las dí y tampoco quedé bien parado".

"Vos dijiste que te iban a tratar ‘como a un boludo que tiene fe’, repuso Lotuf. Sueiro respondió: "Sí (...) Es cierto, y ahí ninguno de ustedes la tiene, es que ustedes ahí son todos ateos o agnósticos, entonces ¿qué van a hacer? ¿Van a estar de acuerdo con las apariciones de la Virgen de San Nicolás? ¿Van a decir que están de acuerdo con los temas que yo trato ahí, con el ángel con todo lo demás? No. ¿Van a decir que están de acuerdo con temas determinados de la Iglesia. No. Porque si dicen que están de acuerdo con eso van a estar traicionando sus propias ideas, así que el objetivo era pegarme como sea".

El mismo Lotuf, durante el reportaje, se sorprendió de su reacción ya que "la gente que te ve y te escucha no está acostumbrada a escuchar exabruptos de tu parte", a lo cual Sueiro se disculpó, aunque no sin ratificar sus ideas. "¿Sabés qué llama la atención?", matizó contemporizador Lotuf, "que alguien que hace tanto tiempo está en los medios de comunicación no conoce estas reglas de juego, o si las conoce, no las acepta..." Sueiro, sin vacilar, contestó:

  • "Las conozco, las conozco perfectamente e insisto en lo que te digo. Si fuera simplemente pensar de manera distinta lo aceptaría como lo he aceptado en otras ocasiones. Acá lo que hubo es mala leche de entrada, querían hacer algo que no sé si es en contra mía o en contra de todo lo que yo pueda representar, que es la fe, que es San Nicolás, que es el lo que yo represento de alguna manera..."

TOLERANCIA O... COMBUSTIÓN ESPONTÁNEA
La colérica respuesta de Sueiro ante la crítica adversa no necesariamente supone una condena: todos podemos tener un mal día, todos tenemos derecho a tener "mal carácter", etc. Sin embargo, abre un signo de interrogación respecto de si estamos ante alguien seguro de su buena fe. Imaginándose a una fantasmática ‘izquierda’ que ‘le quiere pegar’ porque para él esta ideología identifica ‘fe’ con ‘boludez’, es, como le explicó a Sueiro el propio Bazán, ‘un prejuicio insostenible’. Su actitud ante la mirada disidente lleva a que algunos puedan considerar que sus prejuicios son una coartada: la evasiva, el insulto y la descalificación personal no son armas didácticas. La puteada, que acaso le podría servir a un poseso para liberarse de un espíritu intruso, se ha revelado una metodología nada provechosa para desasnar a las mentes poco permeables a los argumentos religiosos.

Pero Sueiro putea y elude no sólo a la confrontación de ideas sino a responder a un puñado de preguntas poco complacientes. Ninguno de los críticos que lo sacan de las casillas le espetó que ‘se cagaba en él’, descalificó a sus productos con expresiones como ‘libros de mierda’ o ‘programa nefasto’ y -mucho menos- le endilgó motes maccartistas. Por el contrario, casi todos los comentaristas, incluidos los más iracundos, opinaron sobre sus libros, sus declaraciones o su programa como buenos cristianos, sin ofensas gratuitas. ¿Acaso el lenguaje con que Sueiro desprecia a quienes cuestionan su trabajo ilumina el lado oscuro de sus creencias? No lo sabemos. Para el autor de estas líneas no es ético valorar el aporte de las personas presumiendo ideologías o lanzando ataques ad hominem. Pero sí se pregunta por la honestidad intelectual de alguien que se jacta de "abominar visceralmente" a quienes expresan las razones por las cuales no comparten sus ideas. Inadvertidamente, Sueiro puede estar prestándose al juego que repudia porque, enojándose con caricaturas odiosas de los críticos, acaba creándolos. Y si no advierte que sus agresiones verbales le juegan en contra, él mismo terminará siendo protagonista de un paradojal caso de combustión espontánea.

En suma, cuando Sueiro exige respeto hacia sus maneras de tratar los misterios de la religión -y lo bien que hace- debería respetar a quienes -respetuosamente- disienten con ellas. El fanatismo -voto a Osama bin Laden- es el peor camino posible para librarse de los que cuestionan, dudan, se preguntan. Y el riesgo es más alto cuando se recorre ese camino "en nombre de Dios" -de cualquier dios, incluido el asombrado e irreverente dios que inspiró a este sitio-.

Por eso: Líbranos, Dios!, del periocatolicismo. O, mejor aún, ayúdanos a reconocer a los brotes de intolerancia cuando los dogmáticos militantes se disfrazan de Lassie. El periodismo independiente -ese que no necesita creer o descreer a la hora de abordar los mismos temas que le preocupan a Sueiro- tiene derecho a ejercer su oficio con la misma dignidad. Y a dar la voz de alerta cuando en ciertos discursos -pronunciados en nombre de Dios o de cualquier otra verdad revelada- se atisba el gérmen del fundamentalismo.

Notas:

(*) Si los datos que aportó Veintitrés eran "falsos", Sueiro desaprovechó la ocasión para presentar los "verdaderos". Puede no divulgarlos, si quiere. Pero no a quejarse si otros lo hacen por él y no los rectifica.

  1. Rodríguez, Andrea. "La fe mueve millones", revista Veintitrés, 13 de febrero de 2003. Pp. 6-11.
  2. Entrevista en Radio 2 de Rosario de Alberto Lotuf, publicada bajo el título: "¿Qué se creen, que me morí a propósito?", en revista Veintitrés, jueves 20 de febrero de 2003. Pp. 24-26.
  3. Citado por Andrea Rodríguez en Veintitrés del 13/02/03.
  4. Sueiro, Victor, Curas sanadores y otros asombros, Ed. Planeta. Buenos Aires, 1993. Página 14. Ver también Gociol, Judith; El periodista Víctor Sueiro asegura que ‘con la fe no se jode’, en revista La Maga, Buenos Aires, 17/10/93.

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