tarea de traducir los ensayos del ufólogo escéptico y
ensayista norteamericano Martin
Kottmeyer, que comenzaron a difundirse en algunas publicaciones del
ámbito iberoamericano donde colabora habitualmente.
UFÓLOGO DE LOS GLORIOSOS 70...
Su interés por los OVNIs se remonta a inicios de la década
del 70. En 1975 comienza a cartearse, entre otros, con el entonces estudiante
de Psicología Miguel Peyró
y Juan Antonio Fernández Peris. Con
este último, descubre tempranamente los paralelismos entre las
observaciones de la nave aérea de 1897 y los artefactos
volantes descriptos en las obras de Julio
Verne antes de dicha oleada. Entre 1975 y 1980 se muda a Barcelona,
donde se matricula en Ciencias Empresariales (ESADE). En 1977 comienza
a frecuentar las oficinas del Centro de Estudios Interplanetarios (CEI),
institución pionera de la ufología española de los
setenta, donde traba relación con Pedro Redón, a la sazón
director de Stendek. En el número 31 de esa revista (marzo
de 1978) publica su primer artículo ufológico, titulado
Problemas temporales del fenómeno OVNI. Da en el CEI
su primera charla y publica su segundo artículo, La extraña
oleada de 1897 (Stendek nº 34, diciembre de 1978) y
un tercero donde se atreve a cuestionar la Hipótesis Extraterrestre
(Stendek n° 38, diciembre de 1979. A partir de una discusión
sobre aquel artículo se relaciona con el periodista argentino Alejandro
Agostinelli, una amistad de la que surgirían numerosos proyectos
conjuntos (Dios!, entre ellos).
En 1980 obtiene su licenciatura y se convierte en socio del CEI, sumándose
al Consejo de Consultores de Stendek. A la vez, colabora con
Vicente-Juan
Ballester Olmos en el lanzamiento de la prestigiosa revista internacional
UPIAR Research in Progress. Más tarde, comienza a colaborar
con la revista del colectivo Cuadernos de Ufología y, simultáneamente,
con La Alternativa Racional y El escéptico,
portavoces del movimiento escéptico español. En sus páginas
se abre a escribir sobre otros misterios controvertidos, como el caso
del Santo Sudario.
Tras un cierto alejamiento del mundillo ufológico ocupado en sus
negocios, la idea de crear una entidad que protegiese del olvido y la
destrucción los archivos y la documentación acumulada por
los ufólogos lo llevó a colaborar en la génesis y
consolidación de la primera iniciativa iberoamericana sobre
el fenómeno OVNI, de la que se convirtió en uno de sus puntales:
la Fundación Anomalía (con sede en Santander, España).
También tuvo ocasión de publicar sus primeros trabajos en
inglés en la revista Magonia, donde publicó un extenso
informe sobre el affaire UMMO, controversia que también fue objeto
de sus preocupaciones recientes. Es responsable del Suplemento Internacional
de la revista Cuadernos de Ufología, un intento por poner
a disposición de los lectores hispanohablantes los mejores articulos
publicados en la prensa ufológica extranjera, fundamentalmente
del ámbito anglosajón. También colaboró con
varias entradas en la obra pionera de la Fundación, Diccionario
Temático de Ufología.
LA FIABILIDAD DE LA CIENCIA
A diferencia de otros escépticos, González no considera
que el pensamiento crítico deba abrirse el paso a empujones. No
tengo el menor interés en hacer de Mesías enseñándole
a la gente lo que debe hacer, dice. Prefiere hacer lo
posible para que los charlatanes o divulgadores de poca monta no
abusen de la credulidad popular. No estoy dispuesto a que los charlatanes
abusen de la gente, aunque a veces siento la tentación de dejarles.
Tengo comprobado que nadie escarmienta en cabeza ajena. Me molesta
que existan tantos parásitos aprovechándose de la gente
ingenua que, sin embargo, cuando va a comprarse un coche nuevo, sí
sabe poner en práctica un sano escepticismo
Quizá
(y sólo quizá, soy escéptico hasta en eso) el
mundo iría mejor si todos aplicásemos un sano escepticismo
en todos los órdenes de la vida.
Pese a que González no se pregunta con frecuencia cuáles
son los límites entre conocimiento científico, creencias
religiosas y paranormales, arriesga una opinión: El conocimiento
religioso se basa en la fe, en la creencia sin necesidad de pruebas; el
conocimiento paranormal a menudo se basa en experiencias a las que
la persona no ha sabido encontrar explicación (aunque la tengan);
y el conocimiento científico, para la mayoría de la gente,
es otro tipo de conocimiento mágico que unos intermediarios,
los científicos, nos entregan en aburridas dosis simplificadas
que nos obligan a memorizar en la escuela. Para el común de
los mortales, en poco se diferencia de otra religión, si acaso
en que sus recompensas (pero también amenazas)
son de este mundo: televisores, coches, bombas atómicas... Desde
una perspectiva más teórica, lo más importante sería
cómo obtener dichos conocimientos, y en mi caso, considero que
el método científico es el único fiable.
Defiende la idea de que creencias religiosas y paranormales son intercambiables.
Para muchos occidentales, Dios ha muerto, o al menos se encuentra
demasiado lejos. Así, la fascinación por lo maravilloso
se traslada a lo paranormal
Mi consejo es no creer en nada,
especialmente si llegas al extremo de hacer grandes sacrificios para
mantener tu creencia. Si necesitas creer en algo, al menos intenta
ilustrarte sobre los distintos puntos de vista y llegar a una síntesis
personal. De hecho, recomendaría al menos una vez al año,
hacer de propio abogado del diablo y buscar argumentos para defender la
creencia opuesta a la que nosotros prefiramos. Nadie debe temer cuestionar
sus propias creencias, sólo así podremos descubrir a
tiempo si estamos equivocados.
Fuentes consultadas:
Correspondencia personal con A. Agostinelli.
González, Luis R. Mis recuerdos del CEI, Octubre 1999.
BIOGRAFÍAS RELACIONADAS:
Martin
Kottmeyer
Miguel Peyró
Juan Antonio Fernández Peris
Julio Verne
Alejandro
Agostinelli
Vicente-Juan
Ballester Olmos
ENLACES RELACIONADOS:
The Anomalist
Magonia
Fortean Times
Fundación Anomalía
Cuadernos de Ufología
El escéptico
Diccionario Temático de Ufología
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