imperativos
geoestratégicos, Basic Books, Nueva York, 1997). Quien
fuera asesor de seguridad nacional de James Carter, asesor de
inteligencia exterior de Ronald Reagan
y copresidente del Grupo de Tareas en materia de
seguridad nacional que asesoraba a Bush padre, abre su texto señalando
que Asia Central es clave para controlar Eurasia (un territorio
que abarca la Rusia europea, Medio Oriente, buena parte de la
India y China entera antes de mojarse en el Pacífico) y
que la clave para controlar Asia Central es Uzbekistán.
No sorprende entonces que días después del ominoso
atentado del 11 de septiembre, Bush hijo anunciara que el primer
país donde EE.UU. desplegaría tropas sería
Uzbekistán. Lo hizo.
SUBORDINACIÓN Y CONTROL
En el libro campea la soberbia y el cinismo característicos
de Zbigniew Brzezinski (en adelante ZB, tanta consonante abruma).
"Por primera vez una potencia no euroasiática ha
surgido no sólo como árbitro fundamental de las
relaciones de poder euroasiáticas sino también
como la máxima potencia del mundo... EE.UU. es en verdad
la primera potencia realmente global", dice en la introducción
(pág. 13). Su primacía mundial "depende directamente
de cuánto tiempo y con cuánta eficacia sostendrá
su predominio en el continente euroasiático" (pág.
30). ZB explica el porqué de esa misión: "La
potencia que domine Eurasia controlará dos de las tres
regiones más avanzadas y económicamente productivas
del planeta" y ese control "acarreará casi
automáticamente la subordinación de Africa, convirtiendo
al hemisferio occidental y a Oceanía en (regiones) geopolíticamente
periféricas... la mayor parte de la riqueza física
del mundo se encuentra allí... y alrededor de las tres
cuartas partes de los recursos energéticos mundiales
conocidos" (pág. 31). ZB precisa: "El consumo
mundial de energía aumentará de manera notable
en las próximas dos o tres décadas. Estimaciones
del Departamento de Energía de EE.UU. anticipan que la
demanda mundial se elevará más del 50 por ciento
entre 1993 y 2015, y en el Lejano Oriente tendrá lugar
el incremento más importante del consumo... la región
de Asia Central y la cuenca del Mar Caspio tienen reservas de
gas natural y petróleo que empequeñecen las de
Kuwait, el Golfo de México y el Mar del Norte" (pág.
125).
LA GEOESTRATEGIA IMPERIAL
ZB evalúa el panorama y le preocupa la existencia de
zonas de influencia y apetitos de países -Rusia, China,
Irán, Turquía- que podrían entorpecer el
proyecto imperial. Aconseja dar "un gran valor a las maniobras
y manipulaciones destinadas a impedir el surgimiento de una
coalición hostil que eventualmente desafíe la
primacía de EE.UU." (pág. 198). "La
tarea más urgente es garantizar que ningún Estado
o combinación de Estados obtenga la capacidad de expulsar
a EE.UU. de Eurasia o incluso disminuir significativamente su
decisivo papel de árbitro" (pág. 198). ZB
aclara: "Para usar una terminología que recuerda
la era más brutal de los antiguos imperios, los tres
grandes imperativos de una geoestrategia imperial consisten
en impedir la connivencia entre vasallos y asegurar su dependencia
en materia de seguridad, mantener la docilidad de los tributarios
y protegerlos, e impedir que los bárbaros se unan"
(pág. 40). Se entiende por qué el invisible vicepresidente
Cheney declaró que la llamada guerra contra el terrorismo
"no puede terminar en vida nuestra".
ZB formula orientaciones: "Uzbekistán representa
el obstáculo mayor a cualquier renovado control ruso
de la región" (pág. 121) y es "de hecho
el candidato más importante a detentar el liderazgo regional
en Asia Central" (pág. 130). "Kazajstán
es el escudo y Uzbekistán el alma de los despertares
nacionales (antirrusos)" (pág. 130). La realidad
le está haciendo mucho caso al texto de ZB: se instalan
bases yanquis en ambos países y aun en otros siete más
de la región.
¿WASHINGTON SABÍA?
Pero ZB tiene un temor: "La actitud de la opinión
pública estadounidense respecto de la proyección
exterior del poderío de EE.UU. ha sido muy ambivalente.
Apoyó la entrada en la Segunda Guerra Mundial sobre todo
por la conmoción que provocó el ataque japonés
a Pearl Harbor" (págs. 24 y 25) y "como EE.UU.
se está convirtiendo en una sociedad cada vez más
multicultural, podría ser más difícil lograr
consenso en cuestiones de política exterior, excepto
en el caso de una amenaza externa directa realmente masiva y
ampliamente percibida" (pág. 211). ¿Será
entonces cierto que Washington sabía de los atentados
del 11 de septiembre y los dejó venir? ¿El mundo
está convulsionado por una guerra calculada con frialdad
y antelación? ¿Para "establecer una dictadura
mundial en los próximos cinco años", según
el Dr. Johannes Koeppel, ex ministro de Defensa de Alemania
y luego asesor del entonces secretario general de la OTAN, Manfred
Warner? No falta quien contesta afirmativamente estas preguntas.
A ZB se le escapa una esperanza, sin embargo. "A largo
plazo, las políticas globales serán cada vez más
incompatibles con la concentración del poder hegemónico
en un solo Estado. Por lo tanto, EE.UU. no sólo es la
primera y única superpotencia verdaderamente mundial
que haya existido nunca sino que probablemente también
será la última" (pág. 209). Sí.
En tanto, los principales indicadores económicos de EE.UU.
experimentaron en diciembre último su mayor crecimiento
desde febrero de 1996. Qué cosa, la guerra.
Primera publicación: Diario Página/12
(Argentina), 24 de enero de 2002
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