Muchos acontecimientos históricos mundiales
sucedieron desde el 11 de septiembre de 2001. El 7 de octubre Estados
Unidos declaró la guerra a Afganistán, ocasionando
la matanza de miles de civiles y soldados afganos y el desplazamiento
de millones más. Se establecieron bases militares estadounidenses
en Asia central. Washington depuso al régimen afgano y estableció
un gobierno títere en Afganistán. George
W. Bush anunció nuevas guerras, nombrando a Corea
del Norte, Irán e Irak como posibles objetivos. Los mandos
del Pentágono, Rumsfeld y Wolfowitz, declararon la doctrina
imperial de guerras permanentes, unilaterales y “preventivas”.
Pese a las profundas transformaciones que ocurren,
no se ha demostrado la justificación original de
este nuevo imperialismo: la existencia de una red internacional
terrorista islámica dirigida por Osama
bin Laden, que sería responsable de los ataques
al World Trade Center y el Pentágono. Al contrario, surgieron
pruebas sustanciales contra la teoría de Washington de
una conspiración internacional. La justificación
estadounidense para ocupar y destruir Afganistán y lanzar
a escala mundial su ofensiva militar imperial se basa en varias
afirmaciones:
(1) Bin Laden planeó, dirigió y ejecutó
los ataques al World Trade Center y al Pentágono.
(2) El régimen talibán conspiraba con los terroristas
y les daba refugio.
(3) Los 19 terroristas eran parte de la red Al Qaeda y fueron
organizados, financiados y dirigidos por Bin Laden.
(4) La red terrorista amenaza al mundo con actos similares a los
del 11 de septiembre.
Contra la teoría de la conspiración
que esgrime Washington quiero presentar un escenario alternativo
y examinar las evidencias acumuladas durante los últimos
meses para probar cuál de los dos tiene mayor validez.
Mi teoría en contrario sostiene que los terroristas
del ataque del 11S en Nueva York y Washington eran parte de un
grupo autónomo de conspiradores que planeó, organizó
y ejecutó sus acciones al margen de las redes Al Qaeda
y de Bin Laden. Si bien es posible que los 19 hayan recibido
pequeñas cantidades de dinero de núcleos radicales
islámicos y que alguno haya entrado en contacto en algún
momento con miembros de Al Qaeda, eran en esencia un grupo que
se mandaba solo. La validez de una u otra teoría tiene
profundas consecuencias en términos de comprender las políticas
militares de Washington y el futuro de la guerra y la paz en el
mundo.
LAS PRUEBAS
El hecho más sorprendente es la ausencia de cualquier
ataque terrorista importante que diera continuidad al 11S,
ya fuera en los Estados Unidos, Europa, Medio Oriente o incluso
Afganistán. Pese a las cotidianas advertencias de ataques
inminentes que realizan todas las agencias estadounidenses de
inteligencia, nada ha sucedido. No ha habido ningún
incidente grave después de la muerte de los 19 atacantes
suicidas. El bombardero del zapato, que se suponía
era agente de Al Qaeda, resultó ser un ladrón jamaicano
semianalfabeto, carente de la precisión y capacidad operativa
de los 19. Dados los informes y descripciones de la red conspiradora
divulgadas por la CIA, y la devastación de Afganistán,
habría de esperarse un ataque terrorista, pero ninguno
ha ocurrido. Es lógico concluir que los 19 actuaron con
independencia de la red Al Qaeda y tuvieron éxito precisamente
porque estaban desligados de ella.
El jefe de la CIA, George Tenet, aportó, sin darse cuenta,
pruebas adicionales de la autonomía de los terroristas
del 11S. En testimonio rendido al comité senatorial, el
6 de febrero, aseguró que la infiltración de la
agencia a raíz del 11S condujo a la captura de unos mil
agentes de Al Qaeda. Añadió que la CIA llevaba cinco
años en guerra con Al Qaeda, y que contaba con espías
infiltrados y ejercía vigilancia electrónica de
las redes de comunicación de sus dirigentes. “¿Teníamos
penetración del objetivo (Al Qaeda)? Absolutamente”, sostuvo
de manera categórica. “¿Realizábamos operaciones
técnicas? Absolutamente. ¿Dónde residía
el secreto del plan? Probablemente en la mente de tres o cuatro
personas” (subrayado mío). Es una revelación
devastadora porque significa que las únicas posibles “tres
o cuatro personas” que sabían lo que estaba por venir eran
los líderes de los 19, no Bin Laden ni los otros miembros
de Al Qaeda. Dado el nivel de infiltración y vigilancia
que ejercía la agencia sobre Al Qaeda y la afirmación
adicional de Tenet de que tenía un agente cerca de Bin
Laden, la única explicación posible de que no se
haya detectado a los 19 es que no se comunicaban con Al Qaeda
ni formaban parte de ella, y mucho menos recibían órdenes
de Bin Laden.
Pese a la aseveración de Tenet de que las fuerzas especiales
estadunidenses han descubierto gran cantidad de documentos, videos
e información computarizada de la red, ninguno de ellos
contiene un solo ejemplo de comunicación entre Al Qaeda
y los 19.
La razón por la que no se detectó, infiltró
o vigiló a los 19 es porque no pertenecían a Al
Qaeda ni eran dirigidos por Bin Laden, a quien la CIA tenía
bajo vigilancia y le había asignado un agente.
Pese a los interrogatorios -y torturas- a cientos de prisioneros
de Al Qaeda y a algunos altos jefes del talibán, no ha
surgido prueba alguna que ligue a los 19 con Bin Laden.
Los videos de Osama bin Laden que según Rumsfeld y Bush
prueban los vínculos con los 19, vienen en realidad a demostrar
lo contrario. En los videos, el dirigente fundamentalista nunca
asume la responsabilidad de los incidentes terroristas, pese a
que los elogia e incluso los celebra.
Dada la naturaleza de su política y su respaldo al terrorismo,
es seguro que se daría crédito si fuera responsable.
A diferencia de lo que ocurrió con los 19, la imagen de
Al Qaeda y del talibán como mártires fanáticos
es desvirtuada por su comportamiento durante la “guerra” (matanza).
Decenas de miles huyeron, se rindieron o desertaron en vez de
librar una "guerra sagrada a muerte". Se comportaron
como cualquier soldado a la vista de un enemigo abrumadoramente
superior.
En otras palabras, hasta ahora no apareció un grupo
o luchador capaz de reproducir la precisión, organización
y compromiso de los 19. El contraste entre la organización
de los 19 y el bombardero del zapato de Al Qaeda, pone de relieve
las diferencias entre un grupo autónomo de terroristas
adiestrados y una red terrorista incompetente, inefectiva e infiltrada.
IMPLICACIONES DE LA TEORÍA OPUESTA
Puesto que el acto terrorista fue organizado por un grupo aislado,
se explica por qué no han ocurrido acciones subsecuentes.
Por lo tanto, la guerra contra Afganistán no tuvo fundamento
demostrable. La ausencia de vínculo entre los 19 y cualquier
red terrorista internacional significa que la campaña internacional
de terror de Washington está basada en presunciones falsas
y en proyecciones futuristas sumamente dudosas.
La enloquecida teoría de la conspiración internacional
de Washington ha sido inventada y difundida para justificar una
campaña militar de alcance mundial destinada a expandir
las bases militares estadunidenses (Centroamérica, Filipinas
y América Latina), así como para legitimar la intervención
militar unilateral y marginar a los competidores europeos y japoneses
de cualquier influencia en regiones estratégicas, productoras
de petróleo (Medio Oriente, el mar Caspio). Al mismo tiempo,
la propaganda de guerra al terrorismo en Estados Unidos sirve
para fortalecer el Estado represor, socavar la oposición
a los recortes masivos del gasto social y al fuerte incremento
del militar, así como silenciar las voces que pudieran
poner en duda la teoría de la conspiración terrorista
internacional.
La teoría de la conspiración crea en el ámbito
interno la psicosis de guerra que justifica campañas
bélicas interminables y sacrificios económicos crónicos,
y permite a Washington proyectar un nuevo imperio comercial en
el que bombarderos e inversionistas van de la mano colonizando
nuevas regiones, monopolizando los mercados y recursos estratégicos,
marginando al mismo tiempo a competidores europeos.
Primera publicación: diario La Jornada.
Traducción: Jorge Anaya
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