7:25 P.M. Domingo
28 de febrero de 1993. Desde el primer momento, mi atención
fue captada por dos cosas que me fascinaron. El joven de Texas
que aparecía en la CNN decía llamarse David
Koresh
y estaba hablando de los siete sellos del Apocalipsis. Como
experto en la Biblia, yo sabía que Koresh es el nombre
hebreo de Ciro, el antiguo rey persa
que destruyó el imperio babilonio en el 539 a. de J.C.
Me intrigó que alguien tuviera ese nombre. Yo también
estaba familiarizado con los misteriosos siete sellos del último
libro de la Biblia, y cómo se desarrollan en una secuencia
apocalíptica que conduce al Día del Juicio y al
"fin del mundo".
Los periodistas trataban de que Koresh hablara sobre
la incursión de esa mañana, cuántos muertos
o heridos había en su grupo o si pensaba entregarse. Koresh
admitió que estaba herido, que habían matado a su
hija pequeña y que había varios muertos y heridos
en su grupo. Pero era claro que principalmente quería
citar pasajes bíblicos, en especial del Apocalipsis. Decía
que era el Cordero, el elegido para abrir los Siete Sellos.
Desafiaba a los líderes religiosos y a los expertos en
la Biblia de todo el mundo a viajar a Texas y debatir con él,
y en especial a tratar de igualar su comprensión del misterio
escondido en los Siete Sellos. La conversación con la CNN
duró 45 minutos, y la escena me conmovió. Estábamos
en 1993 y este joven Ciro, desafiante de la Babilonia moderna,
estaba indagando en los detalles del Apocalipsis en horario central,
ante todo el mundo. Busqué una Biblia y fuí
hasta Isaías 45, donde recordaba que Dios le hablaba al
rey persa Ciro:
Así dice Jehová a su ungido Ciro,
a quien he tomado la diestra
para someter ante él a las naciones
y desceñir las cinturas de los reyes
para abrir ante él los batientes.
Ahí a Ciro se lo llama mesías, es
decir, el ungido. La traducción griega de esa palabra hebrea,
mashiach, es Christos, de donde deriva nuestro término
Cristo. Entonces, se puede afirmar
certeramente que a ese antiguo rey persa se lo llamaba Cristo.
David Koresh también afirmaba ser un Cristo así.
Esa terminología bíblica llevó a interminables
confusiones y malinterpretaciones entre los medios seculares y
el FBI por un lado, y los seguidores de Koresh que vivían
y respiraban esos textos, por el otro. Se llegó a informar
que David Koresh afirmaba ser Jesucristo o Dios mismo. La
confusión derivaba de la falta de comprensión del
uso bíblico del término ungido. En los tiempos
de la Biblia tanto los altos prelados como los reyes de Israel
eran ungidos en una ceremonia en la que se les vertía
aceite sobre la cabeza y la barba. La palabra christo
o mesías significa alguien escogido especialmente por Dios
para una misión, como el rey persa Ciro.
Era en ese sentido que David Koresh adoptó
el calificativo de "Cristo" o mesías. Creía
que era el elegido para abrir los siete sellos del Apocalipsis
y provocar el derrumbe de "Babilonia". Como en la antiguedad,
cuando los cristianos primitivos se referían al imperio
romano como "Babilonia", lo mismo hacían los
davidianos que habitualmente hablaban del FBI y otros extraños
como los "babilonios".
Comprendí que para negociar con Koresh y
tener una oportunidad de llegar a una solución pacífica
del problema de Waco, había que entender y usar los textos
bíblicos. Había que entrar en el mundo apocalíptico
de David Koresh y sus seguidores. Decidí ofrecer mis
servicios al FBI.
Me comuniqué con mi amigo Philip
Arnold, director del Instituto Reunión de Texas.
Como yo, Arnold también es un especialista en la Biblia
y los dos compartimos un interés especial en las formas
antiguas y modernas de apocalipticismo. El término deriva
de la palabra griega apocalipsis, que significa "descubrir,
revelar". Un grupo apocalíptico es el que cree que
está próximo el fin de la historia y que a ellos
les fueron revelados los signos y secretos del final. Con Arnold
coincidimos en que era urgente y vital que alguien que comprendiera
los textos bíblicos se involucrara en la situación.
El FBI por lo general no lleva biblias cuando
se enfrenta a una situación que define como toma de rehenes.
Los agentes nos preguntaban sobre los siete sellos. Les explicamos
que era una referencia a un misterioso rollo mencionado en el
Apocalipsis, cerrado con cera, y que sólo podía
ser abierto por una figura a la se designaba como el Cordero,
el ungido, o la "Rama de David". David Koresh decía
ser esa persona, enviada al mundo antes del fin de los tiempos
y facultado para abrir el rollo. Interpretaba el Apocalipsis con
el uso de ciertos capítulos clave de los Salmos. Los Salmos
40 y 45 eran especialmente importantes para su autocomprensión
y Koresh los conectaba con el significado del primer sello: el
jinete de un caballo blanco que avanza con un arco a la conquista.
Creía ser ese jinete, el llamado "mesías pecaminoso"
de un rollo:
Dije entonces: Heme aquí, que vengo
Se me ha prescrito en el rollo del libro
hacer tu voluntad
Oh Dios, en tu ley me complazco
en el fondo de mi ser... Pues desdichas me envuelven
en número incontable
mis culpas me dan caza
y no puedo ya ver
más numerosas son que los cabellos de mi cabeza
y el corazón me desampara.
(Salmos, 40:8,13)
El Salmo 45 habla de lo que para Koresh era la misma
figura, un poderoso rey, ungido por Jehová, que cabalga
victorioso, desposa princesas y engendra muchos hijos que gobernarán
la tierra. Esto explica por qué Koresh creía
que debía tener hijos con las ex esposas de sus seguidores
masculinos. Era la Rama de David que debía edificar
una dinastía que algún día gobernaría
el mundo desde Jerusalén.
Era obvio que los Davidianos creían estar
viviendo los hechos de los siete sellos, del capítulo seis
del Apocalipsis. Nos convencimos de que creían estar
en el quinto sello. El texto reza:
Cuando abrió el quinto sello, vi debajo
del altar las
almas de los degollados a causa de la Palabra de Dios
y del testimonio que mantuvieron. Se pusieron a
gritar con fuerte voz: "¿Hasta cuándo, Dueño
santo y veraz,
vas a estar sin hacer justicia y sin tomar venganza
por nuestra sangre de los habitantes de la tierra?"
Entonces se le dio a cada uno un vestido blanco y
se les dijo que esperasen todavía un poco, hasta que se
completara el número de sus consiervos y hermanos que
iban a ser muertos como ellos.
(Apocalipsis 6:9-11)
Para el grupo de Koresh, el Apocalipsis era como
un guión que les fijaba con vívidos detalles lo
que debían hacer. La razón por la que no querían
salir del complejo en Waco era porque pensaban que Dios les había
dicho que esperasen un poco. Pero el verso predice que ellos,
como los de la incursión del 28 de febrero, serían
muertos. Era como si toda la situación de Waco estuviera
trabada en un patrón predeterminado en un libro escrito
en el año 96 a.de J.C., durante el gobierno del emperador
romano Domiciano. Lo que nos preocupaba era la posibilidad
de una profecía ineluctable. Si el grupo de Koresh creía
vivir "en el quinto sello", ¿significaba eso que sería
inevitable que los 87 hombres, mujeres y niños de Monte
Carmelo también deberían morir?
Después de horas de conversaciones y consultas
entre nosotros y con Livingston Fagan, un vocero de los davidianos,
conseguimos trazar un mapa de las hipótesis apocalípticas
que aguardaban Koresh y sus seguidores. Estábamos seguros
de que David nunca se entregaría bajo presión:
sólo actuaría si creía que Dios lo estaba
conduciendo. Su guía primaria era el Apocalipsis. Según
su interpretación, se había cumplido el quinto sello
y Dios le pedía que esperara.
Nuestro primer paso fue emitir una transmisión
por la KGBS, la estación de Dallas que Koresh y sus seguidores
sintonizaban todas las mañanas. Era el 1 de abril, el tercer
día del sitio. Lo que presentamos, en forma de diálogo,
fue una discusión más bien técnica de una
interpretación alternativa del Apocalipsis, que pensábamos
que Koresh podría aceptar. Tres días después,
el 4 de abril, Dick DeGuerin, abogado de Koresh, llevó
un casette con el programa al complejo de los davidianos.
El miércoles 14 de abril, a cinco días
de que el fuego consumiera el complejo, David Koresh difundió
una carta. Fue la última. En ella decía que su larga
espera había terminado, que Dios le había instruido
la redacción de una exposición en la que revelera
los secretos de los siete sellos:
"Actualmente se me permite documentar en
forma estructurada los mensajes decodificados de los siete sellos.
Al final de esa labor, quedará liberado del período
de espera. Espero terminarlo lo más pronto posible y
presentarme ante el hombre y responder todas las preguntas sobre
mis actividades... He orado tanto por esta oportunidad de poner
por escrito los Sellos. Decir la verdad parece tener muy poco
efecto sobre el hombre. Se me ha demostrado que una vez que
me entreguen a las manos del hombre, se me convertirá
en espectáculo y la gente no se preocupará de
la verdad de Dios, sino de mi rareza en la carne. Quiero que
la gente de esta generación se salve. Estoy trabajando
día y noche para terminar la tarea de escribir esos sellos.
Agradezco a mi Padre. Finalmente me ha otorgado esta oportunidad.
Traeré nueva luz y esperanzas para muchos y no tendrán
que tratarme en persona. Mientras vea que personas como Jim
Tabor y Phil Arnold tengan una copia, saldré y entonces
ustedes podrán hacer lo suyo con esta bestia".
Arnold y yo estábamos pasmados. Creíamos
que al final habíamos tenido éxito. En las cintas
enviadas a Koresh habíamos tocado ese mismo punto. Intentamos
convencerlo de que no necesariamente estaba "en el quinto
sello" del capítulo seis del Apocalipsis, que llevaría
a la muerte de su grupo. También sosteníamos que
la espera que se menciona en Apocalipsis 6:11 podía ser
un tiempo mayor. Aparentemente Koresh había aceptado
nuestros argumentos.
El FBI tuvo una reacción diferente. Luego
de la Pascua aumentaron la presión, y exigían la
rendición de Koresh y su grupo. En sus comunicados de prensa
descalificaban a Koresh como un desertor de la escuela incapaz
de escribir un libro. Decían que era un maniático
manipulador que se creía Dios, y que interpretaba la Biblia
a través del caño de un arma. A las 5.50 de la mañana
del lunes del 19 de abril los agentes llamaron al complejo para
informarles que si no se rendían, el lugar sería
atacado con gases. Lo que pasó allí a partir de
entonces es incierto. Un sobreviviente del fuego con el que hablé
me dijo que vio a Koresh a las cinco de la mañana. David
había bajado de su habitación y parecía muy
cansado. Dijo que había estado trabajando casi toda la
noche en el manuscrito de los sellos.
Cuando el FBI lanzó su ataque con gases,
David debe haber quedado profundamente decepcionado y confundido.
Se había convencido de que Dios no sólo le había
permitido graciosamente que escribiera la explicación más
importante de los siete sellos del mundo, sino que esa era su
parte del guión apocalíptico. En medio segundo,
cuando los edificios se sacudían, las paredes era horadadas,
y se inyectaba gas, Koresh debe haber pensado: "Bueno, supongo
que tenía razón después de todo. Estamos
en el quinto sello, y debemos morir como los otros". Es obvio
que no se escribe un manuscrito si las paredes se están
derrumbando. Las acciones del FBI hicieron que David revisara
su premisas
Los agentes habían dudado que el estuviera
trabajando en ese proyecto. Ellos entendieron que cuando David
dijo que Dios le había dado más tiempo para desarrollar
su interpretación de los siete sellos, era un ardid para
postergar aún más las cosas. Ahora sabemos que no
ocurría eso. Ruth Riddle, una de las sobrevivientes del
incendio, tenía un disco de computadoras en el bolsillo
derecho de su chaqueta. Había estado copiando el manuscrito
de Koresh durante el día anterior al incendio. En el disco
estaba su exposición del primer sello. El disco está
en posesión de las autoridades federales.
(*) Resumen del Capítulo 4 de
la sección ‘Understanding the Branch Davidians’, "The
Waco Tragedy: An Autobiographical Account of One Attempt to Avert
Disaster". © 1994 James D. Tabor. En la obra colectiva
From the Ashes - Making sense of Waco. James
R. Lewis Editor. Londres, 1994. Pp. 13-21.
Traducido del inglés por Jorge Martínez.
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