De vez en cuando, los ufólogos manifiestan
su profundo sentimiento de que los OVNI no pueden ser simplemente
un mito. Basta mirarlos. ¿A quién se le podría haber
ocurrido esa forma? Los viajes espaciales tienen que ver con cohetes,
no con esas maravillas de forma discoidal. Todo el fenómeno
es tan... sí, justo, tan distinto y ajeno de lo que nosotros
supondríamos...
J.
Allen Hynek, uno de los más destacados ufólogos
de su tiempo, lo expresó de esta manera: "¿Por qué
platillos volantes?, ¿por qué no cubos volantes o pirámides
volantes o, ya puestos, por qué no elefantes rosas volantes
o incluso edificios volantes, reportados desde un centenar de
países diferentes? Si los informes OVNI no fueran sino
fruto de una imaginación desbordada, ¿por qué no
cientos o miles de formas total y radicalmente diferentes, conforme
cada persona en cada cultura concreta daba rienda suelta a su
imaginación dentro de sus condicionantes locales?"
(Hynek UFO Report, Dell, 1977, p. 28).
John Prytz, quien supo
defender en una fascinante serie de artículos la hipótesis
extraterrestre frente a las interpretaciones psicosociales del
fenómeno OVNI, dedicó todo uno de ellos ('UFO Genesis',
MUFON UFO JOURNAL, Septiembre 1982, p. 10-14) a explorar
este enigma. En 1947 no existían películas de ciencia-ficción
y las series anteriores a esa fecha, The Purple Monster Strikes
(El monstruo púrpura ataca) y Flash
Gordon, solo incluían cohetes. Llego incluso
a revisar los periódicos de la época sin poder encontrar
nada en el entorno cultural que pudiera haber estimulado el fenómeno
platillo. Aquella época fué bastante aburrida. Prytz
concluye: "La oportunidad temporal en la génesis del
fenómeno OVNI moderno, que no puede explicarse lógicamente,
es otro potente argumento más en favor de una naturaleza
e inteligencia externa detrás de los OVNI, y otro clavo
en el ataúd de quienes proponen un origen interno, en la
propia inteligencia humana".
El historiador de los OVNI, David
Jacobs, se hizo eco de esta postura en su trabajo The
New Era of UFO Research (La Nueva era de la investigación
OVNI) (Pursuit, nº 78, 1987) y más recientemente
en Secret Life (Vida Secreta), afirmando que no existen
precedentes para la configuración platillista ni en las
películas de ciencia ficción, ni en la propia ciencia-ficción,
y ni siquiera en la cultura popular del momento. Dichos objetos
parecían "superar con mucho los productos de la tecnología
humana de 1947, y rápidamente se hizo evidente que los
testigos estaban viendo algo que podría ser totalmente
único".
En cierto sentido muy trivial Prytz y Jacobs están
simplemente equivocados. Las naves espaciales en forma de disco
tienen ciertos precedentes en la cultura popular. Aparecen en
el bien conocido y ampliamente difundido cómic de Buck
Rogers en fechas tan tempranas como 1930. En su propia
serie Flash Gordon combatió contra un escuadrón
de mortíferos "giroscopios espaciales" en 1934. Y lo que
es aún mejor: podemos verlos dando vueltas, gracias a los
gloriosos y toscos efectos espaciales del Hollywood de 1938, en
la película Rocketship, como parte de la serie filmada
de Flash Gordon basada en el cómic del mismo nombre. El
ilustrador de ciencia-ficción Frank
R. Paul empleó repetidamente naves espaciales en
forma de disco en sus portadas para las novelas baratas de la
época. Otros muchos siguieron su ejemplo. Sin embargo,
considero este punto trivial porque me parece que se trata de
coincidencias inevitables en un conjunto tan amplio de creatividad
artística. Los artistas emplean todas y cada una de las
formas geométricas que se les ocurren, y sólo cuando
les falla la imaginación acaban apelando a la forma convencional
del cohete. Si las imágenes de la ciencia ficción
fueran determinantes para lo que la gente debía imaginar
en 1947, hubiéramos tenido una oleada de cohetes fantasmas,
no de platillos volantes. Asi que, ¿qué fue lo que determinó
este resultado?
Por extraño que parezca, tenemos platillos
volantes por culpa del error de un reportero. El año
1947 fue muy excitante en la historia de la aviación. Nuevos
avances e innovaciones surgían regularmente y los recórds
de velocidad caían uno tras otro conforme los pilotos trataban
de romper la barrera del sonido. Chuck Yeager ganaría fama
eterna al hacerlo el 14 de Octubre de 1947. Cuatro meses antes,
en 24 de Junio de 1947, Kenneth Arnold
sorprendió al mundo al informar haber visto en las cercanías
del monte Rainier nueve objetos que volaban a la increible velocidad
de 1200 millas por hora. Era un misterio increíble y fue
tal la sensación, que acaparó titulares en todo
el país. Pronto todo el mundo miraba al cielo buscando
esas nuevas aeronaves que según los periódicos tenían
forma de "platillo". En pocas semanas hubo cientos de informes
sobre esos platillos volantes, a lo largo y ancho de todo el país.
Mientras la gente presumiblemente creía estar viendo las
mismas cosas que Kenneth Arnold había visto, estaba subyacente
una gran ironia de la que nadie se dió cuenta entonces:
Kenneth Arnold no había hablado de "platillos volantes".
Al relatar sus recuerdos del incidente en el Primer
Congreso Internacional OVNI, en 1977, Arnold reveló que
el nombre de platillos volantes surgió "a causa de un gran
mal entendido" por parte del reportero que escribió la
historia para la agencia de noticias United Press. Bill
Bequette le preguntó como volaban los objetos y
Arnold le respondió que "bien, volaban de manera errática,
como un platillo si lo haces rebotar en el agua". La intención
de la metáfora era describir el movimiento de los objetos,
no su forma. Arnold insistió en que los objetos "no eran
circulares". Un vistazo al dibujo que hizo en su informe para
la Fuerza Aérea poco después de lo sucedido confirma
lo cierto de dicha afirmación. Es díficil de describir
en dos palabras, lo mejor que se me ocurre es darles forma como
de escarabajo. Sea cual sea la descripción, algo resulta
evidente. No se trata de esa elegante perfección geométrica
alienígena que todos nosotros hemos llegado a reconocer
y mitificar.
De estos hechos podemos extraer las respuestas a
las preguntas de Hynek. La razón por la que cientos de
imaginaciones desbocadas no acabaron en infinitas variaciones
diferentes es porque estaban constreñidas por la descripción
que Bequette hizo de los objetos. La frase "platillos volantes"
proporcionó el molde que dió forma al mito OVNI
en sus comienzos. Con el paso del tiempo la gente los dibujaba
pareciendo lo que decían que parecían. Luego vinieron
los fraudes fotográficos y las naves de películas
como The Flying Saucer (El Platillo Volante) y The Day
the Earth Stood Still (Ultimatum a la Tierra), y todas las
películas y series televisivas de invasiones extraterrestres
que llegarían en las décadas posteriores. El
esterotipo ha perdurado hasta nuestros días. Cerca
del 82 por ciento de las descripciones de las naves en los supuestos
relatos de abducciones caen dentro de la categoría de platillos.
Podemos encontrarlo en casi todos los casos más conocidos:
en el viaje interrumpido de Betty y Barney
Hill, Herb Schirmer, Travis
Walton, el caso Andreasson,
e incluso Whitley
Strieber.
Los argumentos de Prytz y Jacobs resultan fallidos
porque no hace falta mirar más allá del error de
Bequette para entender la génesis indudablemente cultural
del misterio platillista. El propio informe de Arnold actuó
como fuente de emociones en el hasta entonces aburrido año
de 1947. La velocidad de los objetos captó la atención
de todo el mundo garantizando que todo el planeta incorporase
la frase "platillos volantes" a su vocabulario en el curso de
pocos días. La ciencia ficción no tuvo nada que
ver, la atracción por los cada vez más veloces aviones
a reacción fue lo más determinante.
Puede que el error de Bequette no sea la refutación
definitiva de la teoria extraterrestre para algunos. Pero desde
luego deja a sus defensores con una endiablada paradoja: ¿Por
qué los extraterrestres habrían de rediseñar
sus aparatos para adaptarse al error de Bequette?
(*) Primera publicación: THE SKEPTIC,
Vol. 8 nº 3, pags: 17-18. The Skeptic
(Dept. B), P.O. Box 475, Manchester, M60 2TH, Gran Bretaña.
Traducido por Luis
R. González Manso, agosto 1995.
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